Por Henrique Capriles
En nuestra Venezuela, el
asedio de la crisis económica, el alto costo de la comida, la hiperinflación y
la terrible crisis de la salud (agravada por la escasez de medicamentos) y la
educación, golpea con tanta crueldad que hace casi imposible que nuestra gente
entienda, a ciencia cierta, cómo interpretar las cosas que pasan fuera de
nuestras fronteras con respecto al país.
Sin embargo, es importante
entender por qué muchos líderes y muchos gobiernos están viendo con
preocupación hacia acá. Y un ejemplo reciente fue ver a nuestra Venezuela
convertida en un referente constante en países como Colombia y México durante
sus procesos electorales.
Todos sabemos que una de las
razones de que tanto se hable de nuestro país es porque el modelo político y
económico con el que este gobierno lleva dos décadas destrozando a Venezuela se
ha convertido en un ejemplo vergonzante.
Incluso políticos y partidos,
que alguna vez manifestaron apoyo u otro tipo de solidaridad con el régimen,
hoy en día les sacan el cuerpo y no quieren verse vinculados con este desastre.
Y ahí es donde toca revisar
cómo es que influye en la vida de los venezolanos la opinión y la política
internacional. Eso sí: eso que sucede en todas las direcciones y no nada más
donde se hace más bulla.
Pongo un ejemplo. Nuestras
fronteras con Colombia y Brasil han tenido mayor cobertura por el importante
trabajo que están haciendo para ayudar a los migrantes venezolanos. Sin
embargo, en unas declaraciones de hace apenas unos días, el gobierno de Guyana
anunció que tendrá que instalar una sede diplomática en el estado Bolívar para
atender a sus conciudadanos que quieren volver a su país. Incluso, ya han
empezado a atender a quienes, sin ser guyaneses, quieran irse a ese país
escapando de la crisis.
Los graves errores cometidos
desde las políticas públicas del oficialismo han hecho que los sueños de
progreso de cientos de guyaneses que vinieron a Venezuela se conviertan en una
pesadilla. Y mientras esto pasa, jóvenes y profesionales venezolanos sienten
que hay mejores oportunidades de vida en lugares que hace apenas unos años
tenían en Venezuela la idea de un futuro posible.
A muchos podrá parecerles que
esto que sucede con Guyana no es determinante, pero está sucediendo lo mismo
con muchos de esos votos que alguna vez el oficialismo tuvo a su favor, en
especial en las Antillas del Caribe, a cambio de petróleo barato y otras veces
prácticamente regalado. Este cambio es en gran medida gracias al trabajo de los
propios venezolanos y organismos internacionales que denuncian en el mundo la
magnitud de la crisis en Venezuela.
Lo importante es que es
necesario que entendamos esto como un espacio de política exterior que debemos
atender con responsabilidad, aunque no forme parte de la gran agenda
internacional. Si queremos cambiar esto, si queremos convertirnos en Gobierno,
debemos estar atentos a cada síntoma y a cada oportunidad política que se
presente para que Venezuela recupere la democracia. Eso sí, teniendo al pueblo
venezolano como lo más importante siempre y sin dejarse extorsionar ni
chantajear, pero tampoco cayendo en la ilusión de que los otros países no se
verán obligados a poner por encima sus intereses antes que los de Venezuela.
El asunto es que a nosotros
nos toca demostrarles cómo es que lo que suceda en nuestro país será
determinante para la región por factores muy diversos, que van desde las olas
de migración de venezolanos hasta la posibilidad de recuperar nuestra
producción para ayudar a fortalecer la región de una manera real.
Las fuerzas democráticas de
Venezuela haremos todo cuanto sea posible, siempre dentro de la honestidad y la
verdad, para que cada acción que deba llevarse a cabo a favor de nuestra lucha
se cumpla.
En este sentido, para cumplir
con los objetivos reales, esta lucha debe hacerse desde varios flancos. En
todos debemos insistir, apoyar y en especial explicarle a la gente por qué lo
estamos haciendo, para evitar que el aparato de propaganda del gobierno
tergiverse las acciones que nuestros países hermanos pueden llevar adelante.
El caso de lo mucho que puede
hacer Colombia en este momento no puede perderse de vista. Su recién electo
Presidente, Iván Duque, durante su camino hacia la victoria política habló
mucho de acciones para ayudar a los venezolanos. Algo que debe llevarse a cabo
con el apoyo de otros presidentes de la región, pero eso no significa que vamos
a cruzarnos de brazos mientras ellos deciden qué hacer.
Ahora pongamos un ejemplo
contrario: las declaraciones del nuevo Presidente de México, Andrés Manuel
López Obrador, al decir que su política exterior se va a regir por la
no-intervención y la autodeterminación de los pueblos, como un argumento que
aparecía cada vez que se hablaba del caso venezolano. Pues bien: eso no debe
desanimarnos. No podemos olvidar que en algunas democracias de la región la
separación de poderes permite un campo de acción. Si el nuevo gobierno mexicano
pretende dejar sola a Venezuela, será nuestra responsabilidad subirle el costo
político a esa decisión, hasta que se den cuenta de que esto tiene que parar y
todos los países democráticos necesitan que este desastre se detenga de una vez
por todas.
No todo depende de lo que
decida la política exterior de Estados Unidos, de Rusia, de China. Lo
verdaderamente importante es cómo articulamos nuestro liderazgo para leer
correctamente un nuevo escenario internacional que en nada se parece a aquellos
años en los que el gobierno tenía el barril de petróleo por encima de los cien
dólares y la petrochequera iba por el continente comprando el apoyo
internacional.
Ya ese Brasil no existe. Ni
esa Argentina existe. Ni mucho menos aquel Ecuador. Ya en Colombia no pueden
extorsionar con sabotear el proceso de paz. En Perú nadie apela al supuesto
espíritu revolucionario. En Bolivia no hay sino un proceso perdiendo
popularidad al tiempo que deja de percibir dinero. República Dominicana ya vota
abiertamente en contra. Las relaciones del gobierno con las fuerzas políticas
de Chile y Uruguay son cada vez más inoperantes. Y ahí está el pueblo de
Nicaragua reclamando con fuerza. Eso por poner algunos ejemplos.
Además, en los países donde
esos cómplices minimizados pretenden volver a conquistar el Poder, como sucede
claramente con el kirchnerismo en Argentina, para cuidar su pretendida
popularidad en 2019 van a tener que sacarle el cuerpo a cualquier cosa que
medio se acerque al gobierno de Nicolás Maduro, quien además destrozó la
industria petrolera y ya ni siquiera cuenta con los recursos que le compren
amigos en el Caribe a su gobierno criminal y hambreador.
Sé que es verdad que desde
hace mucho tiempo la presión internacional no resulta determinante en los
cambios políticos como el que Venezuela reclama. Sin embargo, quien sepa lo
mucho que le sirvió ese grupo de cómplices al gobierno para atornillarse en el
Poder entenderá también que ese nuevo escenario internacional limita la
capacidad de maniobra en Miraflores y a su vez su tiempo de permanencia.
Ya nadie les cree y no tienen
dinero para financiar a quienes antes decidían hacerse de la vista gorda y hoy
pagan el costo político de una decisión como esa.
Por eso, mientras Nicolás
Maduro y su combo se inventan invasiones que nunca fueron reales, así como en
el gobierno anterior se inventaban magnicidios y otros delirios, un organismo
tan serio como el Parlamento Europeo, donde además hacen vida política
prácticamente todas las corrientes e ideologías, emite una resolución donde se
evidencia la crisis humanitaria que vivimos de una manera detallada y profunda,
argumentando la gravedad de nuestra circunstancia.
Así como para nadie es
rentable seguir apoyando al gobierno de Nicolás Maduro, nosotros tenemos la
responsabilidad de demostrar que sabemos leer el contexto y articular las
acciones necesarias para que, más temprano que tarde, tomemos las riendas del
país y hagamos que la democracia prevalezca. No ha sido nada fácil y sigue
siendo muy complejo todo, pero si acertamos tendremos el respaldo de una
comunidad internacional que se mantiene a la espera de que Venezuela recupere
su democracia y estabilidad, porque es algo que el continente entero necesita.
Es parte de nuestro compromiso
avanzar en una dirección que convierta toda esta experiencia dolorosa de
separación y desarraigo en una lección que no se nos olvide nunca más. Pero
también debemos convertir este momento en una demostración de lo que estamos
hechos los venezolanos y las venezolanas en cada lugar del mundo. Es importante
que quienes decidieron salir del país y saben lo que sucede, lo expliquen con
claridad. Sólo juntos podemos hacerle saber al mundo entero la verdad. Y cuando
eso pase no habrá una sola persona que no quiera sumarse a esta lucha justa y
urgente. Vamos a convertirnos en un ejemplo para la historia por muchas razones
terribles, pero también nos vamos a sentir orgullosos de haber hecho lo
correcto.
La unidad interna con el resto
del mundo democrático nos permite aplicar aquella máxima de nuestro Libertador
Simón Bolívar: “Unámonos y seremos invencibles”. Debemos ser invencibles para
tener democracia y la ansiada prosperidad.
¡Qué Dios bendiga a los
venezolanos en este tiempo tan duro de nuestra historia!
15-07-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico