Por Unidad de Investigación
Runrunes
Más allá de la solemnidad y la
magnificencia con que los líderes y la militancia del chavismo se refieren al
legado de Hugo Chávez, la realidad lo que muestra es la fotografía de un país
en ruinas. Un territorio conocido ahora por una larga lista de registros
negativos, que sirven para identificar a Venezuela internacionalmente como la
nación más corrupta del continente, la segunda con más homicidios en el mundo o
la tierra donde el papel tualé no existe.
Después de 17 años de
“revolución”, Venezuela también es el país del “socialismo” menos equitativo,
donde sus líderes se desplazan en Hummer y hacen mercado en Aruba, mientras el
pueblo deambula de cola en cola para adquirir —con restricciones— los pocos
alimentos que se consiguen. O el país de las excusas más insólitas, donde una
iguana es responsable de un apagón nacional y un hombre admite que va perdiendo
la guerra sin armas —la guerra económica— que él mismo creó.
Las curiosidades son
infinitas: el país donde la política se confunde con la farándula —El Potro,
Roque Valero, Nacho y otra decena—, el país donde el Gobierno es el principal
enemigo de las instituciones del Estado, y así hasta llegar al hombre con el
pie más grande del mundo, éste sí validado por el Guinness World
Records.
El equipo de investigación de
Runrunes recopiló 13 récords que reflejan la destrucción que inició “el
comandante galáctico” en 1999 y que profundizó su heredero, Nicolás Maduro. A
cuatro años de su “siembra”, gracias a su legado hoy somos:
Unidad de investigación
Runrunes
Venezuela es el país más
corrupto de América Latina y el noveno en el mundo por segundo año consecutivo.
Tan dudoso honor le fue conferido en el Índice de Percepción de la Corrupción
(CPI) del 2016, que desde 1995 elabora cada año la organización Transparencia
Internacional.
Pero no es una novedad que
Venezuela tenga la peor calificación regional por temas relacionados con la
corrupción. En realidad, mantiene una tendencia negativa que registra en la
última década. Con 17 puntos (dos puntos peor que la calificación del 2014), el
2016 se ubicó junto con Irak en el puesto 166 de 176, por detrás de naciones
como Guatemala (puesto 136), Nicaragua (145) y Haití (159).
La medición se basa en
estudios y encuestas que recogen la percepción de expertos sobre la corrupción
en el sector público de distintos países.
El ranking de Venezuela como
máximo exponente de la corrupción regional cuestiona los resultados de la
gestión del Cuerpo Nacional contra la Corrupción que creó Nicolás Maduro en
2014, un organismo adscrito a la presidencia al que asignaron un equipo de
fiscales y funcionarios policiales. El gobierno del sucesor de Hugo Chávez no
niega que haya irregularidades, pero las atribuye a casos puntuales y
coyunturales y no a la estructura.
En el otro extremo, se
encuentran Uruguay y Chile como las naciones más transparentes de América
Latina (21 y 24 respectivamente) mientras que los países nórdicos Dinamarca,
Nueva Zelanda y Finlandia encabezan la lista internacional. Transparencia
Internacional identifica características claves: altos niveles de libertad de
prensa; acceso a información sobre presupuestos que permite al público saber el
origen del dinero y cómo se gasta; altos niveles de integridad de los
funcionarios públicos y poder judicial independiente.
Basta revisar estas razones y
las condiciones en la que se encuentran los países mejor rankeados para
entender por qué Venezuela no ha mejorado su posición en el listado.
En febrero de 2014 Venezuela
llegó a ser el país con la inflación más alta del mundo y en ese puesto se ha
mantenido desde entonces. Los venezolanos que en aquél momento iban
acostumbrándose a la variación mensual de precios, hoy luchan por conseguir
dinero suficiente para comprar lo que necesitan lo más rápido posible, porque
mañana el precio será más alto.
La última cifra oficial que se
posee es de diciembre de 2015, cuando el Índice Nacional de Precios al
Consumidor confirmó una inflación de 180,9%, muy distinta a la cifra de 56,3%
con que lidiaban los venezolanos en 2014. Y, a pesar de que el 2016 llegó y se
fue sin que el Banco Central de Venezuela diera a conocer cuánto subió todo, el
Fondo Monetario Internacional proyectó una inflación superior al 700% para el
cierre del año. La Asamblea Nacional también realizó su cálculo y concluyó que
el 2016 tuvo una inflación de 550%.
