Eddie A. Ramírez 17 de enero de 2023
Las
nuevas generaciones desconocen lo que es un sainete. Las no tan nuevas lo deben
haber olvidado, porque se representan muy poco. Son o eran piezas
teatrales cortas, de carácter popular y burlesco. Por extensión, la palabra se
utiliza como referencia a un acontecimiento grotesco o ridículo.
Últimamente se presentan varios sainetes, aunque no en teatros, ni de ficción. Se desarrollan en el eje Madrid- Barcelona-Caracas. Están relacionados con la literatura, la socialité, el deporte, la música y la política. Cada uno deja una moraleja. Al contrario de los conocidos sainetes escritos por Ramón de la Cruz y por Carlos Arnichez, en los que hay un personaje bueno y otro malo, en los que presenciamos no es fácil distinguir entre uno y otro.
El
primer sainete se basa en la relación entre un destacado
escritor entrado en años y una señora, no muy joven, pero que se las echa y
todas las semanas aparece en revistas faranduleras. La moraleja por extraer es
que cuando se llega a cierta edad es mejor dejar de lado ciertas ilusiones o
fantasías, lo cual es válido tanto para gente laureada, como para quienes
permanecen más tiempo de lo prudente en los medios sociales a punta de
matrimonios y de divorcios. En política también hay que olvidarse de las
fantasías, dando prioridad a lo que está en nuestras manos que, en nuestro
caso, son las elecciones a pesar de los escollos.
El segundo lo
protagoniza un jugador fuera de la cancha y una cantante en los
escenarios. Al primero, como buen jugador que fue de la Liga, le encanta
ligar. La cantante, claramente ofendida, le dedica una pegajosa canción y,
burlándose de su habilidad defensiva, le metió un gol. La moraleja es que ligar
tiene sus riesgos. Como dice Berna González en El País de
España, “hoy las mujeres ya no lloran su despecho, sino que facturan”. La
situación no está clara, pica y se extiende. Esto también es válido para los políticos
que brincan talanqueras.
Estos
dos sainetes dan pie para cotilleos en peluquerías y en revistas faranduleras.
En los medios de comunicación escritos y en las redes ocupan más espacios que
los grandes problemas que aquejan a la humanidad, como la pobreza, los
desplazamientos de millones de personas de sus países por razones económicas o
políticas, la invasión de Rusia a Ucrania, las violaciones de los derechos
humanos en muchos países, los atropellos a las mujeres en Irán y en Afganistán
o el calentamiento global. Incluso, quien esto escribe, tratando de eludir la
reiterada mención a la situación política que nos aqueja, cayó en la
tentación de dedicarle unos párrafos a hechos que solo deberían incumbir a los
protagonistas.
El
tercero es obligatorio para no dejar de lado nuestra
situación política. Se desarrolla entre uno que se dice defensor de la justicia
y otro que se identifica con la voluntad popular. Ha sido el divorcio más
traumático. Quizá porque era una relación incestuosa, debido a que los actores
provienen de una tolda política común.
Lamentablemente,
este sainete nos atañe a todos los demócratas. No nos arranca sonrisas, sino
rabia. Mientras trabajadores públicos de la educación, de las empresas
estatales de Guayana y nuestros jubilados corren riesgos protestando por su
situación socio-económica; mientras los presos políticos son torturados y
el pundonoroso teniente coronel Igbert Marín Chaparro está en huelga de hambre
y su vida corre grave peligro; mientras millones de compatriotas atraviesan a
pie ríos, montañas y desiertos, huyendo del hambre, de la escasez de
electricidad, de agua y de la inseguridad, algunos connotados dirigentes de la
oposición se pelean en vez de unirse para salir del régimen opresor.
El
vanguardista mayor acusó a dirigentes justicieros de tener vínculos con el
gobierno de Nicolás Maduro. Los justicieros ripostaron que “la unidad
está primero y que quienes dicen encarnar la voluntad del pueblo “predican
el odio, mienten y fortalecen a Maduro”.
Los
dos grupos son tan insensatos que, por defender sus intereses, favorecen
al régimen usurpador. Traicionan a parte del pueblo venezolano que inicialmente
los percibió como la generación de relevo. Corren el riesgo de que, como en las
malas representaciones, el público les dé la espalda. La moraleja es que tanto
va el cántaro al agua hasta que se rompe.
¿Será
posible que, por lo menos, cierren la boca? ¿Con qué cara solicitamos a otros
gobiernos que nos apoyen, si nosotros nos ponemos zancadillas? ¿Será posible
una reconciliación? ¿Valdrá la pena? Recordemos que a veces el divorcio es
necesario y conveniente. Quizá las elecciones primarias pueden ser la
oportunidad para callar a los necios y presentarle a nuestro electorado solo
dos candidatos, cada uno apoyado por un bloque de partidos, con respaldo de
organizaciones de la sociedad civil y de independientes.
La
Conferencia Episcopal Venezolana sí habló lo debido y monseñor Besabe fue
contundente en su homilía el día de la Divina Pastora, al expresar con
angustia: “oremos por nuestra Venezuela, herida, maltratada y saqueada a más no
poder, y que cesen las burbujas de la falsedad económica que pretenden ocultar
al mundo la precaria situación en que están inmersos la mayor parte de los
hermanos venezolanos” ¡Bravo!
Como
(había) en botica: Fue una masacre. No lo pueden ocultar. Oscar
Pérez y seis compañeros fueron asesinados hace cinco años después de rendirse.
Recientemente falleció en el exilio César Vicente, pundonoroso capitán del
tanquero petrolero Morui, quien se sumó al paro cívico de diciembre del 2002 en
defensa de la democracia. La nueva directiva de Pdvsa quizá, solo quizá, sea
apropiada para la junta de condominio de un edificio pequeño. Según denuncia El
Nacional, el régimen está arremetiendo contra Carolina Briceño por su acucioso
trabajo de investigación, junto con Ramón Hernández, de la estrecha relación
entre los hermanos Morón y Nicolás Maduro Guerra. Felicitaciones a la bellísima
diseñadora de ropa y de sueños Amanda Dudamel, primera finalista en el Miss
Universo, sobre todo por su actividad en favor de los menos favorecidos
en el barrio de Petare.
¡ No
más prisioneros políticos, ni exiliados !
Eddie
A. Ramírez
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