Por María Victoria Fermín
Hace 15 días una alumna del
turno de la tarde en la escuela Adolfo Navas Coronado, que está ubicada en Las
Minas de Baruta, se desmayó camino a clases. Vecinos del sector la acercaron al
plantel porque llevaba el uniforme. La última comida que había hecho era el
almuerzo del día anterior: un plato con yuca.
Antonina Damico, directora de
la institución, afirmó que anécdotas similares se han vuelto frecuentes. “Los
niños llegan con los labios muy blancos, nos dicen: ‘Profe, no aguanto el
hambre’, y lo peor es que pareciera que lo ven natural. Justifican que no hay
comida, que sus mamás no tienen para comprar”, relató.
Esta realidad motivó a la
Dirección de Educación de Miranda a reactivar el Programa Escuela
Solidaria, que se realizó por primera vez en agosto del año pasado, cuando
abrieron durante las vacaciones los planteles en las zonas más vulnerables para
que los alumnos pudieran al menos hacer una comida al día.
“Tenemos identificados un poco
más de 8.000 niños en 120 escuelas adscritas a la gobernación que tienen riesgo
nutricional. Comenzaremos con 32 instituciones abiertas y esperamos el sábado
que viene completar las que falten para llegar a 114. Si todo sale bien
llegaremos a los 120 planteles”, indicó el jefe de Educación de Miranda, Juan
Maragall.
El educador afirmó que las
escuelas tienen que adaptarse a las nuevas realidades de los niños, ya que entre
sus funciones está la protección de sus derechos. Advirtió que este tipo de
programas fortalece el nexo entre la comunidad y la escuela, pues los padres
valoran el esfuerzo que se hace desde estos espacios para que sus hijos estén
mejor.
Ayer en el Adolfo Navas
Coronado el bullicio y la cantidad de escolares hacían pensar que se trataba de
un día normal de clases, sin embargo, los niños estaban ahí para alimentarse.
El menú: arroz con pollo y una naranja.
“Aquí convocamos a 120 niños y
vinieron todos. Estamos emocionados, pero a la vez conmovidos porque en el
fondo están ahí por hambre, y nos preocupa el grado de necesidad que tienen”,
comentó Maragall. Agradeció a los docentes por el trabajo voluntario.
María Carolina Manzo,
nutricionista del Programa de Alimentación Escolar de Miranda, Mipae, explicó
que junto con los docentes construyeron una herramienta que ha permitido
diagnosticar a los menores que han disminuido sus reservas calóricas.
El procedimiento consiste en
medir la circunferencia del brazo del niño y compararla con unos indicadores
que se relacionan con la edad.
19-03-17
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