Por Simón García
Advertía Montaigne, el más
grande de los ensayistas según Harold Bloom, que “locura es, en lugar de
transformarse en ángeles, transformarse en bestias”. La animalia es por
definición una comarca contraria a la política, la cual no sólo es lucha por el
poder sino también opción ética.
Una poderosa razón actual de
cambio es la corrupción absoluta de la autocracia. Pero a veces, unos
opositores, rebajándose como seres humanos, saltan a las noticias, para
vergüenza de todos, encaramados en una pillería: ínfima muestra de especímenes
sin razón de ser, cuya indiferencia por principios y valores, afecta gravemente
la percepción de la oposición, su confiabilidad y su condición de alternativa.
Anomalía de pocos que hace daño a muchos.
Es cierto que las páginas
rojas de la política rebozan de escandalosas corruptelas oficialistas y de la
impunidad como regla del poder. Pero un delito no se excusa en otros ni la
reputación deja de perderse por una contabilidad sobre la distribución de
bandidaje entre lados que dejen de ser diferentes.
Los diputados señalados de
extorsionar corruptos son parte de la misma maquinaria de la descomposición del
régimen, a menos que en ejercicio de su derecho a la defensa, comprueben su
inocencia.
Los partidos y la AN
respondieron con buen paso. El mecanismo profiláctico se puso en marcha y ahora
esperamos que la investigación concluya y que las sanciones a quienes resulten
responsables tomen el lugar de las palmaditas en la espalda. El 15 de diciembre
el diputado Edgar Zambrano promete informar al país sobre las conclusiones de
la investigación.
El manejo mafioso de
instancias opositoras es un síntoma de las dimensiones de la destrucción y
descomposición del país como consecuencia de un régimen que confisca la
democracia, anula la justicia y pervierte la función pública. Por eso, la
respuesta no puede consistir en mover la mata sin tocar sus raíces. El combate
y freno a la destrucción del país está hoy en resolver el nudo de un empate
catastrófico que tiende a prolongarse si la oposición no cambia la estrategia.
La falta de logros de la
oposición no puede disimularse en las acciones que toma la comunidad
internacional, en la cual comienza a nacer la convicción de que los errores
pesan en la incapacidad para construir oportunidades de cambio. El más
prominente de todos es combatir en el escenario donde el régimen tiene mayores
fortalezas y abstenerse donde exhibe mayores debilidades.
No es que Maduro se oxigene,
es que a la oposición le faltan pulmones. Se empeña en buscar la carrera con
mayores obstáculos. La apuesta por la violencia y las salidas militares es un
ancla que hay que cortar, antes que siga hundiendo a la oposición en su nada.
Aún puede darse un gran
viraje conservando la dirección actual, si Guaidó expresa la urgencia de
rectificar, formula propuestas que unan al país diverso y descontento y
transformen el rechazo silvestre en un desafío electoral capaz de deslegitimar
al autoritarismo con votos y organizar la rebeldía para presionar una
transición plural hacia el relanzamiento de la democracia y la reconstrucción
de la economía, las instituciones y el bienestar. Aún podemos asomarnos a
la ventana para mirar bien hacia el 2020, antes que el tren arranque y nos
quedemos otra vez en el andén por seguir en la locura.
08-12-19
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