Por Esperanza Márquez
Margarita López Maya en su
perfil de Twitter se define como historiadora, profesora y analista político.
Es licenciada en Historia y doctora en Ciencias Sociales de la UCV. Actualmente
es miembro de Centro de Estudios Políticos de la UCAB
-¿Estuvo usted relacionada con
el chavismo y su proyecto, lo apoyó?
-La gente me asocia como muy
cercana al chavismo, pero en realidad mi vínculo con el chavismo fue académico
porque yo comencé una investigación en los años 90 sobre El Caracazo, las
protestas y los nuevos factores políticos, y eso me llevó a ponerme en contacto
con muchos grupos de izquierda, particularmente La Causa R de donde salieron
muchos cuadros del chavismo, como Alí Rodríguez, Bernardo Álvarez, Aristóbulo
Istúriz, Francisco “Farruco” Sesto, que los conocí en los años 90 haciendo
entrevistas para ensamblar la historia de esos partidos políticos alternativos
de izquierda.
También, trabajando en el
Cendes tuve contacto con Jorge Giordani y con una profesora en la universidad
que me hizo, finalmente, hacer un estudio sobre el MBR-200 en el año 1998 poco
antes de que ganaran las elecciones. Eso me llevó a tener una comprensión sobre
el chavismo.
-¿Tuvo contacto personal con
Chávez?
-A principios del año de las
elecciones de 1998 le hice una entrevista a Chávez, pero fuera de eso nunca
tuve un contacto con él ni con el MBR-200. Yo sigo haciendo investigación y me
sorprendo cuando Chávez impulsa la Constituyente que tiene una Constitución que
viene de las reformas del Estado, de la COPRE, que viene del anteproyecto de la
reforma constitucional de (Rafael) Caldera.
Cuando comienza la
confrontación política del 2001/2002 empecé a escribir sobre esa polarización,
esa confrontación brutal, pero nunca he apoyado al chavismo, apoyaba el
proyecto porque era el que yo vi desarrollarse entre los 80 y 90 en la COPRE,
en el Centro Gumilla, en el Congreso Nacional.
Pero sí es cierto que Chávez
me mencionó algunas veces en ámbitos públicos e incluso en el exterior y en esa
época me invitaban mucho en el canal del Estado al programa de Ernesto
Villegas, pero no tuve ninguna relación con el gobierno. El momento de
mayor visibilidad mío fue cuando terminado el Referéndum Revocatorio que ganó
Chávez en 2004, me llaman por teléfono desde la Asamblea Nacional para que dé
el discurso de orden.
El que iba a dar ese discurso
era Tarek William Saab que era diputado, poeta y chavista, pero ellos
decidieron que el discurso lo diera una persona que fuera independiente, de
izquierda, pero que no se viera como una cara de ellos y que los elogiara, sino
que más bien diera un discurso crítico y por eso pensaron en mí. Eso me
catapultó, me insultaban unos, Elizabeth Burgos, la esposa de Régis Debray, me
llamó de todo, hubo gente que dijo que me iban a dar el Ministerio de Cultura.
A mí no me llamaron para ofrecerme nada.
-¿En qué estaba basado ese
proyecto chavista que lo hace ganar las elecciones del 98?
-Ese no era un proyecto chavista,
eso fue un proyecto de la sociedad venezolana del cual Chávez se apropió en la
campaña del 98 habida cuenta que los partidos políticos no lo quisieron.
Chávez se apropia del
proyecto, cumple con la promesa de hacer la reforma, pero no hace una reforma
sino una Constituyente y una nueva Constitución donde estaba el principio
participativo, la descentralización, la idea de los referéndum consultivos,
aprobatorio, abrogatorio, la revocatoria del mandato, y todo eso se había
estado ventilando en la sociedad venezolana desde partidos de oposición,
incluyendo el socialcristiano Copei porque todo eso viene de la Doctrina Social
de la Iglesia Católica, ese no es un concepto marxista.
Ese proyecto comienza a ser
implementado con políticas públicas en el primer gobierno de Chávez y en
algunos casos se hace experimentación con organizaciones populares, las
alcaldías, las mesas técnicas de agua, las organizaciones comunitarias que se
estaban practicando en los gobiernos locales de los 80 y los 90.
