Por Simón García
Se despejará la incertidumbre.
El gobierno perderá a pesar de que aplique su arsenal de tramposerías aplicadas
y por conocer. El garrote vil del régimen en materia electoral, las matronas
del CNE, se aferrará a voltear los resultados en unos siete Estados donde la
ventaja opositora es pequeña.
La abstención es el arma
secreta del régimen para ganar en lugares de clase media. El gobierno la
inducirá con nuevas provocaciones, utilizará a los descontentos con la MUD y
multiplicará los mitos, como el de dictadura no sale con votos, que lo
presentan como invencible.
Pero hasta el menos avisado
sabe que esta elección resulta una gran oportunidad para castigar el uso
destructivo y abusivo de poder, quitarle las gobernaciones y decirle no a los
agresores que arruinan nuestras vidas. ¿Por qué no hacerlo?
La oposición saldrá con la
mayoría de los votos y de las victorias de sus candidatos. Pero no es
suficiente: la rebeldía electoral de los ciudadanos debe ser contundente.
Evidenciar que el rey no tiene a la gente
El primer logro será haber
llegado a una elección que el gobierno no quería. La fuerza de calle y la
presión internacional, lo obligaron a retomar el camino electoral. Es bueno
para todos porque desbloquea las elecciones de Alcaldes, concejales,
legisladores y la presidencial.
El segundo será deslegitimar a
la ANC, herida por el al menos un millón de votos. Moralizará a la oposición y
reforzará las acciones de naciones amigas, para devolverle al país el derecho a
seguir resolviendo por los votos el rumbo que desea la mayoría y para decidir,
entre venezolanos, en manos de quienes colocar su conducción. Más que nunca
necesitamos importar futuro, frente a un siglo XXI que nos está pasando de
largo.
No deja de tener
significación, por el aliento que factores de poder le da, la demostración de
inutilidad del pensamiento extremista. En esa minúscula fracción de gladiadores
de la antipolítica se juntaron viejos conservadores, jóvenes con natural
impaciencia, resentidos con la MUD, actores que quieren influir sobre un nuevo
gobierno y quienes no admiten a los partidos como componentes de la democracia.
Los reúne la abstención, la mejor ayuda a quienes quieren contener las
exigencias de cambio.
Las cifras ratifican que la
sociedad quiere salir del régimen y de las crisis por medios constitucionales,
electorales, democráticos y pacíficos. Un duro golpe a las mafias que pugnan
por imponer una dictadura, un aliciente a los que critican, en el seno del
gobierno y el campo proclive al proceso oficialista, esa terrible involución.
También respaldará a quienes, desde el exterior, combaten la violación de los
derechos humanos, la corrupción y las vulneraciones a la Constitución.
Si todo descontento sale votar
y si a los agentes de tráficos y negociados no se les da por apagar la lámpara,
el domingo 16 seremos más libres y estaremos más cerca del país que todos
necesitamos. El fraude volverá a ser inútil.
15-10-17
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