Por Mario Villegas, 4/08/2017
Seis meses, solo seis, requirió la Asamblea Nacional
Constituyente de 1999 para elaborar una nueva Constitución Nacional y sentar
las bases para lo que el entonces presidente Hugo Chávez denominó la
refundación de la República.
Escucho ahora al jerarca madurista Héctor Rodríguez
decir en “Vladimir a la 1” que el remedo constituyente de 2017 va a requerir
todo el tiempo que sea necesario, incluso dos años si fuere menester. Dos años
dizque para reforzar una carta magna que, luego del montón de modificaciones,
eliminaciones y agregados anunciados en su campaña por los candidatos a ese
parapeto constituyente “seguirá siendo la misma Constitución de 1999”, según
palabras del presidente Nicolás Maduro que quedarán para la historia de la
tragicomedia en Venezuela.
La estimación de Rodríguez deja claro que el propósito
oficialista nada tiene que ver con motivaciones democráticas. De lo que se
trata es de evadir la expresión de la voluntad popular para aferrarse cada vez
más al poder y eternizarse recostado al presupuesto del estado y sus
privilegios.
Además, los dos años que reclama el madurismo para la
engañifa constituyente ponen en evidencia su escandalosa ineptitud. ¿Cómo es
que necesitan dos años para enderezar los entuertos a que ellos mismos han
sometido a la República en estos 18 años de desastre y empobrecimiento
generalizado de la sociedad?
La Asamblea Nacional Constituyente de 1999 que
requirió de apenas seis meses para producir una nueva Carta Magna y refundar la
República, lo hizo, según la retórica chavista, tras doscientos años de malos
gobiernos, especialmente de los últimos cuarenta de pésimos gobiernos
adeco-copeyanos. ¿Cómo se entiende que ahora, tras 18 años de “revolución”, de
presunta excelencia y honestidad administrativa, de reivindicación popular e
inclusión social, hagan falta dos años para “reforzar” la Carta Magna?
¿Cómo se entiende que necesiten dos años para
“blindar” una Constitución producida en apenas seis meses y caracterizada por
Chávez como la mejor del mundo?
¿No se supone que con la mejor constitución del
planeta y los dos supuestos mejores gobernantes de nuestra historia republicana
-el de Chávez y el de Maduro- el país debería estar en fabulosas condiciones
como para no tener que invertir dos largos años en este espejismo
constituyente?
Constituyente que, aparte de distraer la atención
hacia objetivos distintos al de la solución de los graves problemas nacionales,
no representa ningún escenario para la paz, como lo han venido propagandizando.
Es, por el contrario, un nuevo y peligroso ingrediente para la división entre
los venezolanos, para la confrontación, la violencia, la represión. El brutal y
condenable traslado del alcalde Antonio Ledezma y de Leopoldo López a la cárcel
militar de Ramo Verde son una pequeña y muy bochornosa muestra.
Por donde se lo mire, ese mamotreto constituyente es
definitivamente un fraude. Un fraude por su naturaleza inconstitucional e
ilegal. Un fraude porque no va a resolver sino a agravar la crisis política,
económica, social y moral que atraviesa la república. Un fraude porque las
denuncias de la oposición acerca de la manipulación y maquillaje de las cifras
de participación y votación han
terminado siendo confirmadas por Smartmatic, la empresa cuya plataforma
tecnológica ha sido utilizada desde el año 2004 en los procesos electorales en
Venezuela.
Era previsible que sin participación de la oposición
ese fraude se consumara. Hace un par de semanas escribí: “En un proceso en el
que el gobierno corre solo, sin contendientes, sin testigos, sin árbitros
confiables ni auditorías verificables,
es de esperar que este se vaya a despachar y a darse el vuelto”.
Quiere decir que en un proceso donde haya candidatos
de oposición, testigos, miembros de mesa, garantías confiables y presencia en
las auditorías, hay enormes posibilidades de que las fórmulas electorales de la
oposición se alcen con la victoria y hagan valer sus votos, aún con este mismo
Consejo Nacional Electoral.
Tal cual quedó demostrado cuando la oposición evitó la
reforma de Chávez a 69 artículos de la Constitución, cuando llevó a Henrique
Capriles, Henri Falcón y Liborio Guarulla a las gobernaciones de Miranda, Lara
y Amazonas, cuando puso a Antonio Ledezma en la Alcaldía Metropolitana. También
con ese CNE la oposición ganó las elecciones parlamentarias de 2015 y obtuvo
más diputados de los que la propia Mesa de la Unidad Democrática esperaba.
Así que ahora, entre disputar y regalarle al madurismo
las 23 gobernaciones, al menos yo no tengo dudas. Hay que participar y matar
dos pájaros de un tiro: ganar los gobiernos regionales y reconfirmar que sí
hubo fraude en la elección de la farsa constituyente.
@mario_villegas
mariovillegas100@gmail.com
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