Con esto la Revolución
Bolivariana rompe su propio récord y se adjudica lo que no muchos países han
logrado, entrar en las filas de la hiperinflación. Es, exactamente, la 57º
nación en atravesar este problema económico, y la primera que lo hace en el
siglo XXI, de acuerdo a la Tabla
Mundial de Hiperinflación de Steve H. Hanke y Charles
Bushnell.
Hoy, Caracas lleva tres años
consecutivos en la cima de una cumbre que nadie quiere escalar y
desde esa altura mira cómo el IPC de capitales como Kiev (Ucrania), su más
cercana rival, llegó apenas a 40,3% luego de haber atravesado una guerra civil
el año anterior, y que el de Abuya (Nigeria), azotada por el terrorismo de Boko
Haram, se situó en 30,5%. Lejos, muy lejos, está el de una ciudad suramericana,
Buenos Aires (Argentina), cuya inflación interanual arribó a 14,3%.
Si los precios se aterrizan
con los costos de lo cotidiano, el drama venezolano es todavía más doloroso.
Una empanada cuesta hoy lo que hace un año costaba un combo de una hamburguesa
con papas y refresco, el mismo costo por el que se transaba hace ocho años el
alquiler de un apartamento en el noreste de Caracas: unos 1.600 bolívares. Por
una hallaca casera, en diciembre pasado, se pagó como mínimo Bs. 3000, con un
cero a la derecha más de lo que costaban en 2015, lo que en ese momento era 75
veces más de lo que se cancelaba por el platillo navideño en 2007.
Tome la tasa de desempleo,
agréguela a la inflación y tendrá el índice de miseria de un país. En
específico, sume la tasa de desempleo de 7,8% y la inflación 491,9%* y
tendrá a Venezuela, el país más miserable del mundo.
El Índice Mundial de Miseria
es calculado por la agencia Bloomberg basándose en la suma de la tasa de
desempleo y la de inflación que identifica a “las economías más dolorosas para
vivir y trabajar”.
Venezuela se ha mantenido en
el primer lugar de la lista desde hace tres años, cuando desplazó a Siria, y
según las proyecciones para 2017, logrará un cuarto año consecutivo como la
economía más infeliz del planeta. En el ranking de 65 casos de Bloomberg, el
país tiene la puntuación más alta: 499,7. Le siguen Sudáfrica con 32,2 y
Argentina con 30,9.
En 2014, el índice se basó en
un estudio del economista Steve Hanke, de la John Hopkins University, que
incluyó otras variables como el crecimiento anual del PIB per cápita y las
tasas de interés activas. El analista definió la miseria como el efecto que
tiene el deterioro de las variables económicas claves en la calidad de vida de
los ciudadanos en 89 países.
Las largas colas que a diario
se forman en los supermercados del país son apenas un reflejo de la Venezuela
miserable, que sufre de preocupaciones económicas por los bajos precios del
petróleo –el único rubro significativo que se exporta– y cuyos ingresos solo
cubren el 3,26% del Presupuesto Nacional 2017.
No hace falta mirar muy atrás
si se quiere ver cómo al venezolano se le ha minado su poder adquisitivo. La
promesa chavista de un “bolívar fuerte, una economía fuerte, un país fuerte”,
que venía con la reconversión monetaria aplicada en 2008, se transformó en una
falacia que nueve años después deben corregir con un nuevo cono monetario, y
con las mismas denominaciones del viejo bolívar.
Basta con hacer un poco de
memoria para ver cómo los sueldos se han hecho pedazos. En enero de 2007, el
salario mínimo estaba en 465.750 Bs. (lo que se traduce en 466 Bs. de ahora) y
esa cifra debía estirarse 4,4 veces para poder comprar todo lo que traía la
canasta básica –calculada por el Centro de Documentación y Análisis Social de
la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FMV)–, que valía entonces
2.053.625 Bs. (o 2.054 Bs. actuales).
Muchos lograban la proeza de
poder comprarlo todo e, incluso, un poco más. Ahora, diez años después, el
esfuerzo de aquella época debe ser 20 veces mayor. Con un salario de 40.638
Bs., la canasta básica –ubicada
en 832.259,95 Bs.– resulta inalcanzable.
La caída del bolívar tiene
anécdotas que ahora podrían considerarse un chiste, pero que ayudan a ilustrar
cómo se ha depreciado frente a las monedas extranjeras más poderosas. En enero
de 2012, Venezuela llegó al primer lugar del índice Big Mac de The
Economist, y así llegó a tener la hamburguesa más cara del mundo (US$9.08).
Luego, el país pasó a estar en
el último puesto del conteo con una hamburguesa valorada en US$ 0.66. El
fenómeno se explica por el salto abismal de la tasa de cambio, que está
controlada por el estado desde hace 14 años. Ahora, el precio se calcula en US$
5.25 por el tipo de cambio flotante del gobierno, aunque si se toma en cuenta
el cambio a dólar paralelo, valdría cerca de US$ 3.
El otro ejemplo tangible de la
debilidad del bolívar es el insuficiente valor de su nuevo billete de máxima
denominación –Bs. 20.000–, de los cuales se necesitarían 41 billetes para pagar
una canasta básica. Si la cuenta se saca con el de Bs. 100, el antiguo de mayor
denominación que aún posee la mayor circulación en el país, se necesita una
maleta con 8.322 billetes.
La escasez de productos
básicos en Venezuela va más allá de las cifras derivadas de los estudios
realizados por la encuestadora de Datanálisis o de las cifras que hasta enero
de 2014 el Banco Central de Venezuela dio cuando informó que la escasez de
bienes se ubicó en diciembre de 2013 en 22,2 %, lo que para ese entonces
representaba un alza significativa con respecto a diciembre de 2012, cuando la
escasez de bienes cerró en 16,3 %, según el BCV.
Aunque desde 2014 el BCV no ha
vuelto a publicar las cifras de escasez de bienes y Datanálisis en su estudio
más reciente advirtió que 8 de cada 10 de los productos básicos no se
encuentran en los supermercados, la realidad de la escasez en Venezuela se palpa
con sólo ver las colas que las personas hacen hasta por más de 12 horas, para
comprar productos que suelen estar ausentes de los anaqueles.
Aunque el gobierno de Maduro
ha implementado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) que
se encargan de vender una caja o bolsa con alimentos importados, estos solo
llegan al 17% de
la población y se presume que esconden
más de un guiso entre sus ítems.
Además, la escasez en el país
ha sido una oportunidad para los revendedores conocidos como “bachaqueros”,
quienes pueden vender un producto 22 veces más caro que su valor establecido.
Quienes no tienen tiempo para hacer colas, deben recurrir a este mecanismo y
pagar caro.
Los productos que están más
ausentes en los anaqueles de mercados y abastos son el papel higiénico, champú,
enjuague, harina pan, aceite, arroz y mantequilla. Basta con ver a un ciudadano
caminar por las calles de Venezuela con alguno de estos bienes para comprobar
cómo se le acercan personas, desesperadas, para preguntarle en dónde los consiguió,
a qué precio y cuántas horas de cola hizo.
En el país, tener cualquiera
de estos productos, así como también toallas sanitarias, mayonesa, pasta, carne
y pollo, sobre todo a precio regulado, es similar a tener oro. En la actualidad
la prioridad de los venezolanos es conseguir alimentos y bienes de aseo
personal y de limpieza para poder cubrir sus necesidades básicas.
Desde hace dos años Venezuela
ocupa un deshonroso segundo lugar entre los países con más homicidios en el
mundo, según una clasificación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Actualmente ostenta una tasa
de 91,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Este número es producto de
los 28.479 homicidios ocurridos en el territorio nacional en 2016,
según el Observatorio
Venezolano de Violencia.
Adicionalmente Caracas
alcanzó la primera casilla como la ciudad más violenta del mundo, con
una tasa de 119 homicidios por cada 100.000 habitantes. Así superó la ciudad
hondureña San Pedro de Sula, que por años habían exhibido el terrible récord.
En solo 17 años, Caracas pasó
de ser “la sucursal del cielo” a la capital donde ocurren más homicidios en el
planeta, superando a varias ciudades de Honduras, El Salvador y Nigeria.
Estos dos récords no se
lograron de un día para otro, son producto de años de impunidad y ausencia de
políticas de Estado por parte de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro,
que -tal como lo prometió- ha continuado y profundizado el legado del
comandante intergalactico.
En 1998, cuando Chávez ganó la
presidencia, en Venezuela se registraron 4.550 homicidios, con una tasa de 20
asesinatos por cada 100.000 habitantes. Esta cifra aumentó en 512,63% en 17
años, y la revolución chavista suma 254.887 homicidios.
