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viernes, 8 de octubre de 2021

Lo de Iquique tiene sus promotores, por @aparicioluis


Luis Ernesto Aparicio M. 07 de octubre de 2021

@aparicioluis

Más de uno, venezolano o de otras latitudes, al ver que un grupo de habitantes de una población llamada Iquique, ubicada al norte de Chile, arremetía con furia en contra de unos supuestos “invasores” que aparecieron en sus lugares, quedamos pasmados al ver hasta donde podría llegar el ser humano en contra de sí mismo. Los atacantes gritaban consignas como para ahogar una xenofobia oculta que, al parecer, todos llevamos.

Por otro lado, otros podrían decir que estaba bien que los pobladores manifestaran su hastió, al ver que unos ajenos a su entorno estaban ocupando, según, sus espacios en aquella localidad de apenas 190 mil habitantes.

Sin duda lo ocurrido deja mucho que hablar. Se puede condenar, y no sé si atreverme a decir “simpatizar”, la quema de enseres, ropa y hasta juguetes para niños, por parte de, en apariencia, unos descontrolados habitantes. La acción, más allá de ser condenada por representantes del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, quienes, por cierto, hasta la fecha, solo han producido documentos que sustentan las violaciones, pero que no se traducen en acciones concretas.

Pero vamos a lo de Iquique. La mayoría de los emigrantes que intentan llegar a Chile, entran en el túnel de las penalidades propias de quienes huyen de sus países por razones políticas, económicas y de seguridad. Primero deben sortear los posibles obstáculos que se imponen desde sus países, incluyendo aquellos de naturaleza humana como, por ejemplo, el soborno a funcionarios, que es lo más común. Luego se ponen en manos de seres inescrupulosos que trafican con las personas y, por último, aquellos portentos de la naturaleza con sus imponentes geografías, que para el caso de Chile son las grandes altitudes y el desierto más inhóspito de la tierra, el de Atacama.

No obstante, lo ocurrido en Iquique, no recae, de manera exclusiva, sobre los habitantes de ese poblado, quienes, insisto, con razón o sin ella, ven sus calles colmadas de personas ajenas a su localidad lo que les puede estar alarmando; aún así no hay excusa para hacer lo que vimos a través de los medios de comunicación y videos.

La razón de esas reacciones va de la mano tanto de Nicolás Maduro, como de la política migratoria de Chile y el populismo que siempre está a la caza de cualquier síntoma de nacionalismo que permita abrirse paso en el mar de las simpatías y los rechazos.

En Chile están a las puertas de unas elecciones marcadas porque, por primera vez, no hay un candidato que sea un ex del Palacio de la Moneda. Los candidatos que se encuentran en la lucha por alcanzar la presidencia, al menos los más que mayor ventaja muestran en las preferencias, nada tienen que ver, al menos con un rol protagónico, con las anteriores administraciones. Hasta ahora, los de mayor preferencia son, en este orden: Gabriel Boric, del Frente Amplio; Sebastián Sichel, por Vamos Chile y Yasna Provoste del partido Demócrata Cristiano. Esos son los favoritos y los de mayor opción hasta la fecha. Pero hay un riesgo emergente y es la presencia del ultraderechista José Antonio Kast, del partido Republicano de Chile, quien se ha mostrado como la versión de Bolsonaro, Trump y simpatizante del discurso de VOX, partido ultraderechista en España.

Como ya lo hemos visto en otros de mis artículos, y en textos que no han sido de mi autoría, el populista siempre suele estar vendiendo la opción nacionalista y si el país en el que se encuentra es refugio para emigrantes, pues se convierte en la mejor combinación para explotar el arte de ese falso patriotismo y el de mentira, aprovechando la vulnerabilidad de las personas que se ven amenazados por la llegada de emigrantes ante las promesas de puestos de empleo, el acceso a los servicios de los que, en su mayoría, se encarga el gobierno de esos país. Es el caldo de cultivo perfecto para el populismo, con sus discursos de seguridad, de antinmigración y el cierre de fronteras para evitar al vecino cercano y al lejano.

Lo dicho con anterioridad, puede ser uno de los estimulantes para las reacciones de los pobladores de Iquique en contra de los migrantes venezolanos – ¡Ojo! También hay muchos provenientes de Colombia y Haití-, pero no posee exclusividad alguna.

Para el caso de los venezolanos, la radiografía que acaba de presentar la encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), ofrece muchos detalles que pueden explicar la crisis migratoria regional promovida por el régimen de Nicolas Maduro y sus camarillas con sus políticas absurdas y carentes de garantías de progreso. Porque esta catastrófica gestión es el combustible para que ocurran casos como los casos de Paracaima (Brasil) primero y ahora el de Iquique (Chile). ¿Verdad, Nicolás Maduro?

Luis Ernesto Aparicio M.

@aparicioluis

  

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