Páginas

jueves, 10 de enero de 2019

Destrucción de la democracia y soluciones, por @martadelavegav




Marta de la Vega 09 de enero de 2019

Pese a las condiciones cada vez más duras para sectores productivos y de servicios, grupos minoritarios con poder económico mantienen su actividad laboral, aunque disminuida por las medidas erráticas y la improvisación gubernamental. Están dispuestos a pagar el precio que sea, pues pueden hacerlo, por alimentos proteicos hoy de lujo o productos básicos muy escasos. Pagan en dólares los servicios médicos, atendidos en óptimas condiciones, en centros privados, con profesionales reconocidos y muy bien formados.

En situación privilegiada, algunos están dispuestos al negociado oportunista con tal de no perder su poder. Con cinismo, aprovechan el tráfico de influencias, no dudan en hacerse de la vista gorda frente a los abusos de poder y los actos de corrupción. Viven en una burbuja, ignorantes de la Venezuela crítica y trágica del ciudadano común.

Están por encima de un salario pulverizado por la hiperinflación, no les afectan los servicios públicos destrozados porque con plantas eléctricas propias se surten de fuentes particulares de energía, ponen líneas telefónicas desde fuera del país, resuelven el suministro de agua mediante camiones cisternas periódicos y no resienten la quiebra de la economía productiva porque compran sus bienes de consumo en el extranjero o se vinculan a los funcionarios que monopolizan las importaciones.

Otros tienen conciencia cívica y responsabilidad ciudadana. A contracorriente de las imposiciones económicas y fiscalistas de control y centralización imperativa que asfixian el aparato productivo, empresarios creadores de riqueza que son productores de valor, que generan ingresos al incrementar los empleos, siguen apostando por Venezuela a pesar del control de cambio, de la devaluación brutal de la moneda, de la dificultad para obtener divisas e insumos. Ha aumentado la capacidad ociosa de sus fábricas y mantienen al mínimo sus costos fijos en un mercado muy estrecho por la crisis brutal que sacude el país, en especial para los más vulnerables.

En unos y otros, oportunistas de turno beneficiarios de la riqueza del Estado, o constructores de país, tienen en común una mentalidad que no padece el círculo vicioso de la pobreza. Son recursivos, previsivos, emprendedores, proactivos, con visión a largo plazo, defensores de derechos civiles fundamentales como la propiedad privada y las libertades. Viajan al exterior sin limitaciones por negocios o vacaciones. Ruedan en vehículos blindados, se protegen con escoltas y no sufren ninguna de las penurias del ciudadano común.

Las carencias continuadas desembocan en la muerte, muchas personas por no conseguir los medicamentos para sus enfermedades, algunas por hambre y falta de recursos, otras por escasez de alimentos incluso con posibilidad económica de adquirirlos, y en un porcentaje significativo y creciente, personas cometen suicidio por desesperación. Se trata de casos jamás antes imaginados, como acaba de ocurrir el 3 de enero de 2018 en el hospital de Valera desde cuyo 5° piso se lanzó una mujer embarazada por no tener modo de conseguir la lista de implementos requeridos para dar a luz.

Urge afirmar la vida, recuperar la democracia destruida, educar para inculcar virtudes cívicas, respeto a las normas y a los otros, para estimular superación y progreso, apego al trabajo que dé resultados tangibles en calidad de vida y bienestar, búsqueda del logro y reconocimiento a los méritos a fin de deslastrar el país de la rémora del populismo dirigista de un Estado criminal, demagogo, paternalista y mafioso.

Marta de la Vega


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico