Gerver Torres 12 de mayo de 2022
@GerverTorres
Detrás
de la discusión actual sobre el estado de cosas en Venezuela suelen estar
presentes dos supuestos que vale la pena revisar. El primero es que, si la
gente reporta alguna mejoría en su bienestar, ello significa bienestar material
y, principalmente, bienestar económico. Significa que la economía se está
recuperando y lo está haciendo bien. El segundo implícito es que, si esto
último está ocurriendo, si hay signos de mejora económica en algún área, el
régimen de Maduro debe estar fortaleciéndose. Estos supuestos no son
correctos. Para empezar por este último, abundan las experiencias de gobiernos
que han hecho crisis y colapsado en periodos de progreso económico. La
primavera árabe que se trajo abajo varios gobiernos del medio oriente se
produjo cuando esos países estaban creciendo a tasas relativamente altas. En el
caso de Egipto, por ejemplo, la caída de Mubarak en 2011 tuvo lugar en medio de
una economía que había estado creciendo por encima del 5% los años anteriores.
Un crecimiento muy decente. Mas cerca de nosotros, las protestas que
desbordaron al gobierno de Chile en 2019 ocurrieron luego de un crecimiento
significativo de muchos años del producto per cápita, que alcanzó tasas de más
de 9% en 2017 y de 5% en 2018. Y está, por supuesto, nuestra propia
experiencia. La agitación política y el golpe de estado de 1992 en
Venezuela ocurrieron en medio del comienzo de un crecimiento que apuntaba a ser
significativo y que ya en 1991 había alcanzado 9%, convirtiéndose en el más
alto de América Latina para aquel año. De la misma manera, el
empobrecimiento extremo y sostenido de un país no necesariamente conduce al
cambio político. Esto lo hemos vivido en carne propia. Se podría incluso
argumentar que, a partir de un nivel de miseria y empobrecimiento determinado,
la capacidad de un pueblo para sacudirse al régimen que lo oprime más bien se
reduce. Y al revés. Que cuando mejoran las condiciones materiales de la gente,
su espíritu y capacidad de lucha y protesta se fortalecen. Entonces, no hay que
asumir que algunas señales, sean espejismos o sean reales, de crecimiento,
recuperación, rebote, lo que sea, que denoten algún movimiento o expansión de
la economía venezolana, significan fortalecimiento del régimen de Maduro.
Pero ¿cómo se siente la gente?
La
gente puede darnos sorpresas con lo que dice. Sorpresas que luego de pensarlas,
no deberían serlo. Resulta que independientemente de lo que esté pasando con la
economía y sin que necesariamente tenga que ver con lo que hace o no hace el
régimen, un número significativo de gente puede decir que “las cosas” han
mejorado o están mejorando. Ello a pesar de la abrumadora cantidad de datos que
muestran la continuación de los males del país, desde los indicadores generales
de pobreza, hasta otros sectoriales como los del colapso de los servicios
públicos. ¿Cómo puede pasar eso? Puede ocurrir por diversas razones, como, por
ejemplo:
– El
cambio en el comportamiento de alguna variable particular que afecta a todo el
mundo todo el tiempo y de manera importante. Por ejemplo, la seguridad. Si
la gente se siente más segura, ello puede impactar la percepción de la opinión
pública sobre el estado general de las cosas. Las encuestas de Gallup de
2020 y 2021 en Venezuela, encuentran una mejora significativa en la percepción
de seguridad respecto de años anteriores. A la pregunta de si se siente
usted seguro caminando a solas por la noche en la ciudad o área donde usted
vive, un 33% respondió afirmativamente en 2021 vs 12% en 2016, el porcentaje
más bajo desde que comenzó esa medición en 2006. Este porcentaje del 2021
todavía deja al país entre los cuatro países más inseguros del mundo, compartiendo
ese honor con Gabón, Sur África y Afganistán, pero representa una mejora
respecto a su propia situación. Lo interesante de este incremento en la
percepción de seguridad de la gente, es que ello no tiene nada que ver con
mejoras en la calidad de las políticas públicas ni de la gobernanza. En verdad,
es más bien el resultado de lo contrario, del mal gobierno. Entre las razones
que pudieran explicar esa mejora en la seguridad ciudadana, podrían estar la
emigración de quien sabe cuántas bandas criminales, debido al deterioro de la
situación económica del país y la aniquilación física, sin ninguna
contemplación por los derechos humanos, de quien sabe cuántos de sus miembros.
Es posible que la necesidad que tienen ahora muchos enchufados de hacer vida en
el país, de disfrutar dentro del territorio nacional de su riqueza mal habida,
los ha forzado a tratar de reducir el hampa de cualquier manera. De alguna
manera lo que hacen es monopolizar el delito. Pero tratándose esencialmente de
un delito de otro tipo, el de cuello blanco, la gente se siente más segura en
la calle.
