Por Jesús
Alexis Gonzalez, 16/10/2017
El denominado fraude
electoral, no debe asumirse como un concepto jurídico sino como una posición
política dirigida a descalificar resultados. El evento del 15-O, es sin duda alguna, una reiteración de la inexactitud consciente que
históricamente viene impulsando la cúpula dictatorial (22/22 eventos), en
férrea complicidad con el CNE, con la finalidad de obtener beneficios políticos
sin habérsele demostrado (desafortunadamente) algúnfraude electrónicoentendido como una alteración del software y los
sistemas o una sustracción de datos y archivos; a la luz de haber conformado (para este y otros sectores) un
perfil de inmoral corrupción materializada
en una desatención al conjunto de normas, valores y creencias aceptadas en
sociedad a efectos de servir de modelo de conducta y valoración para establecer
lo que está bien o está mal.
La tiniebla inducida por la corrupción electoral, ha facilitado la instrumentación de“manera oculta” de acciones irregulares
cometidas de forma consciente bajo la figura de la trampa, el engaño y la mentira que en su casi totalidad pocosllegamos
a conocer estructuralmente ante la dificultad de encontrar pruebas ya que
los actos vinculados con ese tipo de acción son muy complejos y profundos; los
cuales se profundizan por la presencia decooperadores
fraudulentos quienes operan a sus anchas resguardados por una impunidad que les permite actuar sin
reparos al estar suficientemente convencidos que no serán “castigados” debido a
la existencia de arreglos de la
dictadura con diversas esferas de control y poder, hasta convertirlos en “funcionarios públicos”paraponer en
práctica todo aquello que permita
atentar contra los derechos políticos de los ciudadanos.
A tenor de lo expresado, emerge por diferencia el
concepto de elección auténtica: El
acto de elegir a los representantes debe ser auténtico, en el sentido que ha de existir una correspondencia
entre la voluntad de los electores y el resultado de la elección; o lo que es
lo mismo, implica la ausencia de
interferencias que distorsionen la voluntad ciudadana.Es así entonces, que
el fraude electoral debe ser
considerado como la instrumentación
clandestina de acciones tendentes a desviar la intención del voto ciudadano y por ende del potencial resultado
electoral, las cuales se dificulta detectar habida cuenta de no existir un marco bibliográfico para estudiar la
naturaleza de los delincuentes
electorales quienes por obvias razones no dejan un rastro de prueba incriminatoria ni mucho menos (y
perdóneseme la ironía) han escrito un “Manual
para fraudes electorales exitosos” que pueda ser utilizado para un aprendizaje precautelar (tomar por
adelantado las medidas necesarias para proteger algo de un daño, un riesgo o un
peligro). Sea pertinente acotar, con la mirada puesta en el horizonte nacional,
que la perturbadora realidad referenciada no
valida al fraude como¡empíricamente(algo que está basado en la práctica, la
experiencia y en la observación de los hechos) inextricable!(algo difícil de desenredar o aclarar); y muy por el
contrariola factibilidad de enfrentarlo con viabilidad de logro pasa por la
instauración de un contexto ciudadano-partidista colaborativo, asumido con
posterioridad a la renuncia en ambos actores de sus los intereses soterrados de
tipo personal e institucional en pro de colocar a Venezuela en el vértice de
nuestra pirámide conductual, desde donde podemos iniciar, cara a futuros
eventos electorales, la conformación de una metodología que permita detectar y
documentar las intenciones de manipulación de datos en un escenario de “Mesa electoral oculta”(hacen más que lo establecido explícitamente
en la Ley Electoral) donde se traspasa la delgada línea entre actosfraudulentosylosactosmoralmente reprobables,
censurables y reprochables(coerción de electores, adulteración de las Actas
rellenando con votos a favor de la dictadura, violación de procedimientos,
reubicación de electores horas antes del evento, apertura retrasada de las Mesas, hostigamiento a los miembros de
Mesa no afectos a la dictadura, y un largo etcétera).
Es claro, que los cooperantes
fraudulentosintentan desarrollar su denigrante actuaciónen situaciones claves
del proceso, en mucho facilitado cuando no están presentes los Miembros de Mesa
opuestos a la dictadura; tal como al momento de la instalación cuando ha de
suscribirse el Acta de iniciación en
cero equivalente a un “escrutinio de inicio” para verificar que las maquinasno contienen datos (dicha Acta se
adjunta en el denominado “sobre uno”); e igualmente cuando se realiza el Escrutinio Nominal generando el denominado “chorizo”contentivo de los resultadosauténticos
donde ha de quedar plasmado la coincidencia obligatoria entre el cuaderno de votación de electores y el número de votantes registrados. Es de
importancia resaltar, que una copia del
“chorizo” le debe ser entregada a los distintos representantes de las
organizaciones sociales con fines políticos ¡de estar presentes! Es de
perogrullo expresar, lo nefasto que resulta para la sanidad del proceso
electoral el incumplimiento por parte del binomio ciudadanos- partidos
políticos de su obligante participación en el control del de dicho proceso, tal como lo estableció la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos al calificar esa participación como una garantía fundamental para la efectiva
protección del derecho al sufragio; dejando implícitamente sentado que ¡sin la participación ciudadana muy poco se
alcanza!A esta altura de la argumentación, nos resulta penoso pero
transparente afirmar que la dictadura supo
propiciar cara al 15-O una abstención de doble entrada: como votantes y como
miembros de mesa; a lo cual debe añadirse que con la extensión del horario de votación (incluidas las mesas sin
votantes) ordenada por el cooperante mayor (léase CNE) se induce el natural
abandono de los representantes presentes en las áreas menos favorecidas
socialmente (hacia donde la reubicación fue significativa) ante las condiciones
de inseguridad reinantes (tanto reales como inducidas), como condición del inicio de la “hora loca” que usualmente
se mantiene hasta la cadena nacional
cuando se anuncian las “tendencias irreversibles” siempre favorables a la dictadura.
Reflexión
final: Hemos de evitar caer en una concepción legalista del “fraude electoral”
lo cual en cualquier caso favorece a la dictadura habida cuenta de la
dificultad de su demostración; y en su lugar debemos los ciudadanos evitar el
hacer uso de la “externalidad MUD” como
foco único de culpabilidad (a todas luces perfectible), lo cual les facilita
abstraerse de su corresponsabilidad en
la conformación de una percepción de
desesperanza. Venezuela requiere del apoyo
del pueblo y de una sincera actuación de los partidos políticos para
restablecer la democracia.
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