Adicionalmente se
fortalecieron o surgieron delitos que no existían en Venezuela, como el
secuestro, el sicariato, la extorsión y el tráfico de drogas.
Los pequeños grupos de hampa
común migraron hacia grandes organizaciones de delincuencia organizada que hoy
controlan las ciudades y carreteras del país. Se desplazan por el país a su
antojo y usan armas de guerra (fusiles, subametralladoras, granadas, entre
otras).
Una particularidad es que
durante ambas gestiones la seguridad ciudadana ha estado en manos de militares.
Desde 2010 la figura del
“pran” o “principal” surge como la máxima autoridad en el mundo penitenciario.
Progresivamente estos personajes comenzaron a controlar las cárceles
venezolanas y fueron desplazando al Estado en sus funciones. Actualmente ellos
son los que mandan adentro y afuera de los recintos penitenciarios. Venezuela
se convirtió así en el único país donde los presos administran grandes
fortunas, tiene más poder que las autoridades y viven
en prisiones que no tienen nada que envidiarle a un hotel cinco estrellas.
“Wilmito”. Wilmer Brizuela,
“Wilmito” es conocido como el primer pran de Venezuela por las protestas y
delitos que le han adjudicado durante los últimos 12 años en los que ha estado
preso en las cárceles de Vista Hermosa, en Ciudad Bolívar, de Tocuyito, en
Carabobo, y de Tocorón en Aragua. En 2004 fue apresado por el delito de
secuestro y remitido a la cárcel de Vista Hermosa y en 2006 logró controlar por
completo ese centro penitenciario y se convirtió en un pran con influencia
nacional, lo que no le impidió seguir cometiendo delitos
y asesinatos. Carlos Nieto Palma, coordinador general de la
ONG Una ventana a la Libertad, dijo que “Wilmito” fue el primer preso que
conoció hace 10 años con tanto poder.
En febrero, “Wilmito” y su
familia resultaron heridos cuando les dispararon en una playa de Margarita,
donde se encontraba gracias
a un beneficio de Régimen de Confianza que le otorgó la
ministra Iris Varela.
“El Yoifre”. En estos 10 años
de pranato que iniciaron en Venezuela desde 2006, el nombre de Yoifre Francisco
Ruíz Estanga, alias “El Yoifre”, salió a la luz pública cuando lideró el motín
en Rodeo II desde el 12 de junio de 2011 que se extendió por casi un mes y que
dejó 23 fallecidos y 70 heridos. “El Yoifre”, junto con su par Yorvis Valentín
López Cortés, “El Oriente”.
“El Oriente”. Yorvis Valentín
López Cortés, conocido como “El Oriente”, tiene antecedentes por robo desde
2003. El 12 de julio de 2007 fue detenido por funcionarios del Cicpc por estar
involucrado en el secuestro de un comerciante y de una mujer. Desde ese
entonces estuvo recluido en El Rodeo II. Cuatro años después, el delincuente,
junto con su colega “El Yoifre”, lideró el motín en ese centro penitenciario y,
antes de finalizar el conflicto, burló los controles de seguridad y se fugó. Un
mes después fue recapturado.
“El Conejo”. El paso de
Teófilo Rodríguez Cazorla, conocido como “El Conejo”, por el penal de San
Antonio en la isla de Margarita, fue su trampolín para ascender en el mundo del
crimen organizado. No sólo llegó a controlar el centro penitenciario, sino
también el tráfico de droga en todo el estado Nueva Esparta. Fue asesinado a
tiros la madrugada del 24 de enero en Porlamar y, al día siguiente, los presos
de la cárcel que lideró protestaron en contra del homicidio mostrando su
arsenal de armas.
“Niño Guerrero”. Héctor
Guerrero Flores, “Niño Guerrero”, es uno de los pranes con más renombre debido
al control que ha tenido en el Centro Penitenciario de Aragua, conocido como
Tocorón, y por sus fugas de la prisión. Tiene antecedentes desde 2005 por los
delitos de homicidio y robo cuando era el jefe de una banda delictiva que
mantenía el control en la región aragüeña. Su nombre sonó más en septiembre de
2012 cuando fuentes extraoficiales vincularon a la actriz Jimena Araya
“Rosita”, con la fuga del líder del penal.