– El
aplacamiento del Covid19. Su aparición perturbó la vida de la población
mundial, e igualmente su progresivo disminución y control es hoy fuente de
alivio donde tenga lugar. Mucha gente puede decir que la situación del país ha
mejorado simplemente porque la amenaza del Covid19 ha bajado de
intensidad. El hecho de que la epidemia arrancara y se expandiera en
Venezuela con relativo retraso y más lentamente que en otras partes del mundo, obedece
en parte a la situación de aislamiento del país respecto del exterior y del
aislamiento interno de la gente, por la crisis del transporte, la escasez de
gasolina y la baja actividad económica entre otros factores. Esos factores que
identifican a un mal gobierno pueden haber paliado la precariedad de las
vacunaciones y el penoso estado de los servicios de salud en el
país.
– El
mayor compromiso social. El abandono de responsabilidades claves por
parte del Estado ha obligado a la gente a cooperar más entre sí, a organizarse,
a actuar más solidariamente. Un indicador de ello, el voluntariado, ha
aumentado en el país considerablemente, según lo muestran las encuestas de
Gallup. A la pregunta de si los entrevistados han hecho voluntariado con alguna
organización durante el mes anterior al momento de la entrevista, 30% respondió
afirmativamente en 2021. Ese es el porcentaje más alto registrado desde que
comenzaron esas encuestas y es notablemente superior a los que se producían en
años de mejor situación económica. Por ejemplo, para los 7 años que van de 2007
a 2013, el promedio fue 12.71%. Algo similar vemos con la donación de dinero. A
la pregunta de si usted ha donado dinero a alguna causa durante el último mes,
22% respondió afirmativamente en 2021, el segundo porcentaje más alto desde que
Gallup registra estos datos para Venezuela. Como referencia, el promedio
para los años 2007-2013 es 15.28%. Es decir, que las donaciones aumentaron en
una situación de mayor precariedad económica. Eso parece indicar que ha
aumentado la solidaridad y el compromiso social. Este mayor compromiso y
solidaridad social generan sentimientos de pertenencia, identidad y propósito,
que aun en medio de una profunda crisis, son factores de alivio y bienestar
subjetivo.
– El
asomo de la esperanza. Luego de siete años continuos de brutal
contracción económica, cualquier asomo de crecimiento o recuperación, sea este
un simple rebote, sea insostenible o esté limitado al mundo del comercio y los
bodegones, puede sin embargo crear en la gente la impresión de que las cosas
están mejorando o la expectativa de que van a mejorar para todos. Si tal cosa
se refuerza con una propaganda y narrativa oficial según las cuales las cosas
están mejorando, es posible que muchos venezolanos estén abrigando la esperanza
de que su vida va a mejorar. Gallup intenta capturar esta esperanza
preguntándole a la gente dónde espera encontrarse en 5 años, utilizando
figurativamente para ello, una escalera de once tramos, en la cual el tramo
cero representa la peor situación posible y el tramo diez, la mejor situación
posible. En 2021 el promedio de respuestas se ubicó en 7,5; siendo este el
porcentaje más alto desde 2013, justo antes del comienzo de la gran caída de la
economía venezolana. Es decir, la esperanza alcanzó en 2021 su nivel más alto
desde aquel entonces.
Como
dijimos al principio de este artículo, el hecho de que una parte de la
población sienta que algunas cosas han mejorado o que ellos digan sentirse
mejor en algunas dimensiones de sus vidas, no se traduce necesariamente en
mayor apoyo para el régimen de Maduro. La gente puede pensar que lo bueno que
ha ocurrido o que está ocurriendo no tiene nada que ver con él, e incluso, que
más bien ocurre a pesar de él y su régimen. Al respecto, cabe observar
que la encuesta Gallup muestra una caída de la confianza en el gobierno
nacional a 18% en 2021. Como referencia téngase en cuenta que esa cifra
promedió 54.14% para los 7 años que van de 2006 a 2012. Es decir, una caída muy
significativa. Esa muy baja confianza se extiende a prácticamente todas
las instituciones que gobiernan el país: honestidad de las elecciones (22%);
sistema de justicia (18%); militares (18%). Por eso amigo lector, cuando oiga
decir a alguien en Venezuela, que algunas cosas están mejor, o que se siente
mejor, no traduzca eso como que de hecho todo está mejor y mucho menos como que
Maduro o su régimen están mejor. De hecho, puede significar lo contrario.
Gerver
Torres
@GerverTorres
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