Por Ramón Guillermo Aveledo
“Hace falta la mejor
política puesta al servicio del verdadero bien común” ꟷnos dice Francisco en
esa jugosa encíclica Hermanos Todos, en la que guiado de nuevo por su
inspirador, el santo de Asís, nos propone una reflexión renovada de la
solidaridad. Inconforme sin remedio, siempre siento el peso de mis pasivos
sobre esos activos que inevitablemente valoro como escasos.
La sequía del desierto
cuando lo cruzamos o la euforia cuando sentimos llegar a predios de éxito y
abundancia pueden ser engañosos. Por eso me atrevo a pedirles que pensemos en
el mensaje pontificio. Hace tiempo me enseñaron que la política es para servir,
no para servirse.
Sin darnos cuenta ya
estamos en el penúltimo mes de este año raro y real, signado por frenazos y
retrocesos en los procesos dirigidos al progreso de nuestro pueblo en especial,
pero también de los pueblos del mundo. Los impactos de la pandemia y sus
secuelas en la salud, la política, la economía y las relaciones
internacionales, apenas comienzan a sentirse. Abundan las enseñanzas en el
almanaque que se acerca a su fin. Tal vez sea muy pronto para asumirlas, pero
no dejemos que sea tarde para empezar a asimilarlas. Fratelli Tutti nos
da esa oportunidad.
“El desprecio de los
débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente
para sus fines o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de
los poderosos”. Uno y otro asoman las dificultades para una sociedad abierta e
inclusiva.
Fenómenos sociales que
articulan a las mayorías, megatendencias y búsquedas comunitarias, objetivos
compartidos para un proyecto común, se expresan en el sustantivo pueblo y el
adjetivo popular, según la encíclica, “Si no se incluyen ꟷjunto a una sólida crítica
a la demagogiaꟷ se estaría renunciando a un aspecto fundamental de la realidad
social”.
A asumir al pueblo como
identidad común, nos invita, “…en un proceso lento, difícil…hacia un proyecto
común”. El liderazgo debe ser capaz de interpretar esos sentires y esas
dinámicas para “ser la base de un proyecto de transformación y crecimiento”,
pero cuidado, porque puede derivar en insano populismo cuando es habilidad para
manipular e instrumentalizar con fines de poder personal. El populismo cerrado
desfigura la palabra “pueblo”.
También se manifiesta
la degradación de un liderazgo popular en el inmediatismo. “Estoy lejos de
proponer un populismo irresponsable”, nos recuerda a Evangelii gaudium.
Ya antes, en Gaudium
et Spes de 1965, cuya edición comentada me regaló al graduarme de
bachiller un político de admirable honradez, la Iglesia había planteado la
doctrina que Francisco desarrolla con acentos nuevos:
“Quienes son o pueden
llegar a ser capaces de ejercer ese arte tan difícil y noble que es la
política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio
interés y de toda ganancia venal. Luchen con integridad moral y con prudencia
contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de
un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y
rectitud, más aún, con claridad y fortaleza política, al servicio de todos”.
09-11-20
https://elnuevopais.net/2020/11/09/ramon-guillermo-aveledo-servir-papa/
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