Por Piero Trepiccione
La escogencia de un nuevo
CNE por parte de la Asamblea Nacional en los próximos días, pone a prueba de
nuevo la posibilidad de abrir las compuertas de cara a un acuerdo político que
permita destrancar la situación en Venezuela. Con la mirada puesta en
diciembre próximo, tanto los factores geopolíticos internacionales como los
internos ven que pudiera facilitarse un camino que permita el reconocimiento
mutuo en las urnas electorales. Si esta designación tomara en cuenta una
correlación más independiente y autónoma del poder ejecutivo y con
representantes de ambas tendencias, es muy factible que los partidos políticos
de oposición suscriban retornar a la participación electoral prontamente.
Pero esta nueva posibilidad
también puede ser un elemento para radicalizar posiciones, si esta designación
se realiza sobre la base de un criterio abiertamente partidista. Esto
desmotivaría mucho a los partidos que intentan reposicionarse electoralmente y
a la población que ha venido señalando en diversos estudios de opinión, que
desea volver a las urnas si cambian las condiciones. Para Nicolás Maduro y el
Psuv es una prueba de fuego poder abrir campo o cerrar las opciones.
Esta llave para reabrir el
juego está siendo monitoreada especialmente por EEUU y la Unión
Europea, cuyas políticas de sanciones se mantienen. No obstante, enviar
mensajes claros que, con un potencial acuerdo se pudieran levantar en función
de ir recuperando los espacios cívicos y despolarizados en la institucionalidad
venezolana. Noruega nuevamente aparece en el escenario para indagar en el
esfuerzo y aunque las expectativas aún se mantienen muy bajas, las esperanzas
apuntan en esa dirección y diversos mensajes públicos y privados lo han venido
ratificando.
El escenario no está para
posiciones intransigentes. El impacto de la crisis venezolana se está sintiendo
interna y externamente. Aunque tengamos una relativa paz social no está
garantizado que las condiciones actuales se mantengan por mucho tiempo. La
necesidad de reformas económicas avizora conflictividades en puerta, ante los
ajustes que busquen equilibrar las cuentas fiscales del país.
Cerrar la santamaría
nuevamente puede efectivamente seguir garantizando el poder. No obstante, la
posibilidad de acentuar los escenarios de crisis, irían en aumento
desproporcionado, con severa afectación de los sectores más vulnerables del
país. Jugar a mantener el poder con una base de participación cercana a un
tercio de la población, puede ir socavando el sistema político paulatinamente
con consecuencias terribles. La inestabilidad política y social a partir de la
situación en Venezuela puede, bajo este esquema, convertirse en la bomba del
hemisferio occidental.
En cambio, asumir posiciones
de estadista, adoptar posturas de Estado y conciliar intereses contrapuestos a
partir de hilos de institucionalidad, puede reabrir un juego de reconocimiento
mutuo, respeto, tolerancia y reglas aceptables para todas las partes. Los
días finales de marzo o los primeros de abril pueden marcar una pauta de
extraordinaria importancia para los tiempos que vienen. Habrá un modo
práctico de verlo con la decisión que tomen en la Asamblea Nacional en relación
a la designación de los nuevos rectores del ente comicial.
Los laboratorios de la
información, contrainformación y la desinformación están preparados para
maximizar, minimizar o invisibilizar esa decisión. Los canales
diplomáticos y las agencias internacionales están demasiado atentas a una
situación, que se ha convertido en el foco de explosividad social y política
más preocupante de todo el hemisferio occidental. Y la población, en el medio
de todo, cercana a estadios de desesperanza y frustraciones masivas, sin
encontrar un eco que resuene en el horizonte cercano.
14-03-21
https://efectococuyo.com/opinion/venezuela-se-cierra-la-santamaria-o-se-reabre-el-juego/
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