La gran caída
10000 delegados de 200 países se reunieron en Montreal en la Conferencia Mundial sobre la diversidad biológica (ONU, COP15). Sin las especies animales y vegetales la vida humana no sería viable. La alimentación, el aire, el agua, y los ecosistemas dependen de ella. Están en serio riesgo.
Hay ocho millones de especies. Un millón está en peligro de extinción.
Inciden la crisis climática, el calentamiento global, la sobre explotación de la tierra, los macroincendios, la contaminación, la acidificación de los mares, y otras tendencias regresivas causadas por actividades económicas humanas depredadoras, maximizadoras del lucro de grupos avariciosos indiferentes a los daños causados. Así por ejemplo la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera producto de las industrias de combustibles fósiles batió nuevos récords en los últimos 10 años, acelerando el calentamiento del globo. Ese gas invernadero, llegó en diciembre del 2022 a 418,2 partes por millón.
Los ritmos de la destrucción de especies han sobrepasado las previsiones.
Según los informes más recientes, entre 1970 y el 2018 la población animal declinó en un 69%. A la cabeza de la gran caída, estuvo América Latina y el Caribe, con un 94% de reducción. África tuvo un 66%, Asia y el Pacífico un 55%, USA un 20%, y Europa y Asia Central un 18%. Cayeron los mamíferos, los pájaros, los peces, los anfibios y los reptiles. Colapsaron los leones marinos, los tiburones, las ranas, y los salmones. El 80% de los mamíferos se hallan actualmente en riesgo de extinción. Los insectos voladores se redujeron en un 64% desde el 2004.
En busca de soluciones
Es imprescindible parar e invertir el curso de alta peligrosidad que están siguiendo los desarrollos degradantes de la diversidad biológica. Ello es factible como lo ha demostrado entre otros Costa Rica, que ha avanzado programas ejemplares, la gestión Lula en Brasil que anunció que prohibirá nuevas deforestaciones.
La ONU ha planteado como meta que se debe lograr convertir el 30% del territorio mundial, y los océanos y mares en áreas protegidas para el año 2030. Hasta ahora se hallan protegidos solo el 15% de los territorios y el 7% de los mares.
Ello significa activar a fondo legislaciones, presupuestos y políticas, que construyan barreras de protección, penen a los depredadores, sancionen los crímenes ecológicos, exijan a los grandes conglomerados empresarios hacer transparente su huella sobre la diversidad biológica. Deben implicar entre otros aspectos reforestar, crear o ampliar reservas naturales, proteger los mares de la invasión de plásticos, la explotación minera, y la acidificación, trabajar intensivamente en la suplantación de los combustibles fósiles por energías alternativas limpias como la solar, la eólica, la mareomotriz, la biomasa, y otras. Numerosas agencias internacionales y ONGs han exigido asimismo apoyar las poblaciones indígenas que son las más activas defensoras de la diversidad biológica.
En la COP15 los países en desarrollo han planteado vigorosamente que necesitan que se amplíe considerablemente la ayuda económica directa de los países más ricos, para poner en marcha estos programas.
Hay intereses económicos muy estrechos que obstaculizan y se oponen a los objetivos de ampliación de la protección planteados, para no perder poder económico. Deberán ser confrontados legalmente. Es la hora de la responsabilidad por la biodiversidad, antes de que los daños en cuso sean irreversibles.
kliksberg@aol.com
https://www.eluniversal.com/el-universal/145712/la-biodiversidad-en-crisis
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