Juan Guerrero 12 de diciembre de 2019
@camilodeasis
La
vida en el socialismo chavista del siglo XXI es una forma moderna de
esclavitud, donde estás constantemente expuesto al peligro, sea por la escasez
extrema de los servicios básicos, como agua, electricidad, telefonía,
transporte, gas doméstico, redes de comunicación, además de las insuficiencias
alimentarias y de medicinas y servicios socio sanitarios.
Pero
además, en Venezuela no funcionan las instituciones del Estado o su labor se
realiza precariamente, sea por incumplimiento de horario o por incapacidad
profesional. Si se observa y analiza la actividad de la administración de las
instituciones del Estado, la inmensa mayoría en manos de militares, sean estos
en servicio activo o en situación de retiro, ninguna puede ofrecer servicios de
óptima calidad.
Es
que precisamente los militares jamás podrán elevar el bienestar de una sociedad
porque sencillamente no tienen idea ni es su competencia la calidad de vida del
venezolano. Ninguna sociedad ha salido adelante mientras los militares han
estado al frente del gobierno del Estado. Ya en su momento el premio nobel de
economía, el profesor Amartya Sen lo analizó de manera profunda y dando
ejemplos concretos. Su conclusión fue una sentencia: “Los militares son un
impedimento para el desarrollo integral de las sociedades”.
El
modelo que parece estar mostrándose a través del aparato de propaganda del
Estado por estos años para formar al “nuevo hombre”, es el de la precariedad y
la vida miserable de un individuo que apenas será habitante de un territorio y
jamás ciudadano de una república.
Ese
nuevo hombre es el vividor, el sagaz sobreviviente de la vorágine de miseria
socialista que ha corrompido los valores, principios y tradiciones de una
sociedad y que está buscando estrategias para establecer la vida parasitaria
entre los venezolanos. El conformismo y la aceptación de una vida silenciada,
mediocre y marginal, son la imagen de un individuo que debe obedecer y cumplir
órdenes bajo el mando de una voz que se soporta en la fuerza de las armas y no
en la consciencia que razona de manera lógica. En el socialismo no existe
posibilidad para desarrollar una conciencia crítica.
El
peligro que observó a mediano y largo plazo es el de una sociedad adormecida,
sumisa, complaciente, acrítica y sometida a la vida de apariencias, normalizada
por la banalización de las relaciones del individuo con el Estado.
Absolutamente informal, totalmente irrespetuosa con la tradición y sus valores
y principios, cuyo lenguaje se está transformando en jerga de acontecimientos
triviales que le llevan al embrutecimiento individual y colectivo.
Es
el escenario ideal de la vida parasitaria, marginal, de semi esclavitud,
controlada por bárbaros, donde el valor de la vida y el respeto al Otro
diferente no tienen mayor sentido ni valor. Las relaciones que rigen la
inteligencia y vienen soportadas por la familia y sistematizada en las
relaciones institucionales educativas del rigor académico, han sido suplantadas
por una forma menor de inteligencia, la viveza criolla de la mentalidad
marginal, que se impone por la fuerza bruta, el grito y la amenaza física.
Es
posible que a mediano plazo se pueda superar esta hecatombe humanitaria con la
separación del liderazgo criminal de corruptos en ambos bandos de la actual
política venezolana que se soporta en los mandos de parásitos militares. Las
decisiones posteriores para reordenar la gobernabilidad con la normalización de
políticas públicas que permitan el desarrollo de nuevas acciones
económico-financieras, posibilitarían una nueva imagen del país y sus
instituciones. Pero educar la población en valores, principios y tradiciones
para que se orienten sobre la base del cumplimiento de leyes, normas y en la
cotidianidad del respeto irrestricto al semejante será una empresa supremamente
difícil, riesgosa y de verdaderos profesionales en un gigantesco y humano
servicio de amorosidad a la republicana.
A
muchos se nos irá la vida en ello pero no conozco otro camino hacia la
felicidad que el tránsito educativo y pedagógico que lleva a la libertad real y
trascendente.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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