Beltrán Vallejo 19 de agosto de 2022
Ojalá
el tema de una apertura de fronteras y la reactivación de una dinámica de
intercambio binacional se geste con el nuevo gobierno de Petro en Colombia.
Creo que eso le conviene a todos los venezolanos porque, además de las
ganancias económicas y sociales, también está el hecho de que se aminoran los
riesgos y dificultades que han imperado en todos estos años sobre los millones
de connacionales que cruzaron y cruzan trochas, y que además ahora se están
movilizando en las manos de una trasnacional del coyotismo que delictivamente
está transitando a venezolanos hasta Chile o hasta la frontera entre México y
EEUU.
El asunto es que yo escuchaba, leía y veía películas en torno al drama de los mexicanos que caían en manos de los denominados «coyotes», siendo estas unas figuras que adquirieron características sombrías y aterradoras porque en la realización de la labor ilegal de estar cruzando a personas de México y de Centroamérica por los pasos fronterizos entre México y EEUU , resulta que ellos han estado vinculados a mafias y a carteles de la droga, y muchos de los migrantes acabaron desaparecidos o en fosas comunes o siendo víctimas de diverso tipo de esclavitud, incluyendo la sexual.
De tal
manera que el término «coyote», que era para mí aquella figura cien veces
derrotada por el «correcaminos» en aquel afamado comic, adquirió tintes
espantosos. Pues quien diría que ahora esa denominación se encuentra hoy
vinculada a la diáspora de los venezolanos, y eso es pavoroso.
El
coyotismo venezolano constituye una red de tráfico de migrantes que sale desde
Venezuela, cruza Colombia, Ecuador y Perú; y, como están atraídos por el «sueño
chileno,» llegan hasta ese país del cono sur. Hay otra red cuyo norte es el
«sueño americano», y allí están los que operan sacando la diáspora de Venezuela
que se aglomera en la frontera entre Colombia y Panamá para cruzar la selva del Darién y continuar ese periplo por
Centroamérica hasta llegar a la frontera entre EEUU y México.
Pues
vean mis lectores que en muchos hogares de Venezuela hay conversaciones donde
gravita el coyotismo, pues se trata de familiares relacionados con personas que
están dando «petotazos» por carreteras y selvas, por trochas o sobre autobuses,
pero de la mano de esos personajes que operan desde hoteles y terminales de
pasajeros u operan desde garitas y alcabalas o desde peculiares «agencias de
viajes» o desde las mismas redes sociales.
En
alguna casa en Caracas, en Sucre o en Táchira, donde hay familias vinculadas
con la diáspora, se habla de cobros que oscilan entre los 1800 dólares y los
3000 dólares por hacer travesía hasta Chile o hasta los EEUU. Esto es un tema
que se está conversando en muchas casas de Venezuela, y le está quitando el
sueño a más de uno.
En
Chile se está hablando del mismísimo «Tren de Aragua» como grupo delictivo que está operando con
ese tráfico de personas trasnacional; es decir, ya ese grupo delincuencial
venezolano está adquiriendo la connotación internacional que hoy en día tienen
las Maras salvadoreñas.
Creo
que este es un tema que exige más atención de quien deba y pueda involucrarse
institucionalmente, y lo pueda hacer por un lado para atender a las víctimas
del coyotismo y por otro lado para combatirlo. Y en los hogares, en algunos
casos ese asunto se toma de manera muy ligera, y después vienen los dramas.
Hay
que combatir al «coyotismo» desde cada casa donde haya algún connacional que
esté haciendo planes para irse de este país.
Beltrán
Vallejo
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