Rodrigo Donoso 13 de febrero de 2016
¿A qué
va el Papa a México? Con honestidad y sinceridad puede que muchas personas se
estén haciendo esta pregunta. ¿Cuál es el sentido? Y el Papa, con su cercanía y
sencillez que le caracteriza, responde: “Voy a México como un peregrino”,
“quiero estar un ratito a solas con la Madre”.
Pero,
¿simplemente va a eso? Aparentemente, no. Si observamos, se ha organizado una
apretada agenda que da cuenta que aprovechará cada minuto de la visita,
compartiendo en lugares claves en del país, espacios simbólicos, para dar un
mensaje de esperanza a muchas realidades que aquejan no tan solamente a los
aztecas, sino que lamentablemente, en casi toda Latinoamérica.
En
efecto, uno de los puntos más importantes que desde hace años nos está
enseñando Francisco, es que “el tiempo es superior al espacio”. ¿Qué quiere
decir esto? En palabras sencillas, estamos frente a un principio propuesto por
él, que le ha permitido trabajar mirando el horizonte, sin obsesionarse con el
corto plazo, ni enredarse en reduccionismos que buscan sólo resultados
inmediatos. La sociedad contemporánea nos dice: “Voy a esto para conseguir
aquello”, “Hago esto sólo en la medida que obtenga lo otro”. El “quid pro quo”
es un típico razonamiento que mantiene vivo el siglo XXI. Sin embargo, el Papa nos enseña que los
procesos son más importantes que los resultados, que las cosas que están
pensadas en un sentido temporal sincrónico son superiores a las diacrónicas. No
hay que aferrarse a los espacios, como por ejemplo, los espacios de poder, sino
que privilegiar los tiempos, pensar y actuar para el largo plazo y no los
resultados para hoy. Nos motiva a que, de una vez por todas, dejemos ese
sonsonete contemporáneo largo y aburrido, para muchos motivos de obsesión
compulsiva, de pensar en los resultados, aquí y ahora. El mundo contemporáneo
nos dice: “¿largo plazo? ¡Qué va, eso es para perdedores!”, Francisco nos
motiva a pensar todo lo contrario: a privilegiar el tiempo por sobre el
espacio.
El
Papa va a México “simplemente” como un peregrino. Pero como hemos visto, eso ya
es un gran objetivo. Una meta de tiempo, no de espacio. Esto puede que al mundo
le cueste entender. Ayudemos a cambiar esta mirada y también a cambiar la
nuestra: ¿Qué privilegiamos en cada una de las cosas que emprendemos en
nuestras vidas: el tiempo o el espacio?
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