Juan Francisco García Escalona 01 de mayo de 2023
@jufraga12
Un
liderazgo diferente En medio de las dificultades surge lo imprescindible y
necesario para corregir el rumbo. Venezuela es un país donde el lobby
financiero del régimen ha arropado la política internacional, haciéndose de un
peligroso juego geopolítico para conservar el poder a pesar de la grave crisis
social y económica que padecen los ciudadanos. Los propios partidos y dirigentes
de oposición han sido cooptados en buen número, estableciéndose como cómplices
necesarios en la fragmentación de las estructuras políticas que deberían ser
garantes de la lucha por la democracia. El centro de decisión política de
oposición comprendido por el Frente Amplio o G4 y Plataforma Unitaria no tiene
capacidad de ejercer presión política, poseen tanto cuestionamiento como el
régimen en sí mismo. Tales características son un elemento que agiganta la
desesperanza ciudadana, que ha preferido huir a otras latitudes.
No obstante, el surgimiento de Juan Gerardo Guaidó en la escena política en 2019 proporcionó una bocanada de oxígeno, que revitalizó la lucha por la libertad, la defensa de los derechos humanos, el combate permanente por los activos de la república, constituyéndose en consecuencia en un auténtico adversario del poder que representa Nicolás Maduro y sus aliados geopolíticos. Desarrolló una confrontación real, donde ha soportado vicios de propios y extraños, traiciones, complicidades y la permanente acción de desmoronar su esfuerzo con la construcción de la narrativa de la corrupción y del fracaso, para ubicar el ataque permanente en la dirección de la tesis de Joseph Goebbels, el ministro de Ilustración y Propaganda de Adolf Hitler, con aquello de “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”, aplicada de manera exacerbada por el PSUV y sus agentes políticos, para no asumir el peso del desastre y la quiebra del país que ha significado dolorosamente la gestión de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Exculpar
a Juan Guaidó no es la intención, los errores han existido y han golpeado, como
él bien ha sentenciado en repetidas oportunidades: “No estoy para repartir
errores, sino para asumirlos”, y en el futuro sin saber los resultados de esta
coyuntura, será insoslayable su figura en torno a su voluntad infinita de
alcanzar la libertad, representando a mi manera de ver un factor clave que
interrumpe y cambia cual vorágine todo el entramado que ha establecido la
tiranía en el propósito de sus intereses.
Todos
los líderes de oposición son importantes y necesarios. Acabar con el celo y la
envidia mezquina, también es urgente, porque se deberá reconocer que estamos
frente al más influyente, con un liderazgo individual que contagia a la
población, y alcanza lo que no se ha podido desde las desnortadas plataformas
políticas de oposición, que parecen haber perdido el sentido de la misión, que
no es más que la sociedad vea la luz, a través de la democracia y la libertad,
alcanzando simplemente la normalidad, que se insiste en negar. La acción de
Guaidó trae consigo adversidades al régimen. No reconocer la acción disruptiva
de Juan Guaidó ante el desarrollo de la Cumbre convocada en días pasados por el
presidente Petro en Colombia es una sinrazón.
El canciller
colombiano Álvaro Leyva es el rostro de un desatino de irreversibles
reacciones, que se harán presente en la política de Estados Unidos y de Europa,
a los cuales les han hecho antesala sin parar cual lisonjero, precedidos por la
ambición inocultable de sostener la crueldad del madurismo en América Latina,
apetencias además que deberán evaluar con fino bisturí, a la hora de sopesar
los compromisos de Moscú en la región y la vigilancia sostenida de Sergei
Lavrov para preservarlos. Siendo considerable el doble rasero de Petro,
gestionando con Estados Unidos, pero garantizando los espacios a Rusia.
