Macky Arenas 20 de mayo de 2022
@MackyArenas
El uso
de los medios masivos puede y de hecho lo hacen para sedimentar la
falsificación
Nelson
Chitty La Roche:
«El
diablo no es el príncipe de
la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu,
la fe sin sonrisa,
la verdad jamás
tocada por la duda» Umberto Eco
Sórdido este ambiente en que vivimos en nuestra exhausta Venezuela, en la que no sabemos qué creer. La mentira y su manipulación inclusive, son un signo rutinario, en nuestro decurso existencial y, la recurrencia del anómalo en las mas altas esferas demuestra que, detrás de la “convicción” del poderoso, obra quizá mucho más.
Es un
tiempo de posverdad y me permitiré reproducir una nota de ese excepcional
compatriota Sadio Garavini di Turno, quién en un artículo aparecido en el
portal América 2.1 que edita Marcos Villasmil, con acierto e intuición, glosa,
preciso y valioso, un texto de otro coterráneo de primera calidad mundial así:
“En su nuevo y excelente libro, “La Revancha de los Poderosos”, Moisés
Naím nos advierte que las sociedades libres se enfrentan a una nueva y maligna
forma de poder. Una casta de políticos que tienen una nueva fórmula para llegar
y permanecer en el poder. Para Naím, la fórmula se resume en “las tres pes”:
populismo, polarización y posverdad. Los autócratas 3P nos dice Naím:” son dirigentes
políticos que llegan al poder mediante unas elecciones razonablemente
democráticas y luego se proponen desmantelar los contrapesos al poder ejecutivo
mediante el populismo, la polarización y la posverdad”. El populismo y la
polarización tienen una larga historia y han sido estudiados ampliamente, la
posverdad, es “un ataque frontal contra el sentido de la realidad” y es
difícil diferenciarla de la simple mentira. “La posverdad en el contexto
de las democracias, constituye un fenómeno nuevo y aterrador”. Los
políticos siempre han mentido. La posverdad se diferencia de la simple mentira
a través del uso estratégico de la confusión. La posverdad no consiste en
propagar mentiras” sino en destruir la posibilidad de que se pueda decir
la verdad en la vida pública. La posverdad hace que nuestro sentido de la
realidad se tambalee”. En el diccionario se define “posverdad” como:”
La desaparición de los criterios objetivos comunes sobre la verdad”. La
línea divisoria entre los hechos y el conocimiento, por un lado, y las
creencias y las opiniones, por otro, se desvanece. (América 2.1,
viernes 13 de mayo 2022, Caracas)
No
escapa nuestro país de esas deletéreas influencias, mutatis mutandis y, muy al
contrario, y desde el arribo del comandante al poder, las hemos vivido y
padecido sistemáticamente.
Hay un
jaque continuo ante la realidad que lleva a cabo el régimen, imitando al
discurso cubano de una revolución que no cesa de desconocer la verdad y de
deformarla, torcerla si acaso, para imponer una versión del asunto. Como diría
Orwell y lo parafraseo de alguna forma, regando el jardín de la policía del
pensamiento.
Digo y
me atrevo a sostener además que Cuba es, por cierto, la fragua mas consistente
de la ideologización totalitaria en el mundo, disputándose codo a codo con
Corea del Norte y no es poco decir.
Conviene,
no obstante; ubicarnos ab initio, con una brevísima mención sobre los orígenes
del vocablo y su tránsito, hasta devenir lo que es hoy. Ralph Keyes,
periodista, publica en 2004 un libro titulado, “The post truth era,
Dishonesty and deception in contemporary life”, (St, Martin`s press, New
york 2004) que aborda crudo el examen del discurso contextualizado en un marco
comunicacional, en el que la tecnología y la desvalorización que signa este
siglo XXI hacen zapa a la verdad, impunemente, además.
Comienza
Keyes advirtiendo, con la presentación de una idea central; la mentira
pareciera fagocitarlo todo, para derivar hacia una perniciosa orientación; lo
creíble desplaza a lo verdadero. Antes y durante todos mientes y se lo creen a
la postre o viven como si la mentira fuera la verdad.
El uso
de esa máxima, en los planos del ejercicio del poder, se percibe en las
actuaciones de muchos empoderados que, luego se construyen, en detrimento de la
veracidad, un plano descriptivo deformado pero que ellos soportan en sus
habilidades, en su propaganda y en su carisma.
En
2016; el diccionario Oxford, declaró la voz “posverdad,” palabra del año
y consagró su importancia definitivamente. En ese cosmos, reina la confusión y
los hombres de poder, pero también los grupos de interés, de presión, las
ideologías, navegan tranquilamente, relativizándolo todo. La especulación se
codea con la verdad y además da pie a cualquier manipulación.
Lo
peor es la banalización del asunto que sabemos nos abruma, pero, incluso
jugamos ese juego, en nuestro claro perjuicio, si no admitimos que la mentira
nos induce al error y/o nos desorienta, además. Pasa como con el espectáculo
que, tal mostró Vargas Llosa, se sustituye en la cultura y sabemos bien, cuanto
daño nos viene suturando.
En
Venezuela; desde que inició el gobierno de Chávez y por carambola y perdonen el
coloquio, con Maduro igualmente; se ha hecho, se hace y se hará uso de la
mentira y de la posverdad. La realidad ha sido desafiada por el opresor de
variadas maneras. La idea es que la realidad no adquiera necesariamente
más que ribetes de verdad.
Al
comienzo se trató de oponer las perspectivas, pero luego, valiéndose del
cinismo y ante todos, se contrastó la verdad, para pretender y lograr a menudo
confundir y/o convencer a muchos de asumir otra interpretación.
Poco a
poco erosionan a los que están prestos a cualquier cosa. Llegaran a renunciar
incluso a su conciencia, adherirán la adulteración, harán de la conversación,
un compendio de galimatías que encierran una suerte de neolenguaje, para
posicionar una pragmática que sesgue el sentido de las cosas.
El uso
de los medios masivos puede y de hecho lo hacen para sedimentar la
falsificación. El pasado 11 de abril, vigésimo aniversario de la masacre de la
avenida Baralt y el centro de Caracas, se atrevieron a una cadena para contar
otra historia distinta a aquella que vivimos. Los agresores, esbirros,
homicidas resultaron victimizados y los realmente agredidos, trastocados como
terroristas, asesinos, malhechores.
Cada
manifestación o marcha a lo largo de los años de ejercicio ciudadano de calle,
terminaba con heridos o muertos entre los desarmados que protestaban, a mano de
los colectivos paramilitares o de las fuerzas de seguridad o de policía, pero,
invariablemente se repetía, por los portavoces del gobierno que, eran los
oficialistas y su cuerpo de uniformados, los arrollados, atacados, vulnerados y
todo el mundo había visto que las cosas pasaban distintas.
El
país no se ha arreglado y mientras esté en el control de la cosa pública el
Frankenstein populista, militarista, ideologizado; no se podrá arreglar porque
el cambio necesario tendría que ir a la raíz y este alumbramiento maléfico que
ha nacido y se ha adueñado del poder; no puede, no quiere, no sabe hacerlo
diferente y sabemos la razón; ellos son distintos y es tiempo de entenderlo y
de asumirlo. Son un engendro corrupto.
Angustia,
no obstante; enterarse que otra vez y con el apoyo norteamericano, se reinicia
el sainete mexicano, del diálogo siempre monológico, ante quienes ya no se
representan ni a ellos mismos. La posverdad no es exclusiva del déspota sino de
aquel que simula contradecirlo también. Round 12 de una pelea trucada me temo.
La
gesta pendiente pasa por recuperar la verdad y no malgastar la consciencia y a
propósito de ello; ya se nos recuerda a diario que la estamos desperdiciando y
que un daño antropológico profundo, cual tumor, hace metástasis en el cuerpo
político. En similar dirección se expresó hace días, una neuro inmunólogo
Rebeca Jiménez y lo publico El Nacional. La calificada profesional destacó y
como un fenómeno masivo la perdida de autoestima y la creencia de que no vale
la pena actuar camino a la resignación.
Acoto
que leí hace algunos años, una nota referida al ensayo, entre varios otros
memorables de Paul Valadier, referido al trance que encara el cristiano ante si
y ante el mundo que promueve sus dudas y mortificaciones y lo evoco, siendo que
ahora más que jamás necesitamos mantener nuestra autonomía espiritual y espíritu
crítico. El ensayo del sacerdote jesuita, escritor y ciudadano se denomina,
“Elogio de la consciencia,” y cabe también obsequiarnos, por respeto a nosotros
mismos más que una reflexión, mejor, una consciencia libre y rebelde, a riesgo,
claro, de ser acusados de sedición.
Nelson Chitty La Roche, @nchittylaroche
Macky Arenas
@MackyArenas
Buenos días, por favor necesito contactar a la señora Macky.
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