Por Henrique Capriles
Muerte, hambre, desnutrición,
escasez, hiperinflación, corrupción, crisis, colapso, apagón, protesta,
impunidad, crisis humanitaria, violación de los derechos humanos, fraude,
tragedia, drama, no alcanza. Esto es lo que más se escucha en las conversaciones
de los venezolanos, ciertamente acompañadas por unos cuantos epítetos
utilizados para calificar a quienes son responsables de esta dramática
situación que estamos viviendo.
La magnitud de la crisis es
tal que prácticamente amerita un vocabulario especial. No creo que exista un
país en la historia del mundo que sin estar en guerra o atravesando por un
desastre natural, haya vivido una situación similar a la que sufre Venezuela y
mucho menos por un tiempo tan prolongado.
El oficialismo está buscando
batir todos los récords negativos que existen. Somos uno de los países más
violentos, más infelices, estamos aumentando los niveles de pobreza, de
desnutrición, regresaron enfermedades que habían sido erradicadas y el éxodo se
ha convertido en un fenómeno masivo. Hay estados donde la novedad no es que se
vaya la luz sino que regrese y ya se habla de venezolanos que pierden la vida
porque la falta de electricidad impidió que recibieran atención oportuna de
salud. ¡Esto es indignante, imperdonable y criminal!
Hoy somos parte del exclusivo
club de la hiperinflación, en el que sólo se reportan 58 casos en la historia.
Y ese “honor” también se lo debemos a quienes están en el Gobierno. Un manejo
desordenado de la economía, la emisión de dinero sin respaldo, el gasto apresurado
del ingreso antes de que su valor se deteriore, son denominadores comunes en
los países que han sufrido de este fenómeno.
La hiperinflación se da cuando
la inflación mensual supera el 50%. Y en Venezuela, sólo en febrero la
inflación escaló a 80%; en los primeros dos meses de este año suma 231%, y si
seguimos por este camino, podemos cerrar el año con la increíble cifra de
¡150.000% de inflación! Esto no es cuento, llegar a esa cifra es completamente
posible si Maduro sigue más años en el poder con sus fracasadas políticas. El
pueblo sabe y siente todos los días estas cifras. El salario de un mes se acaba
en un día y no alcanza para comprar ni dos huevos diarios.
Con lo que hoy se adquieren
dos productos, mañana se compra uno; y peor aún, los aumentos de precios son
tan bruscos que ciertas mercancías se venden por ración y hasta por cucharadas.
En el caso de las medicinas ya
hay farmacias que venden medicamentos detallados en lugar de una caja. Lo peor
es que no alcanza un salario para comprarlo. En algunos casos, el salario
mínimo no alcanza ni para comprar una pastilla.
Una vecina de Petare, me contó
esta semana que para comprarle a su papá, un señor de 80 años, 10 días de
tratamiento para la tiroides, le pidieron más de un millón de bolívares. Si suma
su salario y la pensión de su padre, lo medica 10 días, pero se mueren de
hambre. Y los responsables quieren 6 años más en el poder. Parece que se
regodearan en el sufrimiento de nuestro pueblo.
Los venezolanos estamos
viviendo una pesadilla y este nivel de deterioro es responsabilidad exclusiva
de Maduro y sus expertos en destrucción.
La suma de problemas que
estamos viviendo es perversa y producto de un intento deliberado de generar
pobreza para procurar la dominación. Por eso para romper con este círculo
tenemos que lograr un cambio político que nos permita crear las condiciones
para hacer posible un proceso de estabilización económica que detenga la
hiperinflación.
Salir de esta crisis es
posible pero no ocurrirá con ellos en el poder. Maduro no ha querido hacer
nada, tuvo la oportunidad de rectificar cientos de veces y aún así prefirió
profundizar un modelo fracasado.
Se requiere voluntad,
capacidad y valentía para asumir el reto de conducir a Venezuela por un camino
de recuperación. Hace años señalamos esa ruta y hoy respaldamos, una vez más,
los planteamientos de los miembros de nuestra Comisión de Finanzas de la
Asamblea Nacional.
Hay que acabar con los
controles, comenzando con el cambiario. Cualquier área en la que se coloca una
camisa de fuerza genera distorsiones que terminan empeorando la situación. Los
límites en las ventas generaron más escasez, los productos controlados
dispararon los precios, el control de cambio sólo puso en el subsuelo nuestra
moneda, en la que ya nadie confía.
Por eso reitero que suscribo
la propuesta de nuestro diputado José Guerra, de eliminar el bolívar fuerte
para sustituirlo por otra moneda nacional.
Hay que devolverle el poder
adquisitivo al venezolano y darle oportunidades de empleo, para lo que es
necesario reactivar el aparato productivo y las exportaciones. Pero esto no es
posible si no pagamos la deuda y recuperamos la posibilidad de financiar
nuestra industria y de atraer la inversión privada para recuperar la producción
petrolera, que no se detiene en su caída. Además hay que ponerle fin al
deterioro del sector eléctrico; es imposible producir en un país sin energía.
Los venezolanos están claros,
sus testimonios son reveladores y es por eso que el gobierno no quiere
elecciones libres y democráticas. Saben que el cambio llegará cuando los
venezolanos puedan elegir de verdad, con todas las garantías democráticas,
entre este presente oscuro y el país de progreso con el que soñamos.
Mientras lees estas líneas
nuestros niños lloran de hambre, cientos de venezolanos buscan en la basura
algo para comer o se despiden de sus seres queridos para buscar oportunidades
más allá de nuestras fronteras. Mientras lees estas líneas seguro varias
comunidades están sin luz y sin agua pero está en nuestras manos revertir esta
situación.
Los venezolanos no queremos
vivir en este desastre. Venezuela nos pertenece y podremos rescatarla,
movilizados, organizados y unidos. Debemos seguir luchando juntos, en cada
casa, en cada comunidad, para recuperar las garantías que nos permitan volver a
elegir.
Nuestro pueblo les grita a
diario que se vayan para que Venezuela pueda salir adelante y no se detendrá
porque su vida depende de ello.
Mi fe en nuestra Venezuela, en
sus hombres y sus mujeres se renueva a diario. Hoy, a pocos días de la Semana
Mayor, le pido a Dios que nos ilumine en el camino y nos dé la comprensión, la
paciencia y la sabiduría para enfrentar con humildad, pero también con firmeza,
el gran reto que tenemos por delante los venezolanos.
¡Que Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
18-03-18
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