Hugo Prieto 16 de mayo de 2022
En
esta ocasión, le sugiero al lector que haga clic en este enlace si quiere
tener una mayor comprensión del análisis que hace Francisco Coello* de una
campaña publicitaria que navega por Internet.
Venezuela
se arregló y los jóvenes que se fueron a pie a las capitales del vecindario se
están perdiendo la rumba y el desnalgue en el paradisíaco archipiélago de Los
Roques. El mensaje toca la fibra de un individualismo radical, desconectado del
entorno. No cabe duda, el sálvese quien pueda llegó a la publicidad.
El contenido de esta campaña básicamente asombra porque es una mentira. Forma parte de esa idea de que “Venezuela se arregló” y, por tanto, “regresa, aquí te estamos esperando con los brazos abiertos”. ¿Qué diría alrededor de esta primera impresión?
Efectivamente.
Agregaría, además, que toca una fibra emocional: uno siente que es una
canallada. Es lo primero que te impacta, porque juega con los sentimientos de
la gente, con las frustraciones. Uno entiende que toda lógica totalitaria opera
bajo un escenario de guerra. Y aquí conviene citar a Carlos Rangel quien, en su
libro Del buen salvaje al buen revolucionario, cita, a su vez, la
famosa frase dicha por Clausewitz: “La guerra es la continuación de la política
por otros medios”. Pero, en la lectura que hace Lenin de Clausewitz, tacha esa
frase y escribe: “No, la política es la continuación de la guerra por otros
medios”. Es decir, desde el inicio del régimen soviético, el leninismo y todas
sus variantes -hasta el día de hoy- ven al sujeto político como una guerra y a
la sociedad como un territorio a conquistar. Un campo de batalla. Nosotros
somos Ucrania las 24 horas del día. Uno entiende que el campo comunicacional es
parte de la guerra. En Venezuela, lo han aplicado muy bien. Sobre todo, en
promover lo que es la desesperanza aprendida. No por casualidad, uno o varios
representantes del régimen, emprenden todas las semanas una campaña, cuyo
mensaje, en resumidas cuentas, se puede leer como “aquí no hay nada que hacer…
el chavismo llegó para quedarse”, una y otra vez.
El
chavismo es un régimen que se dio el lujo de vaciar el país de dos generaciones
que han egresado de las universidades venezolanas. Esas personas tenían más
oportunidades de trabajo en otros países. Pero esos venezolanos no merecen un
solo espacio publicitario, informativo o de reseña en la plataforma
comunicacional del chavismo. ¿A qué atribuye esa omisión deliberada?
Esa
gente hace ruido. Tú no quieres individuos que aspiren a tener una vida
autónoma, ciudadanos que conozcan y exijan sus derechos, pero que también
cumplan sus deberes. El blanco de la campaña son los jóvenes más vulnerables,
que, efectivamente, son los que más palo han llevado. En el fondo no interesa si
regresan o no al país. Es la campaña por la campaña. Recientemente, el régimen
montó una alharaca porque en Maiquetía aterrizó un avioncito con 100 o 120
personas. Y, según cifras oficiales, van 28.000 personas repatriadas. Yo les
escribí un tuit: «Ahora te faltan 5.972.000 venezolanos». Y, además, tienes que
parar la sangría de 3.000 personas que se van a diario por el puente Simón
Bolívar. Entonces, la verdad no importa jamás, así como los fines que te
presentan. Realmente, ellos no quieren que se regrese nadie. Y si se regresa,
que sea el muchacho que es motorizado en Lima y que ahora será delivery en
Caracas. Es decir, la gente que no les cause ruido. A mí todo esto se me parece
a la película el Mago de Oz: tienes a unos tipos infelices, detrás de una cortina,
sembrando el miedo y el único objetivo es controlar el poder y el sistema de
castas que han creado. Más nada.
En esa
campaña no vamos a ver una mención de la venezolana Luisaelena Rodríguez, quien
acaba de ganar la Competencia Nacional de Gimnasia de Estados Unidos. ¿No
resulta llamativa esa omisión?
El
Instituto Tecnológico de Massachusetts es la mejor universidad del mundo, ¿no?
El rector es un venezolano (Rafael Rief), y me llama la atención que (en su
momento y a posteriori) el Ministerio de Educación Superior no le haya enviado
un mensaje de reconocimiento. Unas pocas palabras: “Nos sentimos orgullosos”.
