Por Simón García
Mientras disertamos sobre si
estamos en una dictadura, un autoritarismo competitivo o un totalitarismo todas
las catástrofes económicas y sociales caen sobre el país y el gobierno se
empeña en ir contra la Constitución, la democracia y la economía. En los dos
últimos años las políticas oficiales han desatado las peores plagas
destructivas, en especial contra los sectores populares.
Mientras se hacen esfuerzos
por retomar la ofensiva de la oposición en defensa de la Constitución, Maduro
se obsesiona en violarla y desacatarla. No hay que explicar la amenaza del
hambre cuando constatamos el incremento de gente comiendo basura. Es imposible
mantener la ilusión de que vivimos en una democracia, frente a la creciente
agresión a los derechos y la descomposición indignante de la élite gobernante.
Un gobierno que se militariza
y nos impone con violencia la monstruosidad jurídica de anular y sustituir a la
AN a punta de sentencias que vulneran y desacatan la Constitución ya no puede
solicitar un falso diálogo. Si quiere la estabilidad debe dejar de actuar como
el fundamental agente de la desestabilización.
Vivimos una dictadura, del
tipo que se quiera calificar, que no está dispuesta a promover ninguna
elección, a menos que la sociedad democrática, fundamentalmente los actores
internos, se lo imponga política y pacíficamente. Es una tarea bien difícil,
aun en las condiciones de pérdida de apoyo que experimenta la cúpula, que
requiere que en el oficialismo surjan demandas para que el gobierno se
recoloque en los rieles democráticos.
Es necesario que las
principales élites den un paso para pasar a concretar consensos positivos y
abrir un proceso que permita a los venezolanos recrear la democracia y
reconstruir la economía. No es una tarea sólo de la MUD ni un interés que se
reduzca a la oposición, aunque la MUD debe asumir con urgencia la misión de
articular la diversidad de energías de cambio actualmente desconexas y
desaprovechadas.
La nueva MUD está en la
obligación de reflexionar críticamente sobre los fallos cometidos durante 2016.
Pero, superar el año perdido lo que exige es concentrar todas las voluntades en
no repetir la historia, y volcarse a: 1, Acordarse en torno a una mínima
estrategia común. 2, Reconducir su fuerza hacia una presencia, directa y
sistemática, en todos los segmentos sociales a los que pueda llegar. 3,
Encausar y alinearse con la enorme solidaridad internacional que pide el
restablecimiento de la democracia. 4, resituar el papel de una negociación con
miras a fijar las elecciones de gobernadores y explorar las bases de un gran
acuerdo nacional para la transición. 5. Mejorar la relación con la mayoría del
país que rechaza las políticas de Maduro, pero no se identifica con la MUD. 6,
Formular un mensaje institucional sobre la responsabilidad de la Fuerza Armada
y de las instituciones públicas con los cambios que el país exige. Sin cambios
no hay estabilidad, sin sustitución del actual modelo no habrá combate eficaz a
la crisis que nos devora. El enfrentamiento fanático puede ser evitado.
09-03-17
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