Por Luis Manuel Aguana, 12/07/2016
Cualquiera creerá al leer el título de esta nota que quien lo escribe
está en contra de la institución del diálogo. Parece, pero no es así. Se
dialoga cuando dos partes en disputa acuerdan llegar a un cese de hostilidades.
Eso ha pasado en la historia del mundo un sinnúmero de veces en conflictos
bélicos con miles de muertos. Entonces nadie podría estar en desacuerdo con el
diálogo como mecanismo para hallar caminos de entendimiento y de paz entre
grupos en conflicto. Pero en Venezuela ese “diálogo” que auspicia el régimen no
es tal diálogo en el sentido que todos conocemos; o peor aún, cada parte,
incluyendo la OEA, tiene una interpretación diferente de esa institución para
que esta pueda ser aplicada con éxito a la situación que vivimos los
venezolanos. Veamos esto en detalle.
Visto desde la perspectiva de la OEA, institución que discutió el
problema venezolano en su Consejo Permanente con un detalle inusitado nunca
antes visto allí (ver ¿Y qué hacemos con ese Informe?, en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/06/y-que-hacemos-con-ese-informe.html)
luego de un informe demoledor para el régimen que desgobierna este país, la
organización se pronuncia por un “dialogo efectivo entre el gobierno y laoposición con
el fin de encontrar alternativas para favorecer la estabilidad política, el
desarrollo social y la recuperación económica de la República Bolivariana de
Venezuela...”, pero dando su respaldo a la iniciativa de los mediadores puestos
por el régimen (ver Esta es la Resolución de la OEA sobre Venezuela.
Entonces, cualquier observador incauto fuera de Venezuela, que no
conozca lo que pasa aquí diría: ¿y cuál es el problema en que se sienten a
negociar?, viéndolo como un “conflicto” en donde la oposición por alguna razón
“no deja gobernar al gobierno” y lo que hay es que ver es cuales son los
problemas y negociar esos conflictos con mediadores de buena fe.
Visto así, desde la perspectiva de la OEA, este es un conflicto, en el
que independientemente de los mediadores –así sea pagados por el régimen-,
“dialogando” se llegaría a conformar la estabilidad política del país. Como se
verá, esta perspectiva es aséptica y como tal alejada remotamente de la
realidad política del país. Nuestro conflicto con el régimen no es de un
“estándar” que pueda ser encuadrado en una solución de “diálogo” de acuerdo a
la semántica diplomática usual utilizada para cualquier otro conflicto, como
pudiera ser el de Colombia. Entonces desde la OEA se promueve una solución que
no es la adecuada al problema que tenemos. En otras palabras, el diálogo que
proponen no tiene nada que ver con lo que pasa aquí.
Ahora bien, desde la perspectiva del régimen, una solución de “diálogo”
no es más que el instrumento que busca “negociar” para ganar tiempo y no
realizar el Referendo Revocatorio en el 2016, o bien para retrasarlo hasta el
año entrante con la finalidad de quedarse en el poder, al menos hasta el 2019.
En esto le acompañan ciertos factores de la oposición oficial que lo han
promovido conjuntamente (esto es, aquellos que negociaron en primera instancia
en Republica Dominicana) y han aceptado ya a sus mediadores y condiciones.
Es de hacer notar aquí que si de diálogo se trata, y se toma en cuenta
la definición internacionalmente reconocida de mediador, este debe ser escogido
por las dos partes, no por una sola. Y en todo caso, de existir mediadores de
cada parte, como lo son ya del régimen los ex Presidentes Zapatero, Fernández y
Torrijos, faltarían los mediadores de la oposición, habiendo luego claramente
que escoger al menos uno de común acuerdo, si es el caso de que ambas partes
los tengan. Es por eso que algunos opositores rechazamos categóricamente los
facilitadores escogidos por el régimen de Maduro como únicos facilitadores del
conflicto y lo expresamos públicamente (ver La oposición rechazó a los
mediadores elegidos por Maduro
Entonces, lo que el régimen llama “diálogo” no es lo mismo que la OEA
llama “diálogo”, y menos aun lo puede ser si quienes lo “facilitan” y son
respaldados por la Resolución de la OEA, ya tienen posiciones adelantadas en
relación al verdadero conflicto que tenemos en Venezuela. Pareciera que la OEA
entonces fue engañada en su buena fe al llegar a la conclusión que si luego de
un informe que señala a un régimen violador de Derechos Humanos y toda
normativa civilizada, este se vaya a subrogar a un “diálogo” en los términos
generalmente aceptados por la comunidad internacional.
