Por Leonardo Morales P.
Siempre será saludable
insistir una y otra vez en la necesidad de que a través de los mecanismos
institucionales se busque una salida a la crisis del país, en el entendido de
que las dificultades presentes no se limitan exclusivamente a las penurias que
pasan los venezolanos diariamente.
La crisis tiene un origen que
debe ser atacado con firmeza, sin dudas ni contemplaciones. El país siempre
podrá estar peor pero es obligación de la nueva mayoría democrática en la AN,
legitimada por el voto popular, avanzar hacia las medidas que conduzcan al país
y a sus habitantes hacia la concreción de una vida que tienen razones de
valorar, y ésta no es la que legó Chávez y que ahora administra Maduro.
En Venezuela aun cuando muchos
suponen que hay un gobierno siempre están presentes dos interrogantes: ¿quién
gobierna? y ¿cómo gobierna? Ambas preguntas está relacionadas con la forma del
gobierno político. Temas tan obvios están hoy sumidos en una profunda incertidumbre:
cuántos no dudan acerca de quien ejerce el poder político aun cuando hay
alguien que fue proclamado por el ente electoral. Sobre la segunda ya vamos
para 16 años de dudas; el empeño del Ejecutivo en obstaculizar el papel de la
AN como institución representativa del pueblo revela su consideración respecto
de sus integrantes como seres heterónomos, sin autonomía, frente al poder
político que se pretende ejercer desde el Ejecutivo.
La situación es más terrible
cuando observamos inexistencia de eficacia en las ejecutorias del gobierno,
cosa no muy difícil de apreciar por lo escasas. Transcurrían los terrible días
de la II Guerra Mundial cuando Churchill en su condición de Primer Ministro
británico dijo en unos de sus discursos al pueblo “No tengo nada que ofrecer
sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.” Ya sabemos lo ocurrido: los
Aliados ganaron la guerra. Maduro vive en ropa de campaña librando guerras
ficticias que no gana. Pide compresión pero no es eficaz; uno de sus ministros
estrella prometió resolver la crisis eléctrica en 100 días, pasó cerca de dos
años en el cargo y fracasó. Hablaron de soberanía alimentaria fracasaron y
mintieron al país.
No hay eficacia para resolver
los problemas más urgentes y vivimos en una emergencia perenne. Hasta cuando
los venezolanos resistirán vivir de urgencia en urgencia: hasta cuando los
racionamientos de agua, hasta cuando la reducción del suministro eléctrico,
hasta cuando las colas para adquirir alimentos, hasta cuando los padecimientos
de los enfermos por falta de medicinas, hasta cuando los hospitales sin poder
dar debida atención médica, hasta cuando alarmados por la inseguridad, hasta
cuando…
Bien, así viviremos mientras
no se nombren ciudadanos competentes para dar respuesta a las urgencias y se
diseñen y ejecuten políticas económicas que reanimen el aparato productivo.
Todo eso y mucho más se cristalizará cuando haya un cambio de régimen político,
un cambio de gobierno.
12-02-16
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