Luis Manuel Esculpi 14 de mayo de 2019
@lmesculpi
No
resulta difícil constatar la preocupación que embarga a los venezolanos cada
vez que se vislumbra un aumento del salario mínimo. Antes de su anuncio formal
tal inquietud ya se manifiesta en las conversaciones cotidianas. Vamos ya para
casi dos años de hiperinflación y la inexistencia de una política destinada a
combatirla, anula los efectos que en situaciones normales produciría el aumento
salarial.
Los
venezolanos hemos aprendido que estos aumentos en la actual coyuntura económica
resultan tremendamente insuficiente, no hay salario compensatorio ante el
proceso inflacionario de las dimensiones actuales. Ya el gobierno no alardea
como antes de los aumentos y mucho menos los compara con los salarios mínimos
de la región.
Desde
la segunda quincena del mes de abril se difundieron rumores señalando
diferentes cifras en las que se fijaría el aumento y se esperaba que sería
anunciado en la tradicional alocución con motivo del día del trabajador. A
fines de ese mismo mes circuló una gaceta oficial por las redes, sobre la que
hubo serias dudas acerca de su autenticidad, ninguna autoridad asumió la
vocería y responsabilidad del anuncio. Lo cierto es que desde esa fecha se
produjo un significativo aumento de precios y después del primero de mayo otro
tan fuerte como el anterior.
En
círculos próximos al PSUV se manejaba la versión que el grupo de Maduro, editó
la gaceta donde se aumentaba el salario mínimo a 40.000 bolívares, pensando en
anunciar un aumento mayor el primero de mayo, para producir un impacto, pero en
medio del desconcierto y el desasosiego consecuencia de los sucesos del día
anterior, ni siquiera se refirió al tema, de tal manera que se asumió como
cierta la cifra publicada en la Gaceta sin anuncio de ningún tipo.
Era
natural que en su discurso en la fecha que recuerda a los mártires de Chicago,
se refiriera a los acontecimientos del día treinta, pero no hubo en sus
palabras referencias a la conmemoración de quien se hace llamar “Presidente
obrero”, ni el más mínimo señalamiento al aumento del salario mínimo. Es así
como en esta oportunidad lo asumen de manera vergonzante, no sólo por el monto,
sino porque se conoció de manera casi semiclandestina.
El
salario mínimo es el más bajo de América Latina, menos de ocho dólares
mensuales, por debajo del de Cuba y Haití. El Banco Mundial ha establecido que
quien recibe menos de 1,9 dólares al día, se sitúa a nivel de pobreza crítica.
El modelo económico implantado que nos ha llevado a esta situación
catastrófica, ha convertido a este país petrolero, en uno donde la inmensa
mayoría de la población está a nivel de subsistencia, soportando la calamidad
del proceso hiperinflacionario. Siendo un caso excepcional entre los países
productores y además también tenemos la particularidad de ser el único caso que
en medio de hiperinflación tiene escasez de efectivo.
El
madurismo,como es evidentemente, está incapacitado para resolver esta crisis.
La solución pasa necesariamente por alcanzar el cambio político. No se trata de
un planteamiento exclusivo de la oposición tradicional. En una interesante
entrevista reciente, el economista y ex ministro de Finanzas Rodrigo Cabezas
afirma tajantemente la necesidad del cambio para superar el “colapso”
económico.
Todos
los estudios de opinión señalan que ya más del ochenta por ciento de la
población rechaza a Maduro y ha venido tomando conciencia de la necesidad de
cambiar el actual estado de cosas. Las fuerzas de la alternativa tendrán que
afinar la política en la búsqueda de canalizar esa potencialidad para despejar
la ruta diseñada, mantener la iniciativa, la presión social y fortalecer la
unidad para enfrentar la escalada represiva contra la institución de mayor
representatividad y legitimidad democrática que existe en Venezuela, como lo es
la Asamblea Nacional. Desde esta columna expresamos nuestra solidaridad con el
parlamento y con los integrantes de esa institución a quienes les están siendo
vulnerados sus derechos inconstitucionalmente.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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