Pero en la medida en que la
confrontación política se hace muy agresiva, en la medida en que en el
presidente Chávez se le comienza a notar su tendencia de intolerancia y su
militarismo el país entra en una confrontación política que se sale de los
cauces legales con el golpe de Estado y el paro petrolero y ahí en Chávez
comienza a emerger otro proyecto político socialista que tiene muy poco que ver
con la democracia participativa que está en la Constitución y que hasta se
puede decir que es antagónico.
-¿En qué momento nace ese otro
proyecto político de Chávez?
-Cuando se da el paro cívico,
después el golpe de Estado, el paro petrolero, las guarimbas y finalmente viene
el revocatorio.
En ese proceso, Chávez
comienza a aniquilar a toda la oposición que se le enfrenta y una vez que se
siente absolutamente poderoso, con una oposición destruida ella misma por su
torpeza política, es cuando él dice que no hay tercera vía en 2005 cuando
ya ha superado un golpe de Estado, un paro petrolero, ganado el revocatorio, la
oposición le entregó la Asamblea Nacional.
Ahí Chávez cambia y decide ir
al Socialismo del Siglo XXI, que nadie sabe de qué se trata porque de lo que
habla en la campaña es de la igualdad, de la justicia, no decía nada
significativo. Ahí es cuando yo comienzo a hacer críticas más fuertes en esa
campaña de 2006.
-¿Cuáles fueron sus armas para
imponer su nuevo proyecto?
-Chávez comienza a manipular
todas esa instituciones utilizando su carisma y su dinero. La prosperidad
petrolera le daba dinero para ir convirtiendo todas las instituciones,
prácticamente, de apoyo a él en circuitos clientelares para seguir avanzando
por encima de la Constitución y de las leyes.
-¿Si Chávez estuviera vivo la
situación sería otra?
-La debacle venía porque está
engendrada en el modelo que Chávez quiso imponerle a los venezolanos sin
legitimidad porque fue rechazado por el mandato popular, sin raíces en la
sociedad porque no fue debatido por movimientos, élites, profesionales,
funcionarios públicos y ese proyecto él lo impone por su carisma y su dinero y
en ese sentido él es el principal responsable de la debacle que está
sucediendo.
-Maduro y Chávez…
-Son liderazgos diferentes. El
de Chávez era un liderazgo carismático, era un estratega político importante,
yo pienso que él hubiera seducido por más tiempo que Maduro y es posible que
haya tenido más sentido político para imponerlo tratando de evitar caer en la
dictadura tan cruel y atroz de Maduro, pero el proyecto y el fracaso del
concepto era inevitable.
Ahora, en la forma que se
hubiera impuesto hubiera sido diferente. Chávez estaba legitimado por el
Ejército y por su carisma por su relación tan directa que tenía con sus bases
que la gente se quedaba seducida, enamorada, era como el flautista de Hamelín;
la gente hubiera estado más a gusto, pero el proyecto era este. Maduro ha sido
más torpe para imponerlo, se ve como muy descarnado, muy cruel.
-¿Con un gobierno como este se
puede negociar una transición o una renuncia?
-Lo veo muy difícil. Maduro y
el entorno que lo rodea, los hermanos Rodríguez, los militares, son como
familias que hoy gobiernan Venezuela y han dado todas las señales que ellos no
van a salir por las buenas del poder.
Yo pienso que en algún momento
va a haber negociación, pero va a ser obligada, porque ellos han cerrado todas
las vías constitucionales para que la salida sea pacífica: cerraron el
Revocatorio, las mesas de negociación fueron una burla, han respondido a las
protestas de calle con una represión muy severa, muy violadora de los derechos
de los venezolanos.
A mí me cuesta mucho ver una
salida pacífica a menos que se lograse una relación de fuerzas que obligara a
una ruptura, que le pusiera una presión intolerable a Maduro para que se
negocie su renuncia, pero esa no es la situación hasta este momento.
