Juan Guerrero 18 de noviembre de 2020
@camilodeasis
Mi tío Domingo Guerrero Contreras, sargento mayor del
naciente ejército del dictador Juan Vicente Gómez, guardaba en un viejo baúl de
madera objetos curiosos. Uno de ellos era una pequeña revista donde aparecían
algunas imágenes de ciudades y personas estadounidenses. Se hablaba allí de la
vida en esa gran nación. –Bonito, ¿verdad?. Yo le respondí asintiendo con un
movimiento de cabeza.
-Es que están promocionando para quien quiera irse a
vivir allá. Pero son muy estrictos y no les gusta que le digan mentiras, lo
toman como una ofensa y como un delito. Eran los comienzos de los años 60. A mí
esas palabras se me grabaron en mis recuerdos.
Por eso considero que, en las elecciones en los
Estados Unidos de Norteamérica, los dos hechos más trascendentes, no son tanto
quién gane o pierda los comicios a la presidencia sino, la duda que se ha
creado en torno de la credibilidad en las instituciones del Estado
norteamericano.Lo otro es la decisión del pueblo boricua de convertirse en el
estado número 51 de la Unión.
Con cierta regularidad leo y escucho a personas
afirmar que les ha sido ‘fácil’ introducir documentación para solicitar su
permanencia en EEUU. Otros recurren a introducir información no veraz y hasta
falsa, indicando que las autoridades creen en lo que les indican.
Pues bien, el punto que deseo desarrollar es
precisamente la tradición que existe en el pueblo norteamericano, y, por lo
tanto, en sus instituciones, sobre el irrestricto apego a la verdad, creer en
el Otro, como ideal de vida y convivencia, y, sobre todo, en la preservación de
los principios de libertad, democracia y propiedad. Todo ello está soportado en
la palabra, sea oral como escrita, que es honrada, soportada y preservada como
símbolo de honor, de responsabilidad y cumplimiento a la verdad.
Por
eso veo con horror la serie de argumentaciones esgrimidas sobre la actuación
que tienen estos dos candidatos y detrás de ellos, quienes, a lo externo, y sin
conocer la idiosincrasia de la cultura del norteamericano, se aventuran a
realizar análisis y proyecciones, imitando realidades alteradas, como esta que
se vive en el territorio venezolano.
Lo que viene ahora, por parte de la institucionalidad
y sus agencias, es una afirmación de esto que tratamos. Porque está en ‘tela de
juicio’ la palabra empeñada por la tradición cultural de una sociedad que se
precia de tener un sistema de jurisprudencia basado en el principio del apego a
la verdad como ideal y valor de convivencia social en una república
confederada.
Pocas sociedades en el mundo tienen su fortaleza en
este principio que tratamos. Japón, Australia, Finlandia, Islandia, Nueva
Zelanda, entre otras sociedades, encuentran su fortaleza fundamental en la
verdad y su práctica como base para su posterior desarrollo socioeconómico. Es
así y nunca a la inversa. Y esto ha sido una práctica en su tradición por
generaciones a través de la afirmación de la familia, sus valores, y la
práctica de esta convivencia en el fortalecimiento cultural de los procesos
educativos, fijos, inalterables, donde se resalta la tradición de años, siglos
de esfuerzo y dedicación en el cultivo de una verdad que es reconocida,
identificada y aceptada como valor de vida.
Creo que el resultado final de esas elecciones será lo
de menos, centrados en esto que abordamos. Para el norteamericano tradicional,
de cualquier estrato social, faltar a la verdad, ver que gran parte de los
medios de comunicación han tergiversado, sesgado la verdad, para favorecer
parcialidades del poder, les debe estar representando un verdadero dolor de
cabeza, vergüenza y hasta humillación, como ciudadanos democráticamente
formados en la defensa de la verdad y sus principios.
Tristemente en la Venezuela del régimen totalitario se
ha impuesto la mentira y mentir, como Política de Estado. Y en ello, nadie en
representación del Poder defiende los principios del honor, la honradez, el
valor y principios de la moral, ética como partes de una tradición cultural que
han sido los atributos de una república federal, como la venezolana.
La lucha por el poder en Estados Unidos de
Norteamérica,y en gran parte de los países del mundo, no está centrado en
ideologías ni por grupos políticos, tampoco de izquierdas o derechas. Eso forma
parte de un pasado reciente en la historia política de las naciones. Las luchas
ahora son religiosas, de monopolios económico-financieros, y de nacionalismos.
Todas esas luchas encuentran en la práctica de los
principios de la verdad y credibilidad, el soporte de suexistencia, como
estados, naciones, repúblicas, y la propia sobrevivencia de sus ciudadanos.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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