Ángel Alvarado 21 de octubre de 2022
@AngelAlvaradoR
El
mundo vive una recesión democrática, de la India a Polonia pasando por
Turquía los populismos han causado una profunda tensión entre la
voluntad popular y los derechos individuales, principios fundamentales de
la democracia liberal. La democracia está en riesgo a nivel mundial y no
únicamente en los países pobres. Los ciudadanos de los países ricos con
democracias consolidadas están cada vez menos satisfechos de sus gobiernos y se
han mostrado abiertos a alternativas “no democráticas”.
Las opciones de políticas o las instituciones
Muy
difícilmente se puede contar la historia de los países más desarrollados sin
hablar de las instituciones y su rol sobre el desarrollo económico. A lo largo
de los últimos 200 años, los países con mayores ingresos han tendido a ser los
más democráticos, lo que fácilmente nos puede llevar a pensar que la democracia
por sí misma genera prosperidad, descartando que la misma sea el resultado y no
la causa del crecimiento.
De
acuerdo con la tesis institucional, las sociedades con instituciones inclusivas
o abiertas promueven mayores inversiones e innovación, lo que las hace más
prósperas que las demás. Es la tesis de grandes pensadores como John Locke,
Adam Smith y Friedrich Hayek quienes han enfatizado la necesidad de los
derechos de propiedad para el éxito de las naciones; más recientemente debemos
a agregar a esa lista a Douglass North, Mancur Olson, James Robinson y Daron
Acemoglu.
No
obstante, otros autores como Edward Gleaser, Rafael La Porta, Florencio López
de Silane y Andre Shleifer critican esta manera de concebir la tesis
institucional, sostienen que no necesariamente la democracia y derechos de
propiedad son bienes complementarios, ya que existen dictadores “promercado”
que también garantizan los derechos de propiedad (por ejemplo, Singapur). Para
ellos los derechos de propiedad son un tema de “opciones” de política y no
resultado del régimen político.
El rol
de la democracia en el ingreso
En las
explicaciones sobre el rol de la democracia en el desempeño económico tenemos
dos grupos de teorías, las que enfatizan las consecuencias neutras o
negativas de las instituciones democráticas sobre el crecimiento económico
(teorías escépticas) y las que señalan un efecto positivo (teorías
desarrollistas).
Las
primeras enfatizan las ineficiencias de los gobiernos representativos, es
el caso de Platón, Tocqueville (1835) y Huntington (1968) quienes temen que las
demandas populares lleven al consumismo y a la expropiación; o la tradición
de public choice de James Buchanan que se focalizan en el
conflicto de agendas entre los políticos y el pueblo a través de los excesivos
déficits fiscales para garantizar una relección, o las demandas por políticas
redistributivas en los modelos de votante medio que afectan el crecimiento en
sistemas democráticos.
Las teorías
desarrollistas, por el contrario, argumentan que las
instituciones representativas contribuyen al desarrollo a través de
los impuestos para financiar la educación, minimizan los costos de transacción
de las organizaciones sociopolíticas, desencadenan procesos electorales que
resuelven problemas de compromiso dinámico, fortalecen las capacidades de
transmitir información, proveen una estructura más adecuada para promover los
mercados eficientes, nunca han experimentado una hambruna y proporcionan
estabilidad a la sociedad.
¿Qué
dice la evidencia empírica?
Los
economistas han sido conscientes por largo tiempo de los peligros que afronta
la democracia, su potencial antagonismo con el crecimiento y su fragilidad para
atender los reclamos de la sociedad o sus conflictos, muchas veces basados en
intereses establecidos.
Robert
Barro ha mostrado que el efecto de la democracia sobre el crecimiento es
débilmente negativo, sugiriendo una relación no lineal entre ambas variables,
con efectos negativos a bajos niveles de ingreso e impactos positivos a mayores
niveles de mismo. Para este autor, las libertades económicas en forma de
mercados libres y gobiernos pequeños que protegen derechos de propiedad serían
la clave del crecimiento, siendo que más derechos políticos no tienen efecto
sobre el crecimiento.
Este
trabajo ha sido controversial desde entonces, ya que contradice la narrativa de
que las libertades económicas y políticas se complementan y refuerzan, o los
trabajos teóricos que muestran un impacto pequeño y no significativo de la
democracia en el crecimiento. De hecho, Barro muestra la posibilidad de
regímenes no democráticos que expanden libertades económicas, generando
crecimiento económico sin libertades políticas.
Esto
motivó otros estudios que buscaban una relación empírica positiva entre la
democracia y el ingreso, los cuales encontraron una serie de canales de
transmisión como la educación, y menos robustamente, la igualdad social. Con
resultados similares tenemos los trabajos de Phillipe Aghion y Alberto Alesina
quienes encuentran una relación débil entre democracia e ingresos; en concreto,
encuentran que la democracia influencia el crecimiento en los sectores
de economía cercanos a la frontera de la innovación, siendo que ese
efecto se vuelve negativo en sectores alejados de la frontera.
Esta
ambigüedad en los resultados dio origen a trabajos dinámicos como los de Dani
Rodrik, Guido Tabellini y Dimitris Papaioannou que lograron relaciones
positivas entre “democratización” y crecimiento. Más recientemente Daron y
James Robinson Acemoglu, proveyeron evidencia del efecto positivo de la
democratización sobre el ingreso usando nuevas medidas de democracia, su
estudio aporta evidencia del efecto de la “democratización” sobre el ingreso en
el largo plazo.
La
democratización
Si
bien la democracia como institución tiende a mostrar una relación neutra o no
significativa estadísticamente en su impacto sobre el ingreso, la
democratización puede cambiar significativamente el nivel del ingreso de un
país. Un cambio político hacia la democracia puede llevar a un cambio
económico relevante en países como Irán, Corea del Norte o Venezuela; sin
embargo, esta no basta para mejorar el ingreso si no viene acompañada de Estado
de derecho, derechos de propiedad, moneda estable y la inserción de la economía
en el mundo: los pilares institucionales.
Un
país puede crecer económicamente cuando es capaz de asegurar los pilares
institucionales entre sus opciones de política aun sin ser una democracia, es
el caso de Singapur, China, Vietnam; el caso de Venezuela es diferente,
difícilmente podría generar crecimiento sostenido sin cambio político, ya que
su inserción en el mundo ha estado condicionada a la democratización, con lo
que la consolidación de los pilares institucionales implica para Venezuela la
democracia misma.
Si la
comunidad internacional permite la inserción progresiva de Venezuela en la
economía mundial sin democratización, las condiciones económicas van a mejorar,
sobre todo si dicha inserción viene acompañada de otras reformas. Obviamente es
un equilibrio inferior a una democratización con reformas institucionales de la
economía, que es lo que el mundo libre ha buscado y los demócratas del mundo
aspiramos.
A la
democracia debemos protegerla aun cuando su efecto sobre el ingreso sea nulo,
neutro o ligeramente negativo, de hecho, habría que sacarla de la discusión de
la coyuntura económica. La democracia es un fin en sí mismo que debemos
asegurar, proteger y defender contra los populismos de cualquier tipo y las
autocracias de cualquier color en cualquier lugar del mundo, y la democratización
en Venezuela debemos buscarla aun cuando la economía empiece a crecer a altas
tasas.
Ángel
Alvarado
@AngelAlvaradoR
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