Andrés Cañizález 15 de marzo de 2021
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La variable económica, con su inevitable impacto
social, resulta asunto central para entender el porqué del cambio político
drástico que ocurrió en Venezuela con la llegada de Hugo Chávez al poder. La
economía nacional parecía dar vueltas desde el llamado “Viernes Negro” (18 de
febrero de 1983), en una caída continua, sin que hubiese capacidad de
reinventarse o recuperarse.
Rafael Caldera accedió a la presidencia, en su segundo
gobierno, prometiendo dos cosas que no pudo cumplir. Por un lado, no tuvo la
fuerza política para llevar adelante una reforma institucional profunda, que
era necesaria, como él mismo lo había indicado en su tristemente célebre
discurso tras el fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Por el otro
lado, el Caldera candidato en las elecciones presidenciales de 1993, había
satanizado la idea de un ajuste económico.
Ese segundo gobierno de Rafael Caldera (1994-99) logró
postergar lo que diversos economistas consideraban a mitad de los años 1990
como inevitable: un ajuste macroeconómico. En abril de 1996, sin embargo, se
anunció el paquete de medidas que se conoció como “la Agenda Venezuela”.
Caldera había enfrentado, al inicio de su mandato, la crisis bancaria que
exacerbó los desequilibrios fiscales, un asunto que no puede dejarse de lado.
De estas medidas, los símbolos más visibles resultaron
ser el aumento en los precios de los combustibles en el mercado interno y el
aumento de la tasa del impuesto al consumo suntuario y ventas al mayor, en el
ámbito fiscal; la liberación, unificación y devaluación del tipo de cambio, en
el ámbito cambiario y el aumento de las tasas de interés, en el ámbito
monetario.
En aquel momento, Ramón Espinasa, entonces economista
jefe en Petróleos de Venezuela (PDVSA), desmenuzaba las razones que obligaban a
tomar acciones drásticas en el terreno económico. La inflación había tocado una
cifra récord de 135 por ciento entre marzo de 1995 y marzo de 1996, lo cual
hizo entender a muchos venezolanos que debía aplicarse algún tipo de medidas
para evitar que la espiral inflacionaria siguiera en ascenso. Espinasa, sin
embargo, apuntaba que en verdad el ajuste era necesario para revertir problemas
estructurales de la economía que tenían vieja data.
En el párrafo siguiente, en el que citamos en extenso
a Espinasa, está tal vez la clave de cómo en el alma de los venezolanos se
cimentó la idea de que no habría una mejor calidad de vida con el sistema
político vigente en los 90. La última carta del viejo modelo resultaría ese
segundo gobierno de Caldera que falló en lo político, al no poder reformar el
modelo, y mintió en lo económico, al aplicar los ajustes que había dicho no llevaría
adelante. Todo esto no hacía más que allanar el camino para que un outsider asumiera
el poder, ya el pueblo no parecía confiar más en los políticos identificados
con el modelo democrático de 1958.
“La economía y la calidad de vida de la población se
han estado deteriorando desde hace cuando menos tres lustros. El salario real
ha caído en un 63 por ciento en los últimos quince años (1980-95). La inversión
privada, medida como fracción del ingreso territorial, fue apenas de 4,4 por
ciento en 1995, comparada con un 18,1 por ciento en 1980 (…) Como contraparte
de la caída del salario, la inversión y el producto interno, los indicadores de
pobreza han crecido. El porcentaje de población en pobreza crítica ha crecido
de 10 por ciento en 1985 a 47 por ciento en 1995. Este proceso de deterioro del
ingreso estuvo marcado por un nivel de inflación promedio anual de 32 por
ciento en los últimos quince años (1980-95), comparado con promedios de 7,7 por
ciento y de 1,1 por ciento en las décadas de los setenta y sesenta
respectivamente”.
Espinasa ayuda a ubicar los problemas económicos de
aquella Venezuela de los 90 en una perspectiva de décadas o lustros, para
entender a cabalidad la profundidad de la crisis que vivía el sistema, que
justamente precedieron al triunfo electoral de Hugo Chávez. El modelo se había
agotado ya en los años 80 y los sucesos del Caracazo convirtieron en tabú
algunos temas, incluido el ajuste económico o el papel del Fondo Monetario
Internacional (FMI), al cual Caldera terminaría acudiendo en su segundo
gobierno.
Espinasa precisamente recuerda que en 1982 el mercado
petrolero sufrió una caída importante, lo cual obviamente tuvo impacto en las
finanzas de Venezuela, pero entonces (como en otros momentos) la respuesta
oficial fue buscar más endeudamiento externo para mantener el nivel de
gastos. Venezuela vivió con el mismo esquema, de no apretarse el cinturón
ante la nueva caída del mercado petrolero en 1986. Las decisiones de política
económica de no recortar gastos, sino de endeudarse o emitir dinero inorgánico,
que en su momento tomaron los gobiernos de Luis Herrera Campins o Jaime
Lusinchi, terminan siendo muy parecidas a las de Nicolás Maduro en el período
2013-2016.
Por su parte, en otro artículo de fecha de mayo de
1996, Javier Peraza Celis, saludaba la decisión del gobierno de firmar acuerdos
con entes multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco
Mundial o el propio Fondo Monetario Internacional. Para Peraza Celis las
medidas de ajuste debían constituir apenas el primer paso de una profunda
reforma del modelo económico venezolano, y en esa tarea de largo plazo
resultaba necesaria la experticia de los órganos internacionales.
Sin embargo, dos años después con el triunfo de Chávez
la transformación del modelo no sucedió en esa dirección, sino que al
contrario, se acentuó el estatismo y el rentismo. Lo que Caldera había aceptado
a regañadientes, como era acudir al FMI y ajustar la economía sin populismo,
fue desechado una vez que el chavismo ascendió al poder.
Fuentes:
Cañizález, Andrés (1996) “Venezuela. Adiós a las
excusas”. En: Nueva Sociedad. N° 143. pp. 15-19. Caracas: Fundación
Friedrich Ebert.
Espinasa, Ramón (1996) “¿Es necesario un ajuste
económico?”. En: SIC. Vol. 59. N° 584. pp. 148-150. Caracas:
Fundación Centro Gumilla.
Hernández Delfino, Carlos (2016) “Venezuela y el Fondo
Monetario Internacional [2 de 2]”. En: Prodavinci, texto en línea: https://historico.prodavinci.com/2016/08/26/actualidad/venezuela-y-el-fondo-monetario-internacional-2-de-2-por-carlos-hernandez-delfino
Peraza Celis, Javier (1996) “El plan de ajuste
económico del gobierno”. En: SIC. Vol. 59. N° 584. pp. 151-153.
Caracas: Fundación Centro Gumilla.
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