Por Christian Burgazzi, 13/12/2015
Los jerarcas rojos aún no salen de su asombro y de las primeras fases
de su duelo por el 6D. Siguen ofuscados por la ira que los carcome y les impide
aceptar la realidad. Al no poder explicarse la derrota lanzan acusaciones y
buscan culpables a diestra y siniestra, incluso entre sus simpatizantes, sin
mirarse el maruto rojo.
Una lectura más serena de los resultados electorales del 6D les diría
que más que Voto-Castigo hubo Abstención-Castigo, que indica que el chavismo
preserva aún un cierto grado de lealtad, que hace que todavía la mayoría de los
descontentos con el régimen prefiera abstenerse antes que votar por la MUD. Los
resultados reflejan, a grosso modo, que en los últimos tres años de cada 3
votos rojos perdidos, 1 ha sido a favor de la MUD y 2 se han abstenido. Esta es
una estimación aproximada, es la foto general. Hay muchos lugares emblemáticos,
como el 23 de Enero y el Estado Vargas, en los cuales el 6D la mayoría de
ex-votantes rojos cambiaron el color de su elección, y eso tiene locos a los
jerarcas del régimen.
En todo caso la lealtad es con el líder difunto y no será eterna. Al
heredero nadie lo quiere (ni los sobrinos en New York). Y tampoco se trata de
una lealtad sincera hacia el partido rojo, es “lealtad relativa” por
conveniencia y temor, pero con el 41% de los votos a nivel nacional el PSUV
sigue siendo el mayor partido del país (con 55 diputados, más que cualquier
partido individual de la MUD), por lo que no puede darse por desahuciado,
aunque si muy debilitado y en pleno deslave. Su mayor reto será superar la
crisis interna que se ha desatado por esta derrota, de la cual nadie quiere
asumir la paternidad. Los diablos rojos andan sueltos en el abollado partido
del régimen. Las luchas intestinas podrían llegar a fracturar la alianza para
la supervivencia mutua que hasta ahora han mantenido los bandos y bandas enfrentadas
dentro del régimen, Maduro vs. Cabello. Hay otras tendencias minoritarias
dentro del partido rojo que intentan diferenciarse, pero carecen de fuerza y
liderazgo como para sobrevivir a una debacle del partido, que nació como un
movimiento aluvional, solo cohesionado por el liderazgo del difunto, que
arrastró numerosos y muy diversos fragmentos políticos contradictorios entre
si, y que ha venido sufriendo desprendimientos.
Una división del PSUV no es descartable; ha venido perdiendo apoyo
popular de forma acelerada, carece de los cuantiosos recursos con los cuales
abusivamente controlaba y manipulaba a sus electores, su maquinaria
organizativa parece desmoronarse, su corrupción los corroe y no se visualizan
líderes que puedan rescatarlo. Algunas facciones podrían considerar que la
única manera de salvarse es sacrificar a Maduro, forzándolo a renunciar y
achacándoles todas las culpas, antes de tener que sufrir dos derrotas
catastróficas consecutivas, si la oposición convoca y gana un Referéndum Revocatorio.
En cualquier caso el PSUV no volverá a ser el partido hegemónico con afán de
eternizarse en el poder; si quiere sobrevivir tendrá que ser un partido más,
deshacerse del lastre, aprender a negociar en posición de minoría y a actuar en
democracia.
También los partidos de la MUD deben leer adecuadamente los resultados
electorales del 6D, no pueden confundirse con la súper mayoría de diputados de
2/3 (67%), que ganaron gracias al sistema diseñado por el régimen para
sobre-representar a la mayoría, ventajismo que ahora les salió muy caro. El
régimen se tragó un buche bien amargo de su propio jarabe, y ahora andan
“investigando todo, desde lo electrónico hasta los votos nulos” (¡Mario Silva
dixit!) ¿Suena familiar? ¡Qué paradoja tan parajoda!
En realidad la mayoría electoral de las fuerzas democrática es del
56,5%, lo cual es considerable y representa un crecimiento significativo y
sostenido, pero, siendo la MUD una alianza heterogénea de muchos partidos,
cualquier resquebrajamiento puede hacer mella en la ventaja del 15,5% que tiene
ahora frente al PSUV.
La capacidad de mantener y fortalecer la unidad de las partes y la
cohesión de sus corrientes internas, será clave para el futuro de cada uno de
los dos grandes bloques políticos.
Después de la enorme erupción del Volcán 6D, la lava aún está en
ebullición y baja ardiendo impetuosa por las laderas.
Antonio Machado
“Ni el pasado ha muerto
ni está el mañana escrito”
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