1.600.000 venezolanos,
equivalente a 4,28% de la población, han emigrado durante los últimos 15 años,
de acuerdo con una investigación de la Universidad Simón Bolívar. Estados
Unidos y España concentran 80% de los emigrados, aunque la presencia de
connacionales se extiende a casi 85 de los 196 países del mundo.
Iván de la Vega, investigador
de la USB, ha catalogado esta diáspora como una grave hemorragia intelectual
para el país, ya que más allá de la cantidad de compatriotas que se han ido, de
la Vega destaca el elevado nivel de preparación académica de estos venezolanos.
Desde el punto de vista cualitativo, esta pérdida de capital intelectual es
incuantificable.
De acuerdo con el Pew Research
Center, en Estados Unidos están registrados 260.000 venezolanos cuya media de
edad oscila entre los 32 años; en cuanto a su nivel de educación, 15% completó
el bachillerato y 51% son profesionales. 70% habla inglés y 55% optó por
solicitar la nacionalidad estadounidense.
España es el segundo destino
elegido por 200.000 venezolanos; le sigue Italia con 150.000. En Colombia se
calcula que residen 34.000 connacionales. Panamá es otro país receptor de
venezolanos, se estima que han emigrado alrededor de 24.000 personas.
¿Por qué se fueron? La
inseguridad, la precariedad del empleo, la inflación, la escasez, el deterioro
de los servicios públicos y la persecución política, se hallan entre las
razones comúnmente esgrimidas para comprar un ticket de avión que, en muchos
casos, no tiene fecha de retorno.
“La calidad profesional del
venezolano que está emigrando se está convirtiendo en un problema que va a
impactar de manera negativa al país en los próximos 10 o 15 años”, afirma de la
Vega. ¿Regresarán esos compatriotas? El investigador destaca que 96% de los
venezolanos que emigran no tiene planes de regresar.
Se calcula que 110 toneladas
métricas de cocaína pasan por Venezuela anualmente. El subsecretario de Estado
para Asuntos Antinarcóticos de Estados Unidos, William Brownfield asegura que
más de la mitad de la droga colombiana toca el territorio nacional antes de
partir rumbo
a Europa y África.
Desde 2011, Venezuela
es considerado el principal puente en la ruta que sigue la cocaína de América
hasta esos dos continentes. Además Venezuela
es uno de los 3 países que no cumplieron con la lucha antidrogas,
tanto en el 2015 como en el 2016, según el informe de drogas del Departamento
de Estado. “El Presidente de los Estados Unidos determinó que en 2014 Venezuela
había fallado de forma demostrable durante 12 meses en la lucha contra las
drogas… Las autoridades venezolanas no persiguen eficazmente al narcotráfico,
en parte debido a la corrupción política. Además, los agentes policiales
venezolanos carecen del equipo, la formación, y los recursos necesarios para
impedir las operaciones de las principales organizaciones de tráfico de
drogas”, dice el documento.
Adicionalmente, Venezuela ha
sido catalogada como un territorio seguro para los narcos. Durante el gobierno
de Hugo Chávez más de una docena de capos de la droga se refugiaron en
Venezuela para administrar su negocio y amasar sus fortunas. Todos ellos
operaban bajo la protección y con el apoyo de una serie de militares de la
Fuerza Armada Nacional y funcionarios vinculados al oficialismo (gobernadores y
policías).
La falta de controles por
parte del gobierno de Chávez, a las actividades del narcotráfico, se agudizó en
2005, cuando el mandatario ordena
el cese de la actividades de la DEA en el país.
Desde entonces cobró fuerza la
existencia de un supuesto Cartel de Soles, integrado por oficiales de la
FANB. Cinco
funcionarios fueron sancionados por el Gobierno de EE UU e incluidos en la
lista Clinton por supuestos vínculos con el narcotráfico:
Hugo Carvajal, Ramón Rodríguez Chacín, Henry Rangel Silva, Cliver Alcalá y
Ramón Madriz.
Se ha conocido de otros casos
de funcionarios vinculados al chavismo. Pero ha sido con el gobierno de Maduro
cuando ha quedado al descubierto la penetración
del narcotráfico en casi todas las instituciones del Estado y
los poderes públicos. Suman al menos 13
escándalos que involucran a magistrados del TSJ, parlamentarios, jueces,
policías de alto rango y gran cantidad de militares,
además de los sobrinos
de la primera dama, Cilia Flores, y últimamente, el
vicepresidente de la República, Tareck
El Aissami.
