Rafael Gallegos 12 de diciembre de 2022
Como
parte de la negociación de México – algunos dicen que como premio a la
delegación oficial por sentarse en México- el gobierno norteamericano aprobó la
licencia AG41 que permite a la empresa Chevron extraer y comerciar crudos en
las empresas mixtas de Venezuela donde tiene participación.
Algunos,
¿emocionados?, han entendido que esta medida es como si algún mesías (del
“imperio”) le hubiera expresado a Pdvsa: Lázaro, levántate y anda. Es decir,
como la primera señal de la recuperación de la industria petrolera venezolana.
Nada más falso. Para resucitar la industria petrolera venezolana hacen falta
muchas cosas que nada tienen que ver con la licencia, y las analizaremos a lo
largo de este artículo.
Chevron
Iniciaremos
por precisar algunas particularidades de Chevron.
– ¿Qué
posee Chevron en Venezuela?… entre el 25 y 40 % de participación en cuatro
empresas mixtas: Petroboscán, Petropiar, Petroindependiente y
Petroindependencia. Las más importantes son las dos primeras, con campos Boscán
en el Zulia, y Hamaca en la Faja.
–
¿Cuál es el espíritu de la licencia?… permitir el cobro de la deuda que Pdvsa
tiene con Chevron.
– ¿De
cuánto es la deuda?… algunas fuentes afirman que para el fin del año pasado era
de $560 millones, remanentes de un préstamo que le hizo Chevron a Petroboscán
por $2.000 millones en 2013, más $2.508 millones en dividendos de Petropiar y Petroboscan.
Total, alrededor de $3.000 millones.
–
¿Qué le permite la licencia a Chevron? … extraer y comercializar crudo sin
explorar ni perforar. Es decir, reparar infraestructura, tuberías, bombas,
tableros; resolver problemas menores para producir los pozos inactivos.
–
¿Cuántos barriles adicionales podría extraer Chevron?… los expertos estiman
entre 100 y 200 mil barriles por día (más cerca de 100), a partir de en unos
seis u ocho meses.
–
¿Qué beneficios trae esto a Pdvsa?… en principio, puede vender algunos crudos
sin descuentos, comprar insumos y equipos en USA. Por otra parte, se activan
empresas contratistas, y se dinamiza la economía de las zonas aledañas por
requerimiento de todo tipo de bienes y servicios.
– ¿Qué
pasa con el ISLR y la regalía?… el permiso le prohíbe el pago de impuestos y
regalías a Chevron. Curioso: le prohíbe pagar algo que la empresa como socio
minoritario no paga. Quien cancela los impuestos es la empresa mixta. Lo demás
es ir contra la Ley. Tendrán que explicar.
Contexto
Comencemos
por recordar que los presidentes Obama y Trump declararon a Venezuela una
amenaza, y Biden ha mantenido vigente la medida, que le sirve como argumento
ante la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros) para aplicar, o
levantar sanciones. Todo está fríamente calculado. El gobierno norteamericano
no da puntada sin dedal.
Las
sanciones no son como pregona el gobierno, una solicitud del G4, de Guaidó o de
la Plataforma Unitaria. Son una política de Estado que USA aplica a países con
serios déficits democráticos, de derechos humanos, o a países acusados de
terrorismo.
Ergo,
para levantarlas… hay que superar los déficits.
Sanciones
por democracia
El
gobierno norteamericano ha sido muy claro: cambia a Miraflores sanciones… por
democracia.
Por
otra parte, la terrible invasión del “pana” Putin a Ucrania ha obligado a
Europa a diversificar sus fuentes de energía, y el mundo occidental ha volteado
su mirada hacia el otrora surtidor confiable Venezuela.
La
potencial negociación se aceleró. Coincidieron la necesidad de fuentes
energéticas de Europa con la terrible necesidad de divisas de Maduro, que por
más que hable de independizar a Venezuela de la renta petrolera, sabe que las
divisas solo pueden venir, por ahora, del petróleo. Por ello, en medio de
tanta guapetonería, se sientan en México.
