EWALD SCHARFENBERG Caracas 11 SEP 2014
Inversores y expertos
dudan de que el Gobierno de Caracas pueda afrontar el pago de casi 6.000 millones
de deuda soberana
"Vamos a pagar la deuda que se
vence en las próximas semanas, tenemos la fortaleza y la capacidad para seguir
cumpliendo plenamente con nuestros compromisos internacionales este año",
dijo el presidente venezolano, Nicolás Maduro, durante una reunión con su
equipo económico la semana pasada en Caracas. Sin embargo, aunque el anuncio
arrancó aplausos, hay
dudas razonables acerca de si Venezuela tiene recursos para pagar.
El próximo octubre vencen bonos de la
deuda de la República y de
la petrolera estatal Pdvsa por casi 6.000 millones de dólares. Desde
que asumió el poder, en febrero de 1999, la Revolución Bolivariana ha
desembolsado con puntualidad los pagos de deuda soberana. Sin embargo, en la
coyuntura actual en la que las cuentas del Estado no cuadran, por primera vez
hay dudas razonables acerca de si Venezuela —el país con las mayores reservas
de crudo del planeta, con exportaciones petroleras por 100.000 millones de
dólares en promedio anual— dispone
de los recursos para pagar.
"Yo creo que ahora no los tiene,
pero también creo que sí va a pagar. Por
eso es el apuro por vender Citgo", afirma José Guerra, un
reconocido economista que fue Jefe de Investigaciones del Banco Central de
Venezuela (BCV) durante muchos años. Guerra hace referencia a la filial en
Estados Unidos de Pdvsa, Citgo, un gigante con tres refinerías y 6.000
gasolineras que, según confirman agencias internacionales de noticias, ha sido
puesta en el mercado en busca de un mejor postor. "Están dispuestos a
cualquier sacrificio para cumplir".
El anuncio
presidencial de siete días atrás no disipó las dudas. De hecho, los
mercados financieros castigaron desde entonces los bonos venezolanos, que en el
parqué de Nueva York experimentaron la mayor caída en un año, con una ligera
recuperación el martes. Los inversionistas no están seguros de que Venezuela
vaya a pagar. Los 16 meses de Gobierno de Maduro han representado una pérdida
de 10% para los tenedores de papeles venezolanos.
Casi al mismo tiempo, dos economistas
venezolanos de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann —que fue ministro
durante el Gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, entre 1989 y 1992—
y Miguel Ángel Santos, se atrevieron a mencionar lo innombrable. En una columna
distribuida el viernes pasado por un servicio sindicado de opinión, bajo el
título de ¿Debería Venezuela dejar de pagar?, los dos expertos no sólo dieron
sustento a las sospechas sobre la capacidad de pago del país, sino que, además,
imprimeron un cariz ético al dilema que enfrenta el régimen chavista. "El
hecho de que esta Administración haya escogido fallarle a 30 millones de
venezolanos, en vez de a Wall Street, no es una señal de su rectitud moral, sino
de su bancarrota moral", escribieron.
En efecto, Venezuela vive una aguda situación
de escasez de bienes de consumo. El Gobierno mantiene una deuda
de 4.000 millones de dólares con las aerolíneas internacionales, un
diferendo que amenaza con dejar aislado por vía aérea al país. Desembolsos
incumplidos de divisas por 150 millones de dólares impiden la importación de
papel prensa y obligan a los periódicos a cerrar o reducir sus ediciones.
Pendientes milmillonarios con las industrias de los medicamentos, de autopartes
y de alimentos, entre muchas otras, provocaron la desaparición de los productos
en los mercados nacionales. Ante este default selectivo en el comercio
exterior, que afecta al venezolano de a pie, se preguntan Hausmann y Santos:
"¿Por qué priorizar los pagos de papeles?"
La reacción de los sectores
financieros no se hizo esperar. Un analista del Bank of America, el venezolano
Francisco Rodríguez, se apresuró en aclarar que "Venezuela tiene ingresos
foráneos para asegurar un adecuado suministro de importaciones y para cumplir
con sus obligaciones extranjeras".
"Hablar de default financiero ya
representa palabras mayores", dice José Guerra, por su parte. "Si
Venezuela incurre en impagos la situación sería peor que la argentina, porque
Argentina tiene capacidad para abastecerse de alimentos, pero Venezuela
no". Lo razonable sería negociar una reestructuración de la deuda, una
opción a la que el Gobierno de Maduro se niega, para evitar tratos con los
demonizados organismos multilaterales y protegerse de los altos intereses que
los mercados impondrían a la nueva deuda.
La inflación más alta del mundo
Las tribulaciones económicas siguieron
el martes cuando el Banco Central de
Venezuela (BCV) dio a conocer las cifras oficiales de inflación.
Aunque las estadísticas fueron cuestionadas por diversos economistas en las
redes sociales, el organismo anunció que de agosto de 2013 a agosto de 2014 el
Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró un alza de 63,4%, lo que la
convierte en la mayor tasa del mundo, ya cercana a cotas de hiperinflación.
Durante los 12 meses anteriores, esa cifra fue de 45,4%. La inflación acumulada
en 2014 alcanzó un 39%. Aunque el BCV señaló que el incremento en agosto, que
se situó en un 3,9%, muestra una tendencia a la baja por tercer mes consecutivo
—el alza en los meses de junio y julio fue de 4,4% y 4,1%, respectivamente—, la
tasa ha subido en los últimos seis años.
Los expertos han pronosticado para
fines de año una tasa cercana al 70% y están convencidos de que de no haberse
cambiado la metodología para realizar el IPC, los precios hubieran superado el
75%.
De acuerdo con el boletín oficial del
BCV, controlado por el Gobierno, las turbulencias inflacionarias se deben a “la
conflictividad política inducida por la guerra económica que obstaculizó el
normal desempeño de las actividades productivas y la distribución de los bienes
esenciales que demanda la población venezolana”.
Maduro ha responsabilizado a las
protestas de comienzos de año del aumento de la inflación. Según el
presidente, las barricadas levantadas por los manifestantes en las carreteras
afectaron al comercio, y los choques violentos entre la policía y los
opositores obligaron a que las tiendas cerraran más temprano.
Sin embargo, los expertos coinciden en
que el gasto público excesivo y el control de precios y de las tasas de cambio
por el Gobierno son los verdaderos factores responsables del incremento del
IPC.
El Ejecutivo ha aplicado medidas para
intentar frenar, sin éxito, la inflación, como el cierre de la frontera con
Colombia por las noches para
combatir el contrabando de bienes de consumo venezolanos como
combustible y alimentos.
La cifra más alarmante que muestra el
BCV es el alza en los precios de los alimentos que para el cierre de agosto
llegó al 91%, una tasa solo vista durante la crisis del sistema financiero en
los años 1994 y 1996.
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