Por Susana Morffe,
07/10/2017
Si no estuviera tan
convencida ni me ocuparía de escribir esto, pero tengo que confirmarle a los
venezolanos conscientes que el voto si paga y paga bien, ¿Por qué?
Porque el voto es
sinónimo de libertad de expresión, ideas y opinión, es la oportunidad para
reclamar la democracia que nos han arrebatado durante 19 largos y tortuosos
años. El voto es participación y nos da derecho de elegir a los que
consideramos los líderes idóneos para continuar este transito tan dañino que
hemos recorrido.
Los que certifican
que con el voto estamos reconociendo la Ilegitimidad de la Asamblea Nacional
Constituyente, solo se detienen en un episodio que a los ojos del mundo está
claro. Lo ilegitimo para los venezolanos es continuar con este régimen, lo
ilegitimo es continuar pasivos. ¿Qué pasa si triunfa la abstención? Volvemos a
lo mismo, el silencio, la pasividad, la desidia y lo que es peor, el poco amor
que demostraríamos por la patria que ha sido violada por dementes propios y
foráneos.
Cuando un pueblo se
expresa mediante el voto ese acto tiene repercusiones y es la única manera de
rechazar lo que está establecido. De modo que Venezuela, ante la furia
devastadora de su territorio y habitantes, tiene la mejor opción de continuar
defendiendo lo propio. La forma de hacerlo ahora es con el arma del voto.
Ilegitimo es como
se fueron apropiando durante años de la forma de vida de los venezolanos,
mediante engaños y formando conciencia solo para el entreguismo y el abandono,
tener dinero fácil, corromper a los niños y jóvenes, poner a muchos venezolanos
a mendigar, dejar morir a nuestros hermanos de sangre venezolana, expropiar la
propiedad privada y enriquecerse con nuestros recursos naturales. Eso es
ilegitimo.
El voto es
comparable con el órgano vital que tenemos
en el organismo. Es corazón, además de
cerebro, pero aún más, es nuestra composición moral, por lo tanto es
dignidad, es respeto, es espacio para desarrollarnos como seres humanos.
Si hoy yo estoy
convencida por todo esto, es porque estoy clara que los 19 años que he vivido,
como parte de esta población, ha sido desastroso para mi vida, el alma y para las
condiciones de calidad de supervivencia.
Me harté, nos hartamos, mientras que ellos siguen acumulando millas por
la desidia que tenemos.
Me interesa como a
otros y muchos venezolanos que Venezuela retome su cauce, desviado por mentes
torcidas que apuñalaron nuestra economía para enriquecerse como venganza por lo que no pudieron obtener en la
vida en buena lid. A mí me ha costado esfuerzo todo lo que tengo, nada me
llevaré de este mundo, pero descansaré después de mi paso por la tierra con la
conciencia y moral robustecida.
Nací en Venezuela
para algo y este país a mí también me ha dado mucho, con frutos tangibles. Por
eso no se lo entrego fácil a los advenedizos de turno ¡Salgamos a votar por el
desarrollo de Venezuela!
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