SONIA OSORIO 12 de diciembre de 2019
@soniaosoriog
Niños
venezolanos que han padecido hambre en su país tienen un mayor riesgo de sufrir
estados depresivos incluso después de emigrar a Estados Unidos, según determinó
una investigación divulgada este jueves.
El
estudio, realizado principalmente en Florida, también encontró que la mitad de
todos los menores venezolanos encuestados pasaron hambre regularmente antes de
salir del país.
“Tenemos
dos años trabajando con la comunidad de inmigrantes venezolanos en Miami”, dijo
a el Nuevo Herald Christopher Salas-Wright, profesor asociado de la Universidad
de Boston, quien participó en la investigación junto a sus colegas Michael
Vaughn, Mariana Cohen y Seth Schwartz.
La
investigación, de la escuela de Trabajo Social de la Universidad de Boston y de
la escuela de Medicina de la Universidad de Miami, se llevó a cabo en gran
parte de Florida porque es allí donde se encuentra la mayoría de los
venezolanos que viven en Estados Unidos.
Un
total de 399 menores con edades entre los 10 años y 17 años y con menos de tres
años de haber emigrado a EEUU, fueron encuestados en línea entre noviembre de
2018 y julio de 2019 para la elaboración del estudio titulado “Secuelas del
Hambre en los Niños Venezolanos antes de Emigrar a EEUU”, publicado en el
American Journal Preventive Medicine.
El
49 por ciento de los encuestados admitió haber padecido hambre antes de salir
de su país, con la mitad (equivalentes a un 24.5 por ciento del total)
afirmando que sucedía solo “algunas veces”, mientras que el el resto de esa
mitad, equivalente a otro 24.5 por ciento del total, dijo que con frecuencia.
Para
un 10 por ciento de los encuestados, el problema del hambre no desapareció al
llegar a Estados Unidos.
Salas-Wright
indicó que la mayoría de los jóvenes encuestados dijo que no estaba
experimentando depresión a nivel clínico, pero en los que sufrieron hambre las
tasas eran elevadas, “lo que sugiere que el experimentar hambre en Venezuela
tienen implicaciones para el bienestar psicológico años después de estar en
EEUU”.
El
académico precisó que el cinco por ciento de todos los niños venezolanos llegaron
a padecer niveles de depresión clínica. La proporción es de sólo 2 por ciento
entre quienes no padecían hambre, pero entre los que sí pasaron hambre la tasa
es del 8.5 por ciento.
“Es
decir cuatro veces mayor”, dijo Salas-Wright. “Son números importantes aunque
puede ser que no suene tan grande la diferencia”.
A
los encuestados se les preguntó que si iban a la escuela o se acostaban con
hambre porque no hay suficiente comida en casa y que ¿con qué frecuencia te
sucedió esto en Venezuela y los Estados Unidos?
También
fueron examinados otros aspectos que reflejan el ajuste de los jóvenes a su
contexto post inmigración como discriminación percibida (injusto o negativo
trato de los docentes por ser venezolanos) y contexto negativo de recepción
como por ejemplo, personas de mi país no son bienvenidos aquí.
Otros
factores analizados fueron las medidas de comunicación transnacional como ¿con
qué frecuencia se comunican con amigos en Venezuela?.
Los
menores que padecieron hambre en Venezuela reportaron un contexto negativo más
alto de recepción y discriminación percibida, además de tener menos
comunicación con sus amigos en su país de origen por teléfono, chat o redes
sociales.
Mientras
que las probabilidades de una depresión moderada o severa fue mayor entre los
menores que experimentaron hambre en Venezuela en comparación con aquellos que
no informaron haber estado privados de alimentos.
El
estudio concluyó que los menores que han emigrado a EEUU después de
experimentar dificultades significativas, específicamente hambre, en sus países
de origen son particularmente vulnerables a resultados psicosociales negativos,
incluso cuando su bienestar material ha mejorado después de la inmigración.
También
resaltó que a pesar de que investigaciones previas han demostrado que el hambre
y el estrés por la migración puede potenciar el riesgo de problemas de salud,
ninguna investigación había examinado previamente las experiencias de los niños
de la diáspora venezolana.
“Los
venezolanos son el grupo de origen hispano de más rápido crecimiento en Estados
Unidos y es fundamental que los encargados de formular políticas y los
profesionales entiendan cómo el hambre entre los niños impacta después en
adaptarse a su entorno cuando emigran”, se recomendó.
La
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
en un reciente informe dijo que América del Sur alberga la mayoría (55 por
ciento) de las personas subalimentadas de la región, y el aumento observado en
los últimos años se debe sobre todo al deterioro de la seguridad alimentaria en
Venezuela, donde la prevalencia de la subalimentación aumentó casi cuatro
veces, de 6.4 por ciento en 2012-2014 a 21.2 por ciento en 2016-2018.
“El
aumento significativo del hambre en Venezuela en los últimos años coincide con
el período de recesión del país, cuando la inflación alcanzó aproximadamente un
millón por ciento y el PIB real del país empeoró, pasando de una contracción de
3.9% en 2014 a una contracción estimada de 25% en 2018”, precisó la FAO.
Un
informe sobre el estado nutricional y seguridad alimentaria en niños menores de
5 años, realizado por Cáritas Venezuela y divulgado en julio pasado, señaló que
hubo un incremento de 100 por ciento en la desnutrición aguda severa y de 20
por ciento en la aguda moderada en los primeros tres meses de 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico