ALFREDO MEZA 11 de octubre de 2017
Los
candidatos del chavismo a las elecciones regionales del próximo domingo, que
elegirán a los 23 gobernadores de provincia, hacen campaña desligados del
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, e incluso del recuerdo al fallecido
Hugo Chávez, como estrategia para evitar una amplia victoria de la oposición,
como prevén las encuestas. El propio mandatario se ha alejado de la escena con
un viaje a Rusia, Bielorrusia y Turquía en vísperas de unos comicios cruciales
para medir la temperatura del país, sumido en una profunda crisis económica y
política.
En la
entrada de la autopista del Este de Caracas es imposible no advertir una enorme
valla con una fotografía de Héctor Rodríguez, el joven
candidato chavista a la gobernación del Estado de Miranda. La imagen llama la
atención no tanto por su tamaño, sino porque el aspirante no lleva la camisa de
color rojo tan distintiva de los principales cuadros del régimen, y se
disimulan las siglas del PSUV (Partido
Socialista Unido de Venezuela), la formación oficial, apenas visibles en
una de las esquinas. Se trata de una estrategia que los aspirantes oficialistas
a las elecciones regionales del domingo están empleando para impedir una amplia
victoria de la oposición, según los sondeos.
Nicolás
Maduro, de hecho, no ha aparecido junto a los aspirantes en los actos de
campaña. La semana pasada, mientras sus compañeros recorrían los Estados en
busca de los votos, el presidente viajaba a Rusia, Bielorrusia y Turquía en un
esfuerzo por conseguir el dinero necesario para vadear las sanciones
financieras impuestas por Washington. El régimen le ha dado prioridad a este
asunto, pero ha llamado la atención que Maduro haya decidido viajar en vísperas
de un lance tan crucial para el futuro de la llamada revolución bolivariana.
El
chavismo había hecho de la compañía de su máximo líder toda una tradición cada
vez que correspondía renovar a las autoridades locales. Hugo Chávez solía
presentarse en los mítines para alzarle la mano a sus candidatos. Era la manera
de decirles a los electores que ese aspirante representaba sus intereses. El
recuerdo de Chávez, que solía movilizar a los electores, también parece
habérselo tragado la gestión de sus delfines, que mantiene a Venezuela en el
umbral del colapso y a sus ciudadanos sobreviviendo con lo mínimo. Los
candidatos chavistas no están usando las camisas rojas que los distinguían en
el pasado y han disimulado en su propaganda impresa los símbolos del culto a la
personalidad del fallecido líder.
Despliegue
de la oposición
Es una
campaña atípica para el chavismo porque ya no tienen la ayuda de un líder
carismático. Lo han entendido los abanderados del régimen en los Estados de
Carabobo, en el depauperado corazón industrial del centro del país, o de
Monagas, la región petrolera del noreste. En Carabobo, Rafael Lacava suele
terminar los discursos con el torso descubierto y ha acudido a una entrevista
de televisión montado en burro.
A la
misma línea de llamar la atención se ha apuntado la candidata a la reelección
en Monagas, Yelitze Santaella, quien se ha subido a un cuadrilátero con guantes
de boxeo para perseguir a un supuesto oponente y parodiar un KO. Ambos lances
se han viralizado en las redes y han sido ignorados por la oposición. Henrique
Capriles, excandidato presidencial y gobernador de Miranda ahora
inhabilitado para presentarse por el Tribunal de Cuentas, criticó: “Acabaron
con todo y encima les parece un chiste”.
La
campaña chavista contrasta con el
despliegue más racional de la oposición, que, sin embargo, debe imponerse a
la división aupada por los abstencionistas dentro de sus filas. Capriles ha
recorrido buena parte del país alzándoles la mano a la mayoría de los
aspirantes de la Mesa de la Unidad, la coalición de partidos opositores, que ha
nombrado candidatos unitarios para intentar ganar en la mayoría de las
provincias. Los roles se han invertido. Ahora la oposición sí puede presumir de
que sus líderes pueden movilizar al electorado.
MOVILIZACIÓN
DE VOTANTES CONTRA EL RÉGIMEN
Los
principales líderes de la oposición han dedicado las últimas semanas a intentar
movilizar a sus simpatizantes. Los anima una certeza: cuantas más personas
voten, mayores serán las posibilidades de obtener gobernaciones.
No
obstante, hay opositores que rechazan participar en los comicios porque, en su
opinión, suponen reconocer al régimen.
De
acuerdo con un estudio de Venebarómetro publicado el fin de semana, tres de
cada cuatro venezolanos afirman que la gestión de Maduro es negativa; pero solo
el 55,7% está seguro de que acudirá a las urnas. La abstención permitiría al
chavismo mantener el control de algunas regiones.
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