Por Luis Vicente León
La lucha por el Referendo
Revocatorio que está dando la oposición, pese a todos los obstáculos,
bloqueadores y abusos de poder impuestos desde el gobierno, es un síntoma y un
símbolo político importante que no debe menospreciarse.
Primero, porque se trata de
la defensa de un derecho constitucional. Luchar para ejercerlo, contra viento y
marea, es luchar por la democracia y la paz. Segundo, porque, lográndolo o no,
esta acción pone en manifiesto la debilidad del soporte popular del gobierno y
su necesidad de usar subterfugios y artificios para sostenerse en el poder como
sea, incluso debilitando su imagen ya no sólo frente al país, sino además a
nivel mundial, incluyendo a esos aliados que hoy no ven en Venezuela la promesa
de la revolución “esplendorosa” y “popular” de Hugo Chávez, sino los restos de
ella, tratando de sostenerse a como dé lugar frente a quienes la ven con
vergüenza, pena o rabia.
Sin embargo, esto no quiere
decir que el gobierno es débil en cuanto al control de las armas, los medios,
la plata y las instituciones. Pero ya es claro que la mayoría contundente de la
población quiere un cambio de gobierno y de modelo, algo que tarde o temprano
conseguirán. Esto ya inició y no va a detenerse.
La decisión del CNE sobre
validar el 1% de las firmas demuestra, en mi opinión, que los requisitos fueron
cumplidos contundentemente. Y está a la vista de todos que el gobierno sabe que
impedir ese evento de manera total, contra una población que desea un cambio y
está participando activa y pacíficamente para conquistarlo, sería
extremadamente riesgoso. Algo así podría encender una chispa que a nadie le
conviene, de modo que al parecer han decidido enfocar la estrategia en demorar
el evento para cruzar la frontera del 2016, porque con las cosas como están el
PSUV no puede matar el derecho a medirse en un futuro. De esta manera pretenden
poner en riesgo la canalización de la energía del cambio y, al mismo tiempo,
evitar que esa energía se transforme en convulsión y conflicto.
Es posible que el gobierno
logre articular toda la demora que busca. Tiene el control institucional para
hacerlo. Ahora, cada nueva violación flagrante de la Constitución los obliga a
poner patrimonio político sobre la mesa… y ya no tienen mucho.
Desde Miraflores pueden
demorar la llegada del Referendo Revocatorio, pero no podrán evitarla. Mientras
lo intentan, su capital político se desgasta y se desdibujan frente a propios y
extraños.
No es sencillo que el
Referendo Revocatorio ocurra este año. Y ese escenario podría debilitar la
esperanza de cambio y salida en muchos. Y si bien es cierto que la oposición
corre el riesgo de que la frustración invada a su gente, en caso de no
conseguir su objetivo específico, no queda duda que seguir la batalla por la
vía de la justicia y lo legal obligará al chavismo a desgastarse públicamente
intentando evitarlo. Es la mejor opción que tienen. Incluso si el final de esta
historia no es un referendo en el tiempo adecuado, la lucha no terminará ahí y
podría ser el punto de partida de una negociación futura y con el chavismo
siendo víctima de una gran presión política.
Pero ahora, justo ahora, el
Referendo Revocatorio es una pieza fundamental que aumenta la capacidad de
presión y negociación opositora, algo nada despreciable para buscar otros
cambios fundamentales que puedan abrir camino estables hacia el futuro.
02-08-16
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