Emilio Nouel 19 de marzo de 2018
@ENouelV
Al
país, a medida que pasan los días calamitosos que vivimos, lo percibimos como
si se estuviera apagando lenta e irremisiblemente. Es la constatación real que
nos golpea a la cara en los últimos tiempos, interpelando nuestras conciencias,
angustiándonos y produciendo incertidumbre y desesperanza a diestra y
siniestra.
La
economía en general, más que ralentizarse, está experimentando un proceso de
desaparición en muchos sectores y ámbitos territoriales. Ni hablar del crimen
perpetrado en las empresas del Estado.
Basta
pasearse por calles y avenidas, centros comerciales capitalinos e interioranos,
para corroborar tal desgracia social. Negocios de todo tipo cerrados o en
venta, medios de transporte inmovilizados, remate de apartamentos y oficinas,
industrias paralizadas, servicios públicos y privados a medio funcionar, no hay
dinero efectivo en los bancos, desempleo in crescendo y oleadas de venezolanos
huyendo del desastre hacia países vecinos. Sí, todo se va deteniendo, mientras
un gobierno criminalmente indolente solo preocupa de mantenerse en el poder.
Sí,
sentimos que el país se apaga mientras languidecen sus distintas actividades
otrora en vigor y dinámicas.
La
acción demoledora de un poder marcado por la ignorancia, la incompetencia y la
corrupción, envenenado con una ideología mortífera, no podía tener otro
resultado sino el caos y la barbarie que presenciamos.
Una
nación, que en las anteriores décadas al desmadre actual, con sus problemas
innegables no resueltos, marchaba, hoy se muestra en lo material, ruinosa y
empobrecida por políticas gubernamentales desquiciadas, cuando no, diseñadas
para generar hambre y desolación.
¿Permitiremos
los venezolanos que esta deriva infernal continúe profundizándose y nos
hunda? ¿Dejaremos que el país se apague
sin mover un dedo para impedirlo?
Estamos
convencidos de que solo la unidad férrea y obstinada de los venezolanos
decentes, de sus líderes sociales y políticos, empresariales, académicos y
trabajadores, pueden parar tal catástrofe social y abrir la posibilidad de una
nueva conducción gubernamental.
A
pesar de que por donde sea que la mires Venezuela se encuentra hecha
bancarrota, abandono, hambre y destrozos, más allá hay aún una dura e
inestimable reserva de esperanzas e ilusiones en vastos sectores de ciudadanos
que desean cambiar el estado de cosas presente. Que no han claudicado ante los
atropellos de los tiranos que gobiernan y aspiran a recuperar el país para la
democracia, la libertad y el bienestar.
Juntos
todos, los hombres y mujeres de bien, podemos impedir que el país se apague
definitivamente.
No hay
que cejar en el empeño de exigir condiciones electorales justas y transparentes
que abran la posibilidad de resolver la crisis política de manera
pacífica. La movilización en tal sentido
debe ser general sin más dilaciones. La alternativa podría ser lo peor.
Frente
a la farsa electoral montada por el gobierno, a la que no hay que hacer
comparsa, los venezolanos debemos responder denunciándola ante el mundo como
una maniobra que tiene el propósito desesperado de lavar la cara de la tiranía
militar-cívica chavista.
Aunque
tal objetivo legitimador es ya imposible, al pueblo hay que hacerle comprender
que bajo las condiciones electorales actuales, es ilusorio pensar que saldremos
del nefasto gobierno. Que si bien en anteriores ocasiones votar significaba una
posibilidad, una oportunidad política de avanzar en la lucha por recuperar la
democracia y las libertades, hoy ni siquiera eso se lograría si se mantienen
tales condiciones.
El
pueblo venezolano no es abstencionista, ni las fuerzas democráticas
mayoritarias tampoco lo son. Pero un resultado electoral distinto al “triunfo”
del gobierno en las elecciones planteadas para las próximas semanas, que de
antemano son y serán amañadas, por ser parte de un proceso ilegal, sin
garantías ni transparencia, resulta impensable, por más que algunos
voluntaristas digan lo contrario.
Los
venezolanos, a pesar de las calamidades que nos agobian, aun podemos enderezar
el rumbo del país. Inteligencia, competencia profesional y alta moral la hay,
para ser exitosos en tal objetivo. Solo basta que apuntemos todos,
unitariamente, en una misma dirección política.
Aún
hay mucha gente que sigue dando la pelea; que a pesar de las adversidades,
mantiene el optimismo, que no se rinde ni permitirá que el país se apague
definitivamente. Con ellos estamos.
EMILIO
NOUEL V.
@ENouelV
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