ANDRÉS OPPENHEIMER 04 de agosto de 2016
@oppenheimera
El viaje
del secretario de Estado John Kerry a Sudamérica fue planeado para que asista a
la inauguración de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, pero será una
excelente oportunidad para que se reúna con los presidentes de Brasil,
Argentina y Paraguay para hablar sobre la creciente crisis humanitaria en
Venezuela.
Kerry
hará mucho más que mirar los fuegos artificiales en Río. El secretario de
Estado se reunirá allí con varios jefes de estado, y visitará también Paraguay
y Argentina antes de regresar a Washington. Según me dijo un alto funcionario
estadounidense: “Venezuela estará ciertamente en la agenda de las discusiones”.
Sea o
no sea una coincidencia, Paraguay, Argentina y Brasil fueron los países que –en
ese orden–anunciaron en días recientes su oposición a que Venezuela asumiera la
presidencia rotativa del Mercosur, señalando que Venezuela no ha cumplido con
los compromisos democráticos del grupo.
El
bloque del Mercosur tiene una presidencia rotativa que cambia cada seis meses,
y que fue ocupada por Uruguay hasta el 30 de julio. La democión de Venezuela
–incluso después de que el país se proclamara unilateralmente presidente del
bloque– fue una de las derrotas diplomáticas más vergonzosas para Venezuela en
los últimos tiempos.
Entretanto,
Venezuela se está convirtiendo rápidamente en una dictadura cívico-militar con
una creciente crisis humanitaria. Se estima que la economía de Venezuela caerá
un 10 por ciento este año. Según los pronósticos más optimistas, la inflación
será del 500 por ciento este año –la mas alta del mundo– y del 1,700 por ciento
el año próximo. Los estantes de los supermercados están semi-vacíos, hay
escasez de medicinas esenciales.
El
presidente Nicolás Maduro ha colocado a militares a cargo de la mayor parte del
gobierno para evitar un caos aun mayor, y firmó un decreto estilo cubano que
permite al gobierno reclutar a la fuerza a los venezolanos para que trabajen en
el campo. Amnistía Internacional, el grupo defensor de los derechos humanos, ha
descrito la medida como “equivalente al trabajo forzado”.
Mientras
la violencia callejera alcanza récords sin precedentes, y Venezuela se hunde en
el caos, Maduro y sus jefes militares parecen estar cerrando todas las avenidas
para una normalización política y económica.
A
pesar de la victoria abrumadora de la oposición en las elecciones legislativas
del 6 de diciembre que le dio el control absoluto de la Asamblea Nacional, el
Tribunal Supremo de Justicia controlado por Maduro ha bloqueado ilegalmente
casi todas las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional.
Y a
pesar del hecho de que más del 70 por ciento de los venezolanos quieren que
Maduro abandone su cargo a través de un referendo revocatorio que está permitido
por la Constitución, el gobierno está poniendo todo tipo de obstáculos.
Maduro
está usando tácticas dilatorias para posponer el referendo revocatorio hasta el
año próximo, cuando –bajo la Constitución– no habría una elección general para
reemplazarlo. Según la ley, si el revocatorio se celebrara después de la mitad
del mandato de Maduro, el 10 de enero del 2017, y se decidiera revocarlo, sería
reemplazado por su vicepresidente, que gobernaría hasta el final de su mandato
en 2019.
El
Consejo Nacional Electoral, también controlado por Maduro, exige que la
oposición reúna en un plazo de tres días 4 millones de firmas pidiendo el
referendo revocatorio, pero está dilatando la decisión sobre la fecha para el
voto, y postergando la habilitación de las máquinas de votación. A menos que
Maduro deje de sabotear el proceso, será muy difícil que se pueda realizar el
referendo revocatorio este año.
Mi
opinión: Cuando Kerry se reúna con los presidentes de Brasil, Argentina y
Paraguay, debería tratar de convencerlos de que suspendan a Venezuela de
Mercosur y de Unasur, a menos que Maduro permita el revocatorio antes del 10 de
enero del 2017.
Si
Maduro no es presionado por sus vecinos en las próximas dos semanas para que
permita realizar el referendo revocatorio este año, será demasiado tarde, y se
habrán agotado los caminos para una resolución pacífica de la crisis
venezolana. El mensaje de Kerry debería ser que queda muy poco tiempo para
evitar una catástrofe mayor en Venezuela.
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