Monitoreamos 22 de diciembre de 2022
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Con la
desesperación desbordada, decenas de migrantes, niños y adultos, se lanzaron el
miércoles al río Bravo en Matamoros, Tamaulipas, para entregarse a las
autoridades estadounidenses y buscar que se les permita quedarse
en el país.
Dicha
situación provocó la movilización de los cuerpos de seguridad de ese país para
detenerlos al momento de llegar a su territorio.
Con colchones inflables y algunos salvavidas, mujeres y menores subían a la balsa y apoyados en las personas que también están en espera de asilo, pasaron el caudal que anteriormente ha provocado la muerte de centroamericanos y mexicanos que buscan el “sueño americano”.
“Han
pasado como unas 200 personas. (Estamos) apoyando a las personas que son de
otra nacionalidad para ayudarlos a que pasen porque aquí hay que hacer un
trámite y dura mucho”, declaró a EFE el venezolano,
Jonathan Contreras.
En la
zona del río Grande, como en Estados Unidos se conoce al afluente que divide a
los países, los agentes interceptaban a los que llegaban por esta vía y los
conducían a unidades para trasladarlos a otra instancia.
Pese
al riesgo, familias se aventuraron a nadar solo con salvavidas una vez
que la primera ‘balsa’ se desinfló por el lirio que invade el agua.
“A
veces no tenemos qué comer, aunque vienen y nos ayudan. Ya tenemos como 30 días
aquí y nada que nos abren el puente”, dijo la venezolana Dubraska
Tovar, madre de cinco hijos con quienes pasó el río Bravo.
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