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miércoles, 6 de enero de 2016

La víspera del comienzo del final por @rricardorios1


Por Ricardo Ríos


Desde el 6D, en Maduro han sido tan importantes los hechos como las omisiones.

Ante la victoria de la ya casi-no-más oposición democrática, tuvo un momento de cordura al reconocer los resultados, para luego extraviarse en un laberinto de conductas discordantes que hacen dudar de su equilibrio emocional ¡Hasta inventó un quimérico fraude y se escondió una semana en Cuba! Bien podría confundir a cualquiera de sus biógrafos, si hubiese alguien interesado en escribir sobre su vida.

La corriente política de los triunfadores suele ser arrolladora y encandila al derrotado. Vaya que nos costó aprender que el chavismo ganó elecciones porque sacó más votos y contó con más maquinaria electoral, CNE incluido.

Maduro calla que la gente se organizó para cuidar sus votos en los centros y que la MUD supo canalizar ese entusiasmo hasta hacerlo victorioso. Se marcó, como en el fútbol, al PSUV frenando triquiñuelas y fraudes, hasta impedir las operaciones que enturbiaron la contienda Capriles-Maduro

El hilo conductor de todos los disparates ha sido esquivar su responsabilidad. Siguiendo a su psiquiatra Jorge Rodríguez, Nicolás asume la autocrítica de una manera evasiva, como cuando le construyó aquella derrota a Aristóbulo Istúriz en las elecciones de la CTV en 2001.

Ahora, como antes, saca una lista de culpables donde su nombre es omitido. De la tragedia a la comedia, Maduro esconde que el aparato electoral del PSUV, a pesar de contar con todos los recursos del estado, fue derrotado organizativamente por la MUD.

Le pidió la renuncia a sus ministros y a la DN del PSUV, pero todos siguen enchufados intercambiando insultos y acusaciones oblicuas sobre corrupción y negligencia, sin sanciones. Un equilibrio de complicidades digno de la Cosa Nostra.

La DN del PSUV convocó a un congreso extraordinario sin conclusiones y a un cónclave sobre economía socialista, que disolvieron cuando sus participantes desmontaron el cuento de la guerra económica, reconociendo el fracaso de su política. Delirantes, los tapadores de oficio llegaron a insinuar que Alí Rodríguez y Jesús Farías eran unos neoliberales.

El peor “mejor amigo” de Maduro extendió sus funciones como presidente de la AN hasta el último minuto para impedir, con su espuria y menguante mayoría, el buen desempeño del nuevo parlamento.

Como guinda de semejante torta, inventaron unas impugnaciones a destiempo, tan mal redactadas que sus propios magistrados express de la Sala Electoral del TSJ las rechazaron en dos oportunidades, aceptando una cargada de vicios.

En la otra acera, el país vio cómo los sectores democráticos resolvieron sus diferencias de manera franca, con la elección del nuevo presidente de la AN, el que no ganó dictó los lineamientos de la gestión. Con serenidad y firmeza se defienden los votos que eligieron a los 112 diputados que le abrirán las puertas a los represados torrentes democráticos que corren por nuestras venas.

Esto comienza a terminar. Vamos bien

05-01-16




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