¿Te imaginas que a un japonés lo hubiesen nombrado rector del MIT? Hasta el
emperador se hubiese enorgullecido. Rief, en una entrevista, dijo: “el MIT está
a la orden de Venezuela”. Sigue esperando a que las autoridades venezolanas le
digan en qué áreas puede contribuir.
28.000
personas ni siquiera son una gota en este océano que es la diáspora venezolana.
Y la pregunta es ¿qué es lo que te está esperando aquí? No es la sociedad del
conocimiento, no es la posibilidad de que tú te capacites y dejes de tener
empleos precarios. No, lo que te ofrecen es la rumba y el desnalgue con todos
sus juguetes.
¿Cuántos
de estos jóvenes humildes van a terminar bailando y echándose palos en Los
Roques? ¿O cuántos van a tener 200 dólares para pagar el ticket y escuchar al
grupito tal o cual? Por eso digo que la campaña es canallesca. Hay una parte
que pareciera propagandística y hay otra parte que pareciera una vulgar
humillación. Es lo más parecido a un regodeo frente a una persona que,
efectivamente, la está pasando muy difícil en Bogotá, en Lima, en Santiago, y,
al mismo tiempo, le ofreces una estadía en Los Roques, un concierto de rock,
cosas a las que difícilmente tengan acceso. Al final, lo que importa es crear
un manto de ocultamiento, de ofender a la gente, de indignarla, porque es una
propuesta irracional. Es muy perversa, pero eso es lo que siempre está detrás
de toda lógica totalitaria. Sí, no hemos llegado al modelo totalitario, pero
hay cosas que apuntan en esa dirección.
La
UCAB y el Centro Gumilla han hecho estudios sobre el daño antropológico en
Venezuela. Justamente, es la idea de que el Estado es proveedor de todo, de que
tú no eres un ciudadano, sino un zombie, incapaz de pensar con tu propia
cabeza, de que la política se reduce a un intercambio mercantil entre una bolsa
de comida y la fidelidad política a un régimen autoritario. La campaña lo
refuerza sin rubor. En eso no ha mentido.
No,
no. Para nada. Es propaganda en el sentido totalitario de la palabra. Es
ocultamiento, engaño, manipulación, con un fin estrictamente instrumental. ¿Qué
ocurre cuando viajas al exterior? Tú caminas por las calles de Madrid o
Barcelona y escuchas el acento venezolano. Quizás a las oleadas de migrantes
más recientes les ha ido mal. ¿Por qué? Porque son sociedades competitivas, muy
cerradas, pero, aún sin trabajar en tu área profesional, tú puedes conseguir un
empleo que pudiera satisfacer los parámetros de una vida normal. Algo que es
imposible en Venezuela. Son ciudades donde todo lo puedes hacer en la calle,
donde, a pesar de todas las dificultades, puedes tener calidad de vida. Por eso
la gente prefiere quedarse allá. Entonces, ¿a quién pretenden convencer con
esta campaña? Sencillamente es mentira.
Hay
gente que se pregunta ¿por qué fulano, que es fotógrafo profesional, está
pintando casas en Londres? ¿Por qué no lo hace aquí? ¿Cuál es el problema? Pero
quizás la pregunta sea ¿no será que fulano valora la libertad?
O un
lugar donde puedas salir de noche sin que lo asesinen en la calle, donde puedas
hacer actividad política y pueda manifestar sus opiniones, sin ser
perseguido.
¿Por
qué no se valora la libertad en ciertos sectores de la sociedad venezolana y en
la esfera gubernamental?
¿En la
esfera gubernamental? Porque como te digo, y esto puede sonar muy duro, a ellos
les importa un carajo lo que pase en la sociedad. Entonces, la gente entendió
claramente que el Gobierno abandonó todas sus funciones de Estado, entendió el
mensaje. Yo estoy aquí y controlo políticamente esta carcaza llamada Estado
venezolano, con fines estrictamente policiales, exploto el Arco Minero y un
margen muy reducido del petróleo, me convierto en un ente distribuidor del
dinero y le digo al ciudadano común todo lo que pase en adelante es problema
suyo. A mí no me llame ni por la salud ni por la educación. Eso no es mi problema.
La única señal de que el mundo funciona nos llega del sector privado. Lo otro
es la gente que se queda aquí. No se va por distintas razones… por la edad,
porque les da miedo. Ese paso no es fácil.
