Por Froilán Barrios
@froilanbarriosf
Ante la impotencia que sienten los habitantes de un país por las tropelías que cometen los tiranos, nos sentimos recompensados cuando los mandatarios de gobiernos autoritarios son repudiados por la comunidad internacional, como tantas veces le ocurriera a Pinochet, Videla en Suramérica, a Franco y a Oliveira Salazar en Europa.
En el caso venezolano la devastación durante el siglo XXI ha determinado el éxodo y el infortunio de millones de venezolanos, quienes deben sobrevivir en diferentes continentes, en lugar de vivir en su país que se caracterizaba por tener indicadores inexistentes de emigración durante el siglo XX.
De Venezuela no se iba nadie o muy pocos, más allá de los disensos políticos, la población trazaba su proyecto de vida acá, junto a sus familias, así sucedía generación tras generación, en un país que garantizaba movilidad social a partir del acceso ilimitado a la educación y al mercado de trabajo. Durante el siglo XX Venezuela era la nación apetecida para migrar desde los países andinos, Europa y Asia por sus altos niveles de esperanza de vida y democracia, destacando los migrantes de la región andina y del Cono Sur, donde por ironías del destino sufrimos en estos tiempos discriminaciones de todo tipo.
El nivel educativo alcanzado fue tan destacado que no es casualidad identificar en los venezolanos migrantes hacia Suramérica un nivel académico, desde educación técnica hasta universitaria en 40% de ellos, igualmente en encuesta publicada en Estados Unidos recientemente se establece que los venezolanos son el grupo migrante en esa nación con mayor nivel educativo entre los hispanoamericanos. (usafacts-2019- Pew Research Center 2018).
¿Entonces a qué debemos la estampida venezolana en el mundo? Es la reacción ante la obstinación de sufrir una gestión saqueadora de la economía nacional y la imposibilidad de vivir de tu trabajo, lo que ha derivado en afrontar los riesgos de atravesar la selva del Darién, donde han perdido la vida decenas de venezolanos, que 136 hayan fallecido entre 2021 y 2022 intentando entrar por la frontera a Estados Unidos, o a aventurarse a otras latitudes sufriendo todo género de privaciones.
En ese contexto es importante reconocer que la gestión del presidente Iván Duque ha sido ejemplar, al dotar de TPS a casi 2 millones de venezolanos migrantes, otorgándoles acceso a los sistemas de salud, educación y protección ciudadana, como hasta ahora no lo ha hecho ninguna gestión presidencial con la migración venezolana en América Latina.
Quizás entre otras razones por vivir de cerca la dramática realidad de la diáspora nacional, a quienes considera como hermanos siameses, haya motivado la merecida respuesta del presidente Duque a Maduro y su pandilla, quienes, preparando maletas en su tono prepotente característico para celebrar en Bogotá, les dejó los crespos hechos con esta respuesta:
“Las posesiones de los presidentes se organizan con Cancillería y Casa Militar. Iván Duque, presidente de Colombia, no reconoce a Nicolás Maduro como presidente legítimo de Venezuela. Eso quiere decir que mientras yo sea el presidente de la república, Nicolás Maduro no entrará a territorio colombiano. Si el próximo presidente lo quiere tener aquí en Colombia, lo podrá hacer una vez haya jurado como presidente. Si él quiere hacerle ese reconocimiento y si le quiere hacer esa invitación mientras yo sea el presidente de Colombia, Nicolás Maduro no es reconocido como jefe de Estado de Venezuela”. Revista Semana 02/07/2022.
De tal magnitud fue la respuesta del mandatario colombiano Iván Duque, que el presidente entrante Gustavo Petro manifestó: «No me parece prudente que Nicolás Maduro asista a mi investidura». En resumen, le pareció inconveniente la presencia del mandatario venezolano cuestionado en forma tajante por la comunidad internacional.
Finalmente, a Maduro se le acabaron las excusas al asumir Gustavo Petro la presidencia de Colombia el próximo 7 de agosto, pues a los anteriores presidentes neogranadinos -Álvaro Uribe, Juan M. Santos y al saliente Iván Duque- le fueron achacadas todas las ineptitudes propias de su gobierno, a través de la calumnia de falsas invasiones, los cortes eléctricos, magnicidios, que en realidad han sido el trapo rojo para esconder su macabra relación con la guerrilla de las FARC, el ELN, grupos de irregulares como el Hezbolá y el narcotráfico.
Los venezolanos sentimos que la impunidad no es absoluta cuando se desprecia públicamente a una gestión perversa como esta, que ha sumido en la miseria a los venezolanos convirtiéndolos en vulnerables, al obligarlos a perder su hogar y a nuestra patria Venezuela.
https://www.elnacional.com/opinion/el-tatequieto-del-presidente-duque-a-maduro/
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