Trino Márquez 29 de mayo de 2022
@trinomarquezc
La
convocatoria de la próxima Cumbre de las Américas ha mostrado de nuevo la
crisis de la democracia en América Latina y la complicidad de algunos líderes
de la región con los populismos autoritarios y con el totalitarismo del régimen
cubano.
El presidente Joe Biden, anfitrión del encuentro, se niega a invitar al encuentro a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Argumenta que en esas naciones se violan de forma sistemática los derechos humanos, se destruyeron las instituciones democráticas y fueron abolidos los derechos civiles esenciales, entre ellos el voto universal y secreto, la libertad de expresión y de organización. No existen tribunales autónomos y el Poder Judicial y el Legislativo quedaron subordinados a un Poder Ejecutivo cada vez más personalista, militarista y despótico.
Convocar
los gobiernos de esas naciones a la Cumbre sería una forma de colocarlos en una
tribuna que no merecen, avalar su comportamiento opresivo y darles la espalda a
los partidos y grupos que luchan en condiciones muy adversas por defender los
pocos espacios democráticos que aún quedan, después de décadas de
sometimiento. Además, invitarlos resulta una manera de desconocer algunos de
los propósitos esenciales de la Cumbre, concebida a comienzos de la década de
los años noventa con el fin de abordar de forma conjunta la cooperación e
integración continental, y tratar de fortalecer las instituciones
democráticas y los Estados constitucionales de las naciones del
continente.
Entre
los efectos benéficos de la Cumbre de las Américas (la primera tuvo lugar
en 1994, en Miami) se encuentra la redacción de la Carta Democrática
Interamericana (CDI), aprobada el 11 de septiembre de 2001 en Lima. Este texto
representa un instrumento del sistema interamericano de derechos humanos para
reconocer el derecho de los pueblos de América a la democracia y la
obligación de sus gobiernos a promoverla y defenderla.
Quien
ha liderado a los sectores más antidemocráticos en la protesta contra Estados
Unidos es Andrés Manuel López Obrador, AMLO. El Presidente izquierdista
mexicano amenaza con no ir a Los Ángeles si no se invita a Cuba, Nicaragua y
Venezuela. A AMLO se han sumado los mandatarios Luis Arce, Bolivia, Alberto
Fernández, Argentina, y Xiomara Castro, Honduras, entre otros. Todos del ala de
la izquierda negada a alinearse con el respeto irrestricto al orden democrático
y a los derechos humanos.
Joe
Biden tiene razón al negarse a extenderles la invitación a los países
cuestionados. Los gobiernos de Cuba y Nicaragua, y en menor medida, el de
Venezuela, han sepultado los derechos humanos señalados en la CDI. La dictadura
totalitaria del tándem Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel les han aplicado
castigos inhumanos a centenares de mujeres y hombres, la gran mayoría jóvenes,
que salieron a protestar en la inusual y heroica jornada de
manifestaciones pacíficas del 11 de julio de de 2021 en varias ciudades de
Cuba. Después de más de sesenta años de empobrecimiento y terror frente al
aparato represivo de la tiranía, los cubanos decidieron desbordar las
calles exigiendo mejoras en la calidad de vida, libertad y democracia. Este
signo de vitalidad de ese pueblo oprimido fue sofocado de manera brutal por la
enquistada dirigencia del Partido Comunista, amo y señor del país antillano.
Los gobiernos latinoamericanos controlados por izquierda se han negado a
condenar los atropellos de la maquinaria represiva Castro-Díaz-Canel.
La
pareja formada por Daniel Ortega y Rosario Murillo arrasaron con la precaria
democracia nicaragüense, estableciendo una dictadura tan feroz, o peor, que la
ejercida por la dinastía Somoza. Nicaragua se convirtió en una inmensa cárcel
para los opositores. Los dirigentes que trataron de competir por la presidencia
con Ortega el año pasado fueron defenestrados. Ahora enfrentan condenas
arbitrarias. Se les acusa de terroristas. Su delito consiste en haber intentado
competir con el exguerrillero convertido en gamonal de una nación arruinada por
él y su camarilla. El éxodo de nicaragüenses hacia Costa Rica, México y Estados
Unidos es permanente y masivo. Los gobiernos de izquierda no censuran a
ese régimen.
El
caso venezolano resulta distinto. Comparada con Cuba y Nicaragua, Venezuela
sale favorecida. Las sanciones internacionales frenaron el ímpetu represivo del
régimen. La existencia de una figura como Juan Guidó, reconocido como
Presidente interino por más de cincuenta naciones, resulta impensable en
la nación centroamericana y en la isla antillana. En Venezuela, a pesar de que
han sido muy golpeados, aún existen partidos, sindicatos, gremios, federaciones
estudiantiles y organizaciones de la sociedad civil que disfrutan de cierta
independencia. Aunque la nación actual se encuentra muy lejos de ser ese país plural,
tolerante e inclusivo que fue en el pasado, no puede decirse que se encuentre
en la misma situación del totalitarismo cubano o de la tiranía
nicaragüense.
Hay
quienes sostienen que Joe Biden fracasará en su intento de excluir a
Cuba, Nicaragua y Venezuela. La Cumbre de las Américas no debe ser un foro para
apañar tiranos como Ortega y Díaz-Canel. Lo de Venezuela podría negociarse,
aunque no es fácil hacerlo por la presencia de Guaidó. Con Cuba se atenuaron
las sanciones norteamericanas. Ese es un gesto amable y suficiente, vista la
tozudez y sevicia del clan que martiriza la isla.
Hasta
la OTAN, que es una alianza fundamentalmente militar, exige un comportamiento
democrático de las naciones que la integran Los demócratas deben asumir los
riesgos que implica rechazar los dictadores donde estos aspiren a presentarse.
La complacencia, que es una forma de complicidad, causa graves daños. AMLO no
puede chantajear a los gobiernos democráticos.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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