Por Henrique Capriles
Nuestro querido pueblo, hace
escasas horas recibimos el 2017. Por mi parte comenzamos este año con la
intención y vocación intactas de sacar a nuestro país adelante. 2017 tiene que
ser año de cambio, año de la recuperación del sagrado derecho al voto, del
ejercicio pleno de nuestra soberanía.
2017 debe encontrarnos con
nuestro talante libertario, ese que nos ha acompañado por el camino de toda
nuestra historia como nación. Es el momento propicio para recuperar nuestro
espíritu de lucha, para reencontrarnos con nuestra irreverencia y alegría.
Debemos sepultar el pesimismo
y dejar atrás ese sentimiento fatídico de que Venezuela no tiene solución, ese
sentimiento de desesperanza que quieren que sintamos los venezolanos y nos
acostumbremos a lo malo, eso hay que dejarlo atrás, porque nuestra Venezuela sí
tiene solución y de ello estamos convencidos.
En este 2017 debemos ser de
nuevo esa nación bendecida, pujante y decente que fue cobijo y suelo firme de
muchos que dejaron sus países de origen en busca de oportunidades y progreso.
El año que acabamos de dejar
atrás estuvo marcado por violaciones de un gobierno que se ha empeñado en
robarnos todo. Recibimos más atropellos que nunca. Lo último que nos robaron
fue el Revocatorio, un derecho consagrado en nuestra Constitución, y pese a que
el gobierno se empeñe en pisotear nuestra Carta Magna, es nuestra obligación
como venezolanos defenderla.
Los días finales del año
estuvieron marcados por el desespero, desespero por los costos de los alimentos
tradicionales, desespero por no poder brindarle a tus hijos el Niño Jesús que
se merece, y se le sumó el desespero por la falta de liquidez, debido al último
invento y locura de Nicolás Maduros de sacar de circulación el billete de 100
bolívares de golpe y porrazo.
Los especialistas recomiendan
al gobierno que no siga improvisando en esa materia, más aún cuando el gobierno
anunció que hay 60 millones de billetes de 500 bolívares en el territorio
nacional que ahora dicen que serán distribuidos en la primera semana de enero,
mientras se acorta la circulación del papel de 100 bolívares.
Ese papel moneda apenas
significa 1,21% de los 4 mil 944 millones de billetes de 100 bolívares.
Sencillamente, el país no está preparado para el retiro del billete de 100, se
tiene que mantener hasta que entre en circulación el nuevo cono monetario para
que el país se mantenga estable en esa materia.
El 2016 dejó demasiadas luces
de la catástrofe que significa Nicolás Maduro en el ejercicio del poder. Los
delitos por hambre recrudecieron. Cerca de 6 mil protestas se llevaron a cabo
obviamente por violación de garantías, 71% por derechos económicos, sociales y
culturales y 26% por alimentos y todas fueron espontáneas. El número de saqueos
aumentó 200% con respecto a 2015.
Es inaceptable que junto a
Somalia, seamos los únicos dos países del mundo en donde reapareció la malaria,
enfermedad que fue erradicada en Venezuela entre los años 50 y 60. Y si de asistencia
médica pública se trata, la mal llamada revolución tiene al pueblo desasistido,
no solo por la escasez de medicamentos que ya ronda el 80% en muchos productos,
sino porque además en los 240 hospitales públicos no funciona el 32% de las
camas ni el 48% de los pabellones quirúrgicos, cifras conservadoras.
El caos estuvo presente por
los cuatro costados del país. Los corruptos que momentáneamente mantienen el
poder nos llevaron a cerrar 2016 con cerca de 28.500 personas fallecidas
como muertes violentas. Eso significa, 91,8 homicidios por cada 100.000
habitantes.
Es una completa desgracia que
nos hayamos convertido en el segundo país más violento del mundo, antecedido
por El Salvador y seguido por Honduras que registran 103 y 59 homicidios por
cada 100.000 habitantes, respectivamente.
La violencia está acabando con
el futuro del país. La impunidad nos come día a día y por eso la violencia es
usada como mecanismo para resolver conflictos. Van más 200 mil muertes en
el país en los últimos años. El Gobierno lleva 17 años sin resolver el problema
de la violencia. Han presentado innumerables planes de seguridad y todos han
fracasado.
Lo más increíble es que el
gobierno lejos de reconocer el caos, huya permanentemente hacia adelante y no
acepte sus responsabilidades, si no hay agua es porque los venezolanos nos
bañamos mucho, si no hay comida es porque los venezolanos comemos mucho, si no
hay papel higiénico es porque los venezolanos vamos mucho al baño, es decir,
ellos no son responsable de nada y los venezolanos o enemigos imaginarios del
exterior son los culpables de todo.
Lo cierto de todo esto, es que
el venezolano desarrolló conductas de supervivencia ante un entorno hostil y
cambiante. A pesar de la insoportable incertidumbre y confusión, nuestra mayor
fortaleza somos nosotros mismos. Ese venezolano que la llamada revolución quiso
destruir, pero no pudo, y que ahora se convirtió en el mayor obstáculo para su
permanencia. Ese pueblo que se ha convertido en la mayor amenaza a los
corruptos que nos gobiernan. Ese pueblo que ve secuestrado su derecho a ejercer
la soberanía, porque no lo quieren dejar votar.
En ese pueblo noble y
trabajador confío en este año que acaba de comenzar. Apuesto a su fuerza para
ese cambio de rumbo del país en 2017. Son la esperanza. Nuestra patria está
esperando por todos y no debemos defraudarla. ¡Que dios bendiga a nuestra
Venezuela! ¡Un abrazo grande de inicio de Año Nuevo!
01-01-17
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