Opus Dei 23 de diciembre de 2022
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Comentario del 24 de diciembre. “Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo
alto”. Somos portadores, con nuestra vida alegre y nuestra palabra amistosa de
esta gran noticia: el Niño Jesús es Luz que ilumina a todos.
Evangelio
(Lc 1,67-79)
En
aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y
profetizó diciendo:
—
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su
pueblo, y ha suscitado para nosotros el poder salvador en la casa de David su
siervo, como lo había anunciado desde antiguo por boca de sus santos profetas;
para salvarnos de nuestros enemigos y de la mano de cuantos nos odian:
ejerciendo su misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santa
alianza, y del juramento que hizo a Abrahán, nuestro padre, para concedernos
que, libres de la mano de los enemigos, le sirvamos sin temor, con santidad y
justicia en su presencia todos los días de nuestra vida. Y tú, niño, serás
llamado Profeta del Altísimo: porque irás delante del Señor a preparar sus
caminos, enseñando a su pueblo la salvación para el perdón de sus pecados; por
las entrañas de misericordia de nuestro Dios, el Sol naciente nos visitará
desde lo alto, para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de
muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Comentario
Termina
hoy el Adviento. A lo largo de estas semanas nos hemos ido preparando para la
gran celebración de la Natividad del Señor. Y en estos últimos días, de la mano
del evangelista San Lucas, hemos ido recorriendo las etapas finales antes del
gran acontecimiento, y nos hemos encontrado con los protagonistas más cercanos
a la primera Navidad: el arcángel Gabriel, Zacarías e Isabel, su hijo Juan,
José y, de modo muy especial, María, la Madre del Mesías que va a nacer.
El
último episodio que narra San Lucas antes del relato del nacimiento de Jesús lo
protagoniza Zacarías, el cual, cuando creyó, recuperó el habla. Con hermosas
palabras, comenta San Ambrosio: “Con razón su lengua se desató, porque, atada
por la incredulidad, fue desatada por la fe”. Y entonó el Benedictus,
una solemne acción de gracias y alabanza a Dios, que expresa la gran esperanza
de un piadoso israelita en las antiguas promesas que Dios reservó para su
pueblo. Bendito sea el Señor, Dios de Israel: con esta expresión,
muy frecuente en los salmos, Zacarías, y nosotros con él, da gracias a Dios por
su infinita misericordia derramada sobre su pueblo, al enviarnos “el poder
salvador”, Jesucristo. Los anuncios de los antiguos profetas están a punto de
cumplirse. La salvación está a las puertas.
Es
fácil imaginar el orgullo santo de Zacarías, pues su hijo iba a ser el “Profeta
del Altísimo”. Recordaría las palabras del arcángel que no pudo repetir durante
nueve largos meses: su hijo iba a convertir “a muchos de los hijos de Israel al
Señor su Dios; e irá delante de él” (Lc 1,16-17). Ahora lo proclama exultante
de gozo: “irás delante del Señor a preparar sus caminos, enseñando
a su pueblo la salvación para el perdón de los pecados”.
A
punto de estallar de alegría por el nacimiento del Hijo de Dios, vemos hoy en
Zacarías un ejemplo de humildad, de alegre conversión, de esperanza firme en
Dios y de renovada confianza en su palabra.
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/gospel/
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