Fernando Luis Egaña 23 de diciembre de 2022
En
nuestro país no hay paz. Nada más lejos de ello. Un despotismo depredador, no
puede generar paz, sino destrucción, violencia abierta y encubierta,
complicidad, acomodo, injusticia y desigualdad. De nada de eso surge algo que
sea verdadera paz.
La
supuesta paz de las burbujas del poder, son una caricatura de paz para la abrumadora
mayoría de la población. Son una cruel bofetada para las necesidades del
pueblo.
Sin democracia no hay paz. Con una hegemonía disfrazada de democracia no hay paz. Los mandoneros del poder lo saben y sus cómplices también. Acaso éstos sean peores que aquéllos. A ninguno les interesa la paz, sino la quietud forzada de la nación. Y eso no es paz.
Sin
derechos políticos, económicos y sociales no hay paz. Sin pluralismo,
convivencia y tolerancia, no hay paz. Una catástrofe humanitaria en salud,
educación, alimentación y seguridad, es lo contrario de la paz.
La
propaganda para suscitar expectativas de una mejoría nacional, no lleva a la
paz sino a mayores frustraciones. Lo opuesto de la falsa paz no es la guerra.
Es el camino a una paz de verdad.
¿Ese
camino es posible iniciarlo y recorrerlo? Sí lo es. Pero ello pasa por la
superación de la hegemonía despótica y depredadora. No nos engañemos al
respecto.
La paz
que necesita Venezuela es la paz bendita del sosiego, del trabajo, de la
libertad, de la justicia, del respeto, de la esperanza. Bendita sea esa paz que
necesitamos
Fernando
Luis Egaña
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