¿Acaso
Venezuela no se convirtió en un país de viejos y de niños?
Un
dato. La oficina de clínica jurídica de la UCAB, en la cual los estudiantes de
derecho cumplen con su trabajo comunitario, asegura que más del 70 por ciento
de los documentos legales que pide la gente (de Antímano y La Vega) son para temas
de custodia. Custodia para los abuelos, unos tíos, unos primos e incluso para
unos vecinos. De allí la cifra que ellos manejan: más de 700.000 niños dejados
atrás. Es una cosa realmente insólita, una población completamente abandonada.
Entonces, no es gente que subestime o no le interese el valor de la libertad.
Simplemente, no tienen de dónde agarrarse. En el Gobierno, esto no está en su
radar de intereses.
Algo
que llama la atención es que esta campaña se haya hecho como un cómic. En un
cómic tú no tienes que dar la cara. Simplemente, escribes un guion y el muñeco
habla y se desenvuelve bajo el estado de ánimo que tú le asignas. En ese
sentido, se trata de un mensaje instrumentalizado. ¿Cuál es la intencionalidad
del mensaje?
Además
del formato (el cómic), se utiliza un lenguaje muy básico. La campaña está
dirigida a un público muy específico. No apunta a países con economías
desarrolladas, sino a los países del vecindario que, si bien están mucho mejor
que nosotros, siguen siendo sociedades latinoamericanas, con muchas
limitaciones. Hay un proceso de saturación en esos países -Colombia, Perú,
Argentina, Chile-, en consecuencia, a muchos de los migrantes venezolanos no
les va a ir bien. Entonces, la campaña se dirige a esos jóvenes humildes. ¿Para
qué? Para que de pronto capture a unos cuantos muchachos que me llenen el
avioncito y yo pueda decir, con gran despliegue mediático, que han regresado
cerca de 30.000 personas. Se sustituye la realidad, por otra narrativa. Por
otro lado, como parte del trastorno que estamos viviendo, la campaña puede
generar rabia, molestia, indignación. Humillar a la persona.
Se
degrada el lenguaje, se erosiona la capacidad de pensar y se desprecia al mundo
popular. Emprendimientos, esfuerzos individuales, esfuerzos colectivos,
prácticas de solidaridad y sobrevivencia… No. ¿Para qué?
Es la
vieja práctica del totalitarismo: secuestrar causas nobles para después
instrumentalizarlas y alcanzar el objetivo de siempre: destruir a la sociedad y
copar el poder. Esa ha sido la práctica secular de la izquierda. ¿Cuál fue la primera
causa noble? La defensa de la clase obrera. Pero ¿quién hizo más por la clase
obrera? Los propios capitalistas, creando oportunidades y mejorando
sustancialmente las condiciones de trabajo; los partidos socialdemócratas y
hasta los propios partidos liberales. El marxismo leninismo lo que hizo fue
instrumentalizar a la clase obrera para tomar el poder y crear una nueva forma
de dictadura. Toman y secuestran las causas del feminismo, de la comunidad
LGTBI y, además, imponen el lenguaje de la corrección política. Si vas a hablar
de la homosexualidad, no lo puedes hacer bajo tus propios términos, tienes que
hacerlo con la cartilla de la izquierda.
El fin
último de la campaña es despertar el deseo de la rumba y la urgencia de llegar
al desnalgue en las playas de Venezuela. Es el paraíso en la tierra al alcance
de cualquier joven que quiera regresar al país. El modelo a seguir y los
estilos de vida son los del enchufado y el boliburgués.
Un
individualismo radical, desconectado del entorno. En el Estudio de la Pobreza
(anterior a la encuesta Encovi) vimos cómo una parte de la población venezolana
está inmersa en lo que un sociólogo estadounidense llamó “familismo amoral”. En
ese esquema estás montado y “a mí me interesa es mi familia y yo”. Si le
preguntas a un europeo o a un norteamericano, también te dirá que lo primero es
la familia, pero en nuestro caso la familia está por encima de todo, incluso
del planeta. Resolver a la familia y a mí y, como mucho, a los amigos más
cercanos. El familismo amoral es un concepto muy extendido en el sur de Italia,
muy vinculado a la estructura mafiosa. El otro tema es nuestra aversión a las
normas. No diré mucho, porque sin normas no hay instituciones.
Tomado
de: https://prodavinci.com/francisco-coello-una-campana-canallesca/
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