Julio Castillo Sagarzazu 27 de diciembre de 2022
Epígrafe:
Lo ocurrido este jueves en la AN electa en 2015, puede ser una interesante
oportunidad para enderezar el rumbo
Los
japoneses, escriben “Crisis” con dos ideogramas, uno representa la palabra
“peligro” y la otra, la palabra “oportunidad”.
Es muy
probable que los venezolanos estemos pensando que se nos presenta un grave
peligro institucional luego del voto, en su primera discusión, de la reforma
del Estatuto para la Transición, que elimina la figura de la presidencia
interina. Sin embargo, puede estarse abriendo también una importante ventana de
oportunidades para el rescate de nuestra democracia.
Correrán ríos de tinta sobre las interpretaciones jurídicas y políticas de tal evento. Todas serán necesarias para hacer el balance de lo actuado, para que se conozca donde estuvieron los errores y cuáles fueron las motivaciones para que todo esto ocurriera.
También
se hablará sobre las imprevisibles consecuencias de tal acción en el ámbito
nacional e internacional. Discusión que igualmente será necesaria para tratar
de minimizar los inevitables daños que se producirán en el terreno de la
protección de los activos y el reconocimiento diplomático de Maduro, por parte
de la comunidad internacional.
No
obstante, esta nota solo pretende apuntar hacia esa ventana de oportunidades
que se abre para transitar otro camino en el objetivo de esa recuperación de la
democracia en el país. Este objetivo pasa, entre muchas otras cosas, por eludir
el empantanamiento del clima opositor en un torneo pernicioso de acusaciones y
reivindicaciones que no llevaría a nada.
“Cada
mástil que aguante su vela” y que cada quien asuma la responsabilidad de sus
actos.
Para
comenzar, quizás sería importante tratar de dilucidar como queda la ecuación
opositora venezolana después de este jueves singular.
1. Lo
primero a señalar es que el G4 que ya venia cojeando desaparece, para dar paso
a dos bloques “de hecho” que podría simplificarse agrupando, de un lado, a las
organizaciones que estuvieron a favor de la eliminación del GI y, por el otro,
las que no lo estuvieron.
2. Como
consecuencia de estos hechos, la llamada Plataforma Unitaria pasa a tener tanto
plomo en el ala que quizás sea imposible recomponerla, como no sea para meros
tramites de administración de temas como el de las primarias o para tratar de
desenredar esa madeja de competencias enrevesadas y complejas que le han
atribuido (vía la reforma del Estatuto) a la comisión parlamentaria que estará
al frente de la AN del 2015.
3. Esto
podría ir incluso más allá: el próximo 5 de enero podríamos estar en presencia
de otra iniciativa para completar la defenestración de Guaidó, escogiendo otro
presidente de la AN que lleve adelante esas competencias, cambiando
completamente el cuadro político nacional y poniendo a los aliados
internacionales frente al limbo institucional que toda esta operación ha
provocado.
4. El eje
de la acción política opositora parece que ahora se desplazara hacia las
primarias, en caso de que estas aun queden vivas. Si es así, la Comisión
Nacional de Primarias adquirirá prácticamente las funciones de una virtual
dirección del chorrito de agua que queda funcionando y al cual la oposición
está agarrado.
5. La
operación de liquidación del GI también podría extenderse a un acuerdo de
candidaturas. Podría ser para participar en las primarias o para salirse
igualmente de ellas. En ambos casos, el bloque alternativo a este G3 debería
estudiar una estrategia conjunta.
6. En
este último caso, el tiempo jugará un papel esencial. Si se deja correr mucho
tiempo, el debate subalterno, las descalificaciones y la acción del chavismo
sobre él, erosionará aún más la confianza popular en el liderazgo de la
oposición y afianzará la idea de que no hay salidas.
7. Planteadas
las cosas como están, las primarias, si siguen como estrategia opositora,
podrían ser la oportunidad no solamente para dirimir la candidatura, sino
también, como muchas veces planteamos en esta ventanita de papel, una ocasión
para legitimar una dirección política de la oposición.
Como
suele ocurrir en la política, estas cosas no se harán solas. Se necesita que
las direcciones políticas de las organizaciones interesadas en promover un
reagrupamiento que trascienda con éxito este bache, deben proponerse a actuar
rápido en proponer iniciativas concretas.
Lo que
ocurrió este jueves no es para lanzar el sombrero al aire, pero forma parte de
la natural dialéctica de la política. Tampoco es necesariamente una tragedia.
De esta crisis, como dice el título de esta nota, puede salir una oportunidad
importante para enderezar el rumbo y delimitar alianzas y objetivos.
Julio
Castillo Sagarzazu
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