El
primer abreboca de las negociaciones es la licencia a Chevron. Y el otro
abreboca, los $3.000 millones aprobados bajo la tutela de la ONU. Asombra tanta
parafernalia por 3.000 millones a ser desembolsados en tres años, cuando con
una apertura petrolera seria, en poco tiempo, el petróleo podría generar al
fisco cantidades muy superiores para gastarlas sin control de la ONU.
Porque
la verdad es que ni Chevron significa un redimensionamiento de Pdvsa, ni la cantidad
otorgada una solución significativa a los gigantescos problemas socio
económicos de Venezuela.
¿Entonces?
Puro abreboca, que de paso puede ser suspendido si el gobierno incumple su
parte.
A
pesar de eso, Maduro – actuando para la galería – se jacta que solo dará
condiciones para elecciones “libres, transparentes y justas” si le suspenden
todas las sanciones. En primer lugar, da a entender que las elecciones
venezolanas no son ni libres, ni transparentes, ni justas (gravísimo en un
presidente que quiere que el mundo lo reconozca como democrático), y en segundo
término, las condiciona como si fuera su prerrogativa y no una ley de
obligatorio acatamiento.
¿Hay
que sentarse en México para negociar el cumplimiento de la Ley? Habrase visto.
Con
sus declaraciones, el gobierno – además del show- intenta evadir su compromiso
del próximo paso de México: elecciones libres, habilitaciones, liberación de
presos políticos. Esconde lo que todos sabemos: que, en unas elecciones libres…
tendrán que entregar el poder.
La
resurrección de la industria petrolera
Está
claro que con el permiso a Chevron, Pdvsa apenas llegaría a 800.000 bd en
muchos meses. Y si permisaran a otras empresas, tal vez a un millón. Pdvsa
seguiría infradimensionada.
Los
venezolanos requerimos – necesitamos – que la industria petrolera llegue a unos
3 millones de barriles y se convierta en un importante productor de gas. Y eso
con permisitos de USA, ni de lejos se logra.
Es
más, supongamos que por un milagro del imperio un día Venezuela amaneciera sin
sanciones. ¿Eso significaría que habría que apartar a sombrerazos a los
inversionistas?… No.
Para
espantar inversionistas hace falta mucho más que la eliminación de sanciones.
Es imperativo generar confianza, para que los inversionistas (de 15 o 20 mil millones
de dólares al año por siete u ocho años) tengan seguridad en el retorno de sus
capitales. Y la confianza viene con seguridad jurídica, separación de poderes,
demostraciones de respeto a la propiedad privada… todo lo contrario a los que
hecho la “revolución” en estos 24 años.
Para
que los capitales confíen en esta “revolución”, sus líderes casi que tienen que
negar lo que han sido. Y además, los inversores requieren un dinámico marco
legal. Una moderna Ley Orgánica de Hidrocarburos que contemple, como casi todas
las de América Latina, Agencias de Hidrocarburos que gerencien los paquetes de
inversión, Rondas de Licitación, novedosas formas de contratación.
De lo
contrario, con o sin sanciones, los capitales transnacionales, indispensables
para recuperar la industria petrolera, no vendrán. Se irán a otros lares. A
invertir donde nuestros vecinos. A Brasil, que con su Presal va a llegar a 5
millones de barriles por día, a Argentina con su potencial Vaca Muerta, A
Guyana, que en pocos años superará el millón de barriles.
Venezuela
– y hay que tener esto muy claro- ya no es el monopolio petrolero de América
Latina.
Síntesis
Los
norteamericanos le han planteado firmemente al gobierno una verdad de
Perogrullo: “si no hay democlacia no hay lopa”… como diría un chino.
Si la
“revolución” aplica “viveza” en vez de pilas en las negociaciones, el abreboca
de Chevron se convertirá en apenas un señuelo.
Y el
bolívar se hará imparable en su bajada …
Rafael
Gallegos
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