Entre 2004-2013, el Tribunal
Supremo de Justicia no dictó ninguna sentencia en contra del Gobierno. Esa fue
la conclusión a la que llegó un grupo de juristas entre quienes figuran Antonio
Canova, Luis Alfonso Herrera, Rosa Rodríguez y Giuseppe Graterol, tras analizar
45.474 sentencias de las salas Constitucional, Político Administrativa y
Electoral.
La investigación encontró que
durante casi una década, “nunca se dictó una sentencia que anulara una ley
dictada por la Asamblea Nacional en materias consideradas estratégicas para el
Ejecutivo; tampoco se censuró ninguno de los acuerdos que emitió la mayoría
oficialista del Parlamento”. Pero desde que la AN fue asumida por otra
dirigencia política, el TSJ puso manos a la obra.
Desde el 30 de diciembre de
2015 hasta febrero de 2017 al menos 49 sentencias ha dictado el organismo en
contra del Parlamento.
Con las sentencias que han
emitido las salas Electoral y Constitucional, la Asamblea Nacional ha visto
vulneradas 77 de las atribuciones que la Constitución le otorga. En otras
palabras, 55% de las facultades del Parlamento fue cercenado durante el primer
año de gestión de la oposición al frente de ese poder.
Sostienen los juristas que
realizaron la investigación, que la sala Político Administrativa, nunca ha
cuestionado alguna política pública del Gobierno, como las expropiaciones de
industrias, empresas o tierras; ni la intervención del Gobierno en la economía
a través de las estatizaciones, los controles de divisas, costos y precios. En
relación a las decisiones de la Sala Electoral, afirman que ocho de cada nueve
sentencias beneficiaron al oficialismo.
Los hallazgos del equipo
liderado por el profesor universitario, Antonio Canova, se publicaron en el
libro El TSJ al servicio de la revolución. En el texto se da cuenta de la
existencia de un patrón que evidencia la subordinación del Poder Judicial al Ejecutivo:
el Gobierno anuncia sus planes y luego el TSJ, con inusitada rapidez, le
proporciona el piso jurídico para las medidas que el presidente quiera tomar,
al tiempo que desestima, por inconstitucionales, todas las objeciones que se
presenten ante el máximo órgano judicial, incluyendo
las referentes a los rumores sobre la nacionalidad del presidente.
A Hugo Chávez lo acompañó la
suerte del mercado petrolero. Durante buena parte de su mandato, iniciado en
1999, se vivió el ciclo alcista en los precios del petróleo más persistente de
la historia. De unos 16 dólares por barril, que se cotizaba el petróleo venezolano
en ese 1999, se pasó a picos históricos de casi 130 dólares en 2008, lo que se
tradujo en la mayor bonanza petrolera vivida por Venezuela.
Durante cinco años
consecutivos, entre 2004 y 2008, el crudo venezolano se elevó desde un promedio
de poco más de 30 dólares hasta el promedio de casi 89 dólares en 2008, lo que
permitió al Gobierno elevar el gasto público, disparar las importaciones con un
dólar barato y costear la política de expropiaciones, entre otras acciones. En
2012 el precio se situó otra vez por encima de los 100 dólares por barril.
El resultado de esas
fluctuaciones es que Venezuela percibió casi 700 mil millones de dólares sólo
por concepto de exportaciones petroleras entre 1999 y 2012. Si el cálculo se
extiende a 2015, en esos 16 años de Gobierno chavista el ingreso petrolero
llega a 879 mil millones de dólares, según las cifras del Banco Central de
Venezuela (BCV).
Pese a que el Fondo de
Desarrollo Nacional (Fonden) entre 2005 y 2014 manejó 170 mil millones de
dólares, de acuerdo a los datos del ministerio de Finanzas, el aparato
productivo del país hoy está semi-paralizado y el Gobierno plantea la necesidad
de desarrollar la “economía productiva”.
Al término de la bonanza
petrolera el país está sin ahorros. Las cifras del BCV indican que las reservas
internacionales apenas rondan los 10.657 millones de dólares, un
nivel similar al que tenían antes de la llegada de Chávez al poder, y que en el
denominado Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM) apenas hay depositados
3 millones de dólares.
A principios de la década
pasada, se reportaron 83.180 casos de dengue, una cifra que se disminuyó en el
siguiente año. En 2003, también se dio una disminución en la cantidad de
personas que contrajeron esta enfermedad; pero de 2004 a 2007, incrementó
notablemente la cantidad de personas afectadas por la picada del mosquito Aedes
aegypti.
