Por STALIN GONZÁLEZ - sep 12, 2014
El concepto de revolución es un “cambio violento de las
instituciones políticas, económicas y sociales de una nación”. Pensando en la
revolución bolivariana, me parece valido
revisar su concepto en el recorrido que
ha dado en nuestra sociedad. Desde 1998 años no cabe duda que nuestro
sistema político ha cambiado. Nuestra Constitución fue modificada y le
cambiamos el apellido con la esperanza de que la sociedad fuera más
participativa y protagónica. También cambio la forma de hacer política. La negociación entre los actores políticos es vigilada y sancionada
por el oficialismo como traición. La proporcionalidad de nuestros cuerpos
legislativos es letra muerta y la
independencia de poderes es más una quimera.
La economía en cambio no parece haber
“dado tantas vueltas”. Nuestra economía
sigue dependiendo del petróleo y seguimos siendo un país rentista donde no
producimos los ingredientes básicos de nuestra canasta alimentaria y las medidas económicas tomadas hasta ahora no distan mucho de las
escuchadas en la décadas anteriores de los funcionarios tecnócratas asesorados
por las instituciones financieras foráneas, siguen siendo cortoplacistas y
la devaluación, la subida del IVA y
aumento de la gasolina, volvieron a ser
preocupaciones que suenan en la calle y que arremeten contra nuestros
bolsillos. En esta revolución tenemos muchos más socios comerciales, pero
tenemos mucho menos productos que ofrecerles.
En lo social es mucho lo que ha
cambiado, en catorce años hemos logrado ser unos de los países más violentos
del mundo, la tasa de violencia en nuestro país ha aumentado geométricamente.
No tenemos ya ninguna cárcel modelo, tenemos miles de personas privadas de libertad sin
garantizarle tan siquiera comida digna. Y de los cambios hay algunos más
transcendentales. Los hospitales ni los venezolanos cuentan con medicinas, médicos ni espacios adecuados; la educación
ha sido hipotecada a una sola forma de ver la sociedad y los maestros no tienen
contratos fijos ni salarios acordes; las universidades siguen sin presupuestos y sus alumnos son
apresados por pensar distinto.
Sin duda alguna Venezuela no es la
misma desde hace catorce años, los venezolanos entendimos que la política es
cosa pública y todos tenemos el derecho y el deber ser partícipes. Sin embargo
el cambio violento sucedió en nuestra
calidad y en nuestro sistema político. La revolución ha roto con la independencia de los
poderes, el reconocimiento con el otro,
con la paz de los venezolanos con la economía
venezolana, de unos hospitales olvidados y unas universidades diezmadas.
Tomado de: http://www.elcolumnero.com/sgonzalez/1603
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