Fecha: jueves, 17 de agosto de 2017
Cada año, el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria es un tributo a
las trabajadoras y los trabajadores humanitarios que arriesgan sus vidas para
ayudar a millones de mujeres, hombres, niñas y niños atrapados en entornos de
crisis. ONU Mujeres se enorgullece de su personal, y del personal de sus
entidades asociadas, que trabaja en crisis humanitarias de todo el mundo, ya
sean estas prolongadas, como las de las zonas cercanas a Siria o el lago Chad,
o más imprevistas, como los deslizamientos de tierras y las lluvias que
actualmente afectan a Sierra Leona.
Este año nos centramos en la cuestión de la población civil atrapada en
situaciones de conflicto. ONU Mujeres presta todo su apoyo a la campaña de las
Naciones Unidas #NotATarget y
exigimos de nuevo, tal y como obliga el derecho internacional humanitario, que
la población civil no sea un objetivo del conflicto armado. Este colectivo no
debe pagar el precio de las partes en disputa cuyos intereses le son ajenos.
Sin embargo, sabemos con certeza que las y los civiles son a menudo los
principales objetivos de las guerras que se libran hoy en día, y que éstas son
la principal causa individual de las crisis humanitarias.
Estas violaciones del derecho internacional humanitario han generado
una crisis de protección mundial. Los efectos sobre la población civil son
devastadores: las bombas y los misiles destruyen escuelas, hospitales, mercados
y lugares de culto. Niñas y niños son rescatados de los escombros en los que se
han convertido sus hogares. Cada día, las niñas mayores se ven cada vez más
expuestas al matrimonio precoz y forzado y a los niños mayores se les recluta a
la fuerza en grupos armados. La violencia sexual y de género sigue destrozando
vidas y socavando la cohesión comunitaria.
Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres y las niñas.
Cerca del 60 por ciento de las muertes maternas que se pueden evitar tiene
lugar en entornos de conflicto, desplazamiento o desastres naturales; las niñas
tienen 2,5 veces más probabilidades de no estar escolarizadas en países en
conflicto; y, según informes, una de cada cinco mujeres refugiadas o
desplazadas sufre violencia sexual, si bien las cifras reales podrían ser mucho
más altas. Las crisis también aumentan drásticamente el número de mujeres que
sostienen a sus familias solas: en Yemen, la proporción de hogares en los que
la mujer es la cabeza de familia ha aumentado del 9 al 30 por ciento durante la
crisis actual. Independientemente de la métrica que se utilice, la igualdad de
género debe ser una prioridad urgente de la acción humanitaria. Pero, de
momento, esto no es así. En 2014, sólo el 4 por ciento de los proyectos de
llamados interinstitucionales de las Naciones Unidas se destinaron a mujeres y
niñas, y solamente el 1 por ciento de los fondos para estados frágiles se
asignaron a grupos de mujeres o ministerios de asuntos de la mujer.
Las mujeres y las niñas representan nuestro recurso más desaprovechado
en la respuesta humanitaria. Las mujeres son líderes de sus familias,
comunidades y sociedades, e impulsan respuestas efectivas a las crisis. Cuando
reciben apoyo para desempeñar este papel de liderazgo, ellas son los verdaderos
actores humanitarios, las que protegen a niñas y niños, a las personas enfermas,
a las personas de edad y a otros grupos vulnerables de una manera mucho más
eficaz de lo que pueda hacer ninguna organización internacional. Son las
mujeres y las niñas las que saben lo que se necesita y lo que funciona, lo cual
es información necesaria para llevar a cabo una respuesta humanitaria efectiva.
En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, debemos unir nuestros
esfuerzos para cambiar el statu quo,
a favor de las mujeres y las niñas, y a favor de toda la población civil
atrapada en situaciones de crisis.
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