Comparando el número de
víctimas del dengue de 2003 con el de 2007, hubo un aumento de aproximadamente
300%. En 2008 esa cifra disminuyó, pero creció de nuevo en los dos años
siguientes.
En 2010 se alcanzó una cifra
récord de casos de dengue en un año: 124.931.
Según cifras de la Sociedad
Venezolana de Salud Pública, el número de casos de malaria en el país en 1999
fue mayor a 20.000. Entre 2002 y 2004 se dio un aumento sostenido de la
enfermedad, aunque hubo algunos años en los que disminuyó el número de casos de
paludismo.
Pero, desde 2008, no ha parado
de crecer la cantidad de casos de malaria en el país. Los 136.402 casos del
2015, marcaron el tope en estos 17 años de gobierno chavista. El aumento entre
los casos de malaria de 1999 y 2015 es de 630%, es decir, por cada 10 personas
que sufrieron malaria en 1999, hoy la sufren 63 ciudadanos.
Además de estas enfermedades,
en Venezuela han aparecido algunas más. La llegada del chikungunya y el zika,
el resurgimiento de la escabiosis –popularmente conocida como sarna– debido a
la escasez de jabón y agua, el síndrome de Guillain-Barré y la Fiebre
Hemorrágica Venezolana (FHV), conocida también como guanarito y que suele
diferenciarse del dengue por algunas características.
‘El Legado’ que ha dejado
Chávez en materia de salud pública parece ser bastante claro: el país de las siete plagas.
Las políticas de Chávez
también han afectado al aparato productivo de todo el país en sus diversas
ramas. Esto no es de extrañarse si se analiza el conjunto de medidas que fue
tomando a lo largo de su gobierno, desde las expropiaciones hasta los controles
(precios, cambiario, entre otros) pasando por las constantes amenazas a la
propiedad privada.
Nicolás Maduro, heredero del
difunto expresidente venezolano, se ha esforzado por mantener ese legado desde
que llegó a Miraflores con: devaluaciones del bolívar, mayor control de
precios, leyes como la ‘Ley de Precios Justos’, recorte en la asignación de
divisas y una ofensiva contra una presunta ‘guerra económica’, un suceso que parece
estar solo en la mente de los gobernantes herederos de ‘El Legado’.
“Estamos frente a una ley que
para lo único que sirvió fue para asfixiar, exterminar y hacer desaparecer las
empresas privadas y las fuentes de empleo en Venezuela”, dijo en el 2014 el director
de Consecomercio, Gilberto Gudiño Millán, al referirse a la Ley Orgánica de
Precios Justos.
De acuerdo con información
de Infobae, en el 2014, tras la aprobación de esta ley, quebraron 77.839
empresas —desde pequeños comercios hasta medianas empresas— en todo el
territorio nacional. Sobre esto, Gudiño también afirmó que de las 374.000
empresas que quedaban en el país para ese año, 90.000 estaban en riesgo de
cerrar durante los próximos meses. Cada mes de este año, 6.487 empresas, en
promedio, cerraron sus puertas.
El año 2015 no fue distinto: 58.000
empresas más cerraron sus puertas ante la agudización de la crisis general que
se vive en el país, según cifras del Instituto Nacional de Estadística.
Entre 2000 y 2010, se dieron,
aproximadamente, 700 cierres anuales de industrias, según Fedecámaras.
Específicamente en el sector
industrial, al menos 15 mil empresas han cesado sus labores durante los últimos
17 años. Para 1999, año en el cual Chávez asumió las riendas del país, existían
entre 17.800 y 19.000 empresas, pero a sol de hoy, en marzo de 2016, la cifra
no llega ni a 5.000, lo que significa una reducción de más del 300% durante el
período del chavismo, todo esto según cifras de la directiva nacional de
Consecomercio.
En 2014, Venezuela se ubicó como
el peor país latinoamericano para crear una empresa, de acuerdo con un informe
publicado por el Banco Mundial. En general, la economía venezolana ocupó el
lugar 187 de las 189 economías que estudia esta institución para realizar la
publicación.
En otras palabras, Venezuela
es el tercer peor país del mundo para crear una empresa, detrás de Haití,
Honduras y Bolivia, entre otras naciones tradicionalmente paco
industrializadas.
05-03-17
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