Pero lo más interesante, por no decir más grave, es la acepción de
“diálogo” que tiene la oposición oficial venezolana. Para ellos al parecer el
“dialogo” es….¡nada! ¿Y porque digo esto? Porque las condiciones que exige para
sentarse a “dialogar” es que en Venezuela exista Estado de Derecho, esto es: 1)
que el régimen cumpla la Constitución y permita el Referendo Revocatorio; 2)
libere a los Presos Políticos; y 3) respete las decisiones de la Asamblea
Nacional. Todo esto sumado a que existan mediadores de la oposición y se hagan
las negociaciones en Venezuela (ver Sumarium, “Si el gobierno no acepta las
condiciones, MUD solo se reunirá con mediadores”, en
En otras palabras, para sentarse a “negociar” le están pidiendo al
régimen algo que el castro-chavismo-madurismo no tiene en su naturaleza
cumplir, porque si lo hicieran de entrada no estaríamos hablando de esto ni
tendríamos que ir a ningún diálogo. Están pidiendo un contrasentido. Al menos
el régimen quiere negociar algo: ¡el Referendo Revocatorio! Y eso en estricta
lógica no puede ser negociable porque es una obligación constitucional que debe
ser acatada por todos los venezolanos y en especial por un poder
“independiente” como el CNE. Pero como este es un régimen de delincuentes que
tiene bajo secuestro una población entera, es lógico que pidan rescate por los
rehenes –todos nosotros-, y su pago se lo exijan a quienes nos “representan”
bajo la especie de entregar el Revocatorio. ¡Los delincuentes si lo tienen
claro! Quienes no lo tienen tan claro son nuestros “representantes”…
Por alguna razón, interesada o no, no tienen claro cuál es la situación
real de los venezolanos para aplicar las soluciones correctas, entrabando a
nuestros aliados naturales en el exterior, como lo demostró ser el Secretario General
de la OEA, Luis Almagro, al presentarse como el principal defensor de los
venezolanos a escala hemisférica. No se puede confundir diálogo y negociación
con delincuentes en situación de rehenes.
Entonces, ¿que “diálogo” puede haber aquí? No se puede dialogar con
delincuentes. Cuando hay una situación de rehenes lo primero que hace la
policía es poner a hablar a un negociador. Y cuando ya la cosa entra en crisis
–como generalmente pasa porque los delincuentes no suelen entregarse-, entonces
entra el escuadrón “SWAT” (en inglés: Special Weapons and Tactics, en
español Armas y Tácticas Especiales) o la policía especializada en estos
menesteres, para sacarlos y resolver la crisis. Eso es lo más parecido a lo que
pasa en Venezuela para todo el que nos vea desde el exterior. Entonces, no hay
conflicto que amerite diálogo entre dos partes, sino un secuestro de quienes
gobiernan en contra de una población indefensa y que amerita otra solución.
En consecuencia, Venezuela no necesita “diálogo”, necesita que la
Constitución se cumpla, tan sencillo como eso. La Constitución es ahora un
yunque atado con una cadena al cuello de un régimen que se está hundiendo. Por
eso echa mano de cualquier artimaña para perpetuarse. Lo que necesitamos es la
ayuda y la presión de nuestros aliados fuera del país para que se cumpla el
mandato constitucional, porque la población ya está clara en lo que tiene que
hacer. Es un tema de la supervivencia de un pueblo. Si la oposición oficial se
sienta a negociar algo con estos delincuentes, tengan la seguridad que no será
nada bueno para los venezolanos, y tendremos que rechazarlo con todas nuestras
fuerzas, porque ese diálogo sin sentido no sería un diálogo entre dos partes en
conflicto. Sería una negociación entre delincuentes.
Twitter: @laguana
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico