Diciembre es sinónimo de calles llenas de gente, colores y música. La navidad es un período especial del año. Forma parte de nuestra cultura y está directamente relacionada con la ilusión y esperanza. Para mucha gente es un revulsivo emocional. Se sienten más las pérdidas, se echa de menos al ser querido que ya no está físicamente porque migró, murió. Emociones que de no ser reconocidas, trabajadas pueden hacer que las adicciones o violencia se conviertan en protagonistas.
La presencia de los niños le da un color especial a la festividad, se vive con más emoción; pero el carácter comercial que se le ha impregnado a la celebración puede enfriar los corazones.
Apelo a mi infancia, que seguro será la de muchos, donde hubo limitaciones, privaciones, la enfermedad metida en casa. «El niño Jesús este año te trajo un detallito». La desilusión te invadía al no ver la caja de la pista de carros que tanto anhelabas. Sentimiento que se iba disipando en el compartir familiar. Ese no sé qué, ese calorcito que me hizo sentir alguien importante para los míos.
De allí el mensaje en que no es mejor padre o madre el que más regalos da; sino el que está presente, se preocupa, acompaña. Un abrazo, un beso, un paseo por un parque. Son acciones que no tienen precio y muchos de nuestros niños darían lo que no tienen por recibirlo. El amor no se compra; se siembra todos los días.
Navidad en familia
Un hogar donde hay “calorcito” humano, donde uno se siente a gusto, donde se siente atendido y querido es el nido perfecto para incubar buenos sentimientos y deseos de ser una buena persona. Esto no quiere decir que sea el lugar perfecto, donde no pasa nadie, ni se discute; nada que ver, es el espacio donde como humanos se aprende que las diferencias se resuelven de manera justa, sin agredir, se afrontan las dificultades contando con tu familia.
Un niño que crece en un espacio frío, presenciando la violencia entre sus seres queridos o que él también la recibe directamente, que no es atendido, anda por su cuenta, será un niño herido por la violencia, rabia, desamor. Será candidato a engrosar las tablas de la violencia.
Expresarles el amor a nuestros hijos, decirle que los queremos, preocuparnos efectivamente por ellos, saber dónde están, llamarles la atención con firmeza y amor y ser un buen ejemplo para ellos, será el mejor regalo que les podamos dar en Navidad y que no tendrá precio.
¡Feliz Navidad!
https://efectococuyo.com/opinion/navidad-sin-precio/
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