Por Tulio Hernández
I
Si Nicolás Maduro es nombrado
otra vez presidente de la república, la escena final de este capítulo será como
una pieza de Tarantino. Todos los protagonistas terminarán muertos. O por lo
menos catalépticos.
La MUD, por haber
tomado la valiente decisión de no acatar la convocatoria a elecciones pero
haber entrado luego en tal estado de mudez que dejó abandonado a su suerte, sin
orientación ni guía, a sus seguidores.
Henri Falcón y el llamado
progresismo, porque la opinión pública, especialmente quienes fueron a votar,
atormentados por el despecho, no harán otra cosa que acusarles de ingenuos,
embaucadores y colaboracionistas.
Y Maduro, junto a la banda
narco que lo acompaña, porque seguiría igual: convertido en walking
dead, en cadáver insepulto, con vida gracias a la respiración
artificial que le dan las armas de las FAN y las capuchas de los colectivos.
II
Pero si Falcón ganara, cosa
que es muy difícil pero podría ocurrir, porque en política lo imprevisible
siempre es posible, entonces el cuento es de telenovela. El lunes 21
comenzará con un suspenso tenso mientras todos los factores
políticos del país, y los internacionales, comienzan a digerir el tipo de
arreglo alcanzado para garantizar una transición sin sangre. Si es que un
arreglo así está previsto en el guion oficialista.
También quedan otras
posibilidades. Una, que el chavismo decida no hacer las elecciones, para no exponerse
a perderlas o porque sabe que al ganarlas Maduro puede ser legítimamente
desconocido por decenas de gobiernos democráticos.
Dos, que Falcón y su comando,
conociendo algo que los demás ignoramos, decida no correr en el clásico de las
presidenciales y deje a Maduro solo en el ring, con los crespos hechos y sin
vista.
Y tres, que contra toda
previsión chavista Falcón gane limpiamente y que, tal como se ha comportado
desde que devino en madurismo, el oficialismo rojo saque un conejo del sombrero
para burlar de nuevo la voluntad popular.
Puede hacerlo por dos vías.
Desconociendo los resultados, mediante otro arbitrio de la ANC. La
aprobación de un nuevo estatuto electoral, por ejemplo. O, lo que es más remoto
pero tampoco imprevisible, haciendo realidad lo que a gritos informó a sus
seguidores el pasado miércoles en el mitin de Vargas: que si pierde
se pondrá al frente, fusil en mano, de una revolución armada que él mismo
convocaría.
III
Son escenarios futuros, claro
está. Pero aún faltan 14 largos días durante los cuales aquellos que no aún no
tienen certezas definitivas, dormirán atormentados por la duda de qué hacer.
Quienes asumimos meses atrás
desconocer la convocatoria inconstitucional no votaremos. Y quienes están
convencidos de que no importan las condiciones electorales, que es posible
ganarle a Maduro, sí lo harán. Sin titubeos ambos.
Pero los otros, los indecisos,
la tienen difícil. Porque están condenados a decidir sin instrumentos y no
cuentan siquiera con un mapa nocturno que les ofrezca señales inteligibles
sobre dónde aterrizar. Las encuestas no ofrecen referencias sólidas. Entrar a
las redes sociales es como ir de visita a la Torre de Babel. O a un manicomio.
Los argumentos se parecen. Un opinador favorable al voto argumenta
exactamente lo mismo, pero al revés, que quien lo rechaza. La decisión termina
pareciendo más un juego de ajilei, o de truco, que una decisión política
racional. Al final el jugador de las cartas marcadas decidirá quién gana. Y
quién pierde. Porque en la Venezuela del presente dos más dos ya no
es cuatro.
A estas alturas, cuando el
daño ha sido hecho y sabemos que no habrá ausentismo masivo que deslegitime la
elección, pero tampoco avalancha de votos progresistas, lo único sano para
los ciudadanos opositores es firmar un pacto de no agresión. No descalificar
más aún a quienes no actuarán como nosotros. Y aceptar que las dos posiciones
son moralmente legítimas. Para qué insultarnos más si en el futuro vamos a
tener que encontrarnos otra vez. Que aquel que le pega a la familia se arruina.
A menos que los lazos
consanguíneos se hayan roto y el país ya no esté dividido en dos sino en
tres. Entonces otra película comienza.
06-05-18
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