Ha tenido una presión muy
fuerte en el exterior, está cada vez más aislado, pero internamente tiene unas
condiciones abominables que ya hubieran provocado la caída de un gobierno con
algún anclaje democrático y ya hubiera salido y negociado, pero él ha
respondido a todo eso con una insensibilidad, una crueldad terrible, y en eso
ha estado apoyado por la Fuerza Armada.
-En este momento hay como un
divorcio entre la dirigencia política y la sociedad que se opone al gobierno.
La sociedad se siente huérfana de líderes confiables.
-El eslabón más débil que
tenemos en este momento y que es decisivo para la salida de Maduro es el
político. No existe en Venezuela una dirección política opositora.
¿Con qué oposición negocia
Maduro, cuál es la oposición en este país? Este es un gobierno que se ha
transformado en un monstruo y que ha desatado una represión brutal y un estado
de necesidad de la inmensa mayoría de los venezolanos creando una situación muy
difícil de expresarse políticamente.
También hay que reconocer que
hemos tenido una oposición que ha sido derrotada varias veces, que ha sido
perseguida, torturada, que buena parte está ilegalizada y en esas condiciones
lo que tenemos es una oposición que no termina de lograr una coherencia y que
tiene diferentes tipos de diagnósticos para enfrentar este gobierno.
La población siente que ellos
están en un mundo y nosotros los venezolanos lo que estamos es tratando de
sobrevivir, conseguir la comida, los medicamentos y en esa situación es muy
difícil que haya una resolución de ningún tipo porque internamente se siente
fuerte, afuera está aislado, pero internamente no tiene contrincantes.
-¿Hay condiciones en Venezuela
para que haya un estallido social?
-Hay algunas condiciones que
hacen posible un estallido social y aquí no están dadas. En El Caracazo
estaban. Por ejemplo, los medios de comunicación que publicitaron lo que estaba
pasando en Caracas y fue replicado en todo el país.
En aquella época hasta el
canal del Estado dijo lo que estaba pasando el 27 de febrero, cuando las
ciudades no estaban militarizadas como están ahora. Lo que estamos teniendo son
miles de caracacitos fragmentados que vemos todos los días.
-¿Las resoluciones del
Tribunal Supremo en el exilio son realmente aplicables?
-Tengo la impresión de que
ellos actúan no pensando en las dificultades internas para implementarlas y
que, además, ponen en una situación de mucho riesgo a la Asamblea Nacional que
es el único poder legítimo que tienen las fuerzas opositoras democráticas de
este país, y ya amenazó el gobierno que van a tratar de revocarle el mandato a
unos 30 parlamentarios y así controlar ese poder también.
Hay ciertas cosas que se
pudieran hacer simbólicamente y que son importantes. Yo creo que el
nombramiento de ellos fue importante y son figuras en el exterior que pudieran
continuar haciendo una lucha fuera, pero hay que coordinar porque son
estrategias fragmentadas y hay que saberse mover para no hacer el ridículo.
-Históricamente, ¿cómo será
visto este gobierno una vez que pase esta pesadilla?
-Es difícil preverlo ahora
porque estamos atravesando la tormenta. Hay signos evidentes de que Venezuela
como país petrolero está agonizando. Es muy evidente que la compañía petrolera
se está yendo a pique y eso significa que la renta petrolera se está acabando
en Venezuela.
Esas son señales muy claras de
que con esa renta petrolera se acabó la democracia venezolana y lo que el
proyecto chavista quiso ser que fue la solución a la crisis de finales del
siglo pasado, no fue más que el final de esa crisis. Yo creo que posiblemente
los historiadores la van a ver como la caída aparatosa de la Venezuela
petrolera sumida en una catástrofe, el final de una etapa de Venezuela.
-¿Qué hace falta en Venezuela
para la búsqueda de la solución a esta debacle?
-Siento que en el mundo de los
sectores universitarios, intelectuales, profesionales, organizaciones de
derechos humanos, medios de comunicación alternativos debería haber una mayor
articulación en busca de una solución que nos ayude a salir de la crisis porque
ya se le ha dado demasiado tiempo a los partidos y a sus dirigentes y no han
estado a la altura, no para desecharlos sino para acompañarlos, pero sí para
que las otras instituciones pudieran tener un papel más protagónico.
13-07-18
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