Presentándose nuevamente para desestabilizar los escenarios Juan Guaidó, quien
más allá de la búsqueda personal y legítima de erigirse otra vez como el líder absoluto
de la población venezolana, siendo la voz altisonante de la verdad, que desnuda
y disloca toda la estructura de la dictadura, posicionando nuevamente a
Venezuela en los debates internacionales, en la investigación de la Corte Penal
Internacional, proliferando las reacciones de los medios de comunicación que
sacuden la opinión del mundo, obligando a reconsiderar decisiones económicas de
orden estratégico, como las concernientes a Chevron Texaco y sus operaciones en
Venezuela con Pdvsa. Se llegó a considerar como la mano que mece la cuna en las
relaciones políticas y comerciales entre la administración Biden y Miraflores;
sin embargo, la constancia de Guaidó y sus acciones fuera de los rieles de las
negociaciones y cumbres infructuosas que solo dilatan acciones verdaderas de
presión al agotado sistema del madurismo, provocan la proliferación de
distintos factores de la política internacional en rechazo a las comodidades y
flexibilizaciones que han pretendido algunos. El más reciente, Petro a la hora de
trabar las soluciones inmediatas y contundentes a la grave extinción de los
derechos humanos en Venezuela. Política interna con un temporal avecinándose
para el régimen venezolano, la unidad política de los dirigentes de oposición
sigue siendo la gran deuda, y al parecer están bastante lejos de asumir sus
debilidades. Estamos plagados de dirigentes políticos que no dan la talla, sin
capacidades para impulsar la restauración nacional, que celebran la persecución
de un connotado líder y hasta acompañan la narrativa del madurismo de
desprestigio, si esa política les genera la percepción de cosechar a su favor
en algún momento, soñando con ejercer el contrapoder político sin trabajar para
ello, con una dirigencia política de esta naturaleza es inaudito creer que
avanzaremos y no solo se trata de miopía política, sino de compromisos
establecidos con la otra orilla, con el opresor. De tal manera que la acción
cortante y diferente de Juan Guaidó da señales de vida y responsabilidad de
asumir lo que se nos viene encima, y tranquiliza a la población, demostrando
que en el cuaderno de su bitácora política hay capacidad de reacción y de
consuelo a la vez, con una experiencia de vida, que se origina desde perderlo
todo en la tragedia de la vaguada de Vargas, hasta luchar por todo, arriesgando
una y otra vez para alcanzar la libertad, adquiriendo así dotes particulares de
conocimientos, experiencias, y audacia, que hacen pensar a millones de
venezolanos que es el ideal para desencallar la nave y llevarla a puerto
seguro.
El
enredo del gobierno con Juan Guaidó en una constante ofensiva, el régimen no ha
podido presentar una narrativa de respuestas. ¿Dónde están? Desde Colombia el
mensaje ha sido confuso, el canciller tuvo trastornos al justificar la
posición, aunque no es típico en la dictadura venezolana asumir errores y dar
la cara, no han podido explicar qué plan sostienen. El petitorio de suspender
la investigación de la CPI es una confesión de culpa, mientras naufragan sin
crear fórmulas para restañar las heridas. Parar la hemorragia que los debilita
en el contexto internacional se les hace urgente, mientras se hunden en un
vacío de ausencias, sin canciller consolidado, sin respuestas a las acusaciones
de los senadores de Estados Unidos, sin planteamiento lógico en la fracasada
cumbre colombiana, y con un escenario creciente de enfrentamientos internos
producto de la corrupción de su propio núcleo en lo que han llamado
Pdvsa-Cripto.
Al
madurismo se le viene encima la agudización de la crisis económica, las
exigencias laborales de los trabajadores. Su lucha interna es poliédrica y
desenfrenada amenazando por primera vez con su caída, es el momento adecuado
para que el liderazgo opositor se reunifique y convoque a la población. Si
Guaidó logra encauzar la narrativa internacional y presionar aún más y
desarrollar la movilización nacional desde el principio de la lealtad que ha
mantenido con la causa de la conquista de la democracia, podrá recomponer desde
su espíritu el equilibrio dentro de todos los aspirantes y suspender las
ambiciones y concentrarse en hacer frente a la tiranía, rompiendo una vez más
los esquemas y provocando escenarios no previstos que les deja sin capacidad de
respuesta por diversas variables que experimenta el gobierno en su actual y
debilitada composición. Ejerciendo el liderazgo Juan Guaidó, sin dudas, ha
tenido errores, hoy posee nuevamente una oportunidad histórica de empinarse
sobre ellos, fue rehén de la equivocada y antidemocrática política del G4, ha
sido rehén de su partido Voluntad Popular y de Leopoldo López, que no acompañan
y probablemente no creen plenamente en su liderazgo o lo aprecian con recelo
por sus ambiciones a futuro.
No
obstante, cuando las circunstancias se complican nacen las necesidades de
ejercer con mayor ánimo las misiones, teniendo la particularidad de que los
liderazgos muchas veces traen consigo aportes y beneficios que son intangibles,
que se deberán valorar en la compensación de las cargas, en todo caso la figura
de Guaidó posee la gran opción de la pluralidad, de la unificación sin castigar,
sin pase de facturas, del encuentro verdadero, simbolizando que se equivocan
todos al creerlo prescindible, porque no se trata de llenar espacios sino de
ocuparlos con calidad de contenido, con alta responsabilidad social que eleva
su razón de ser en este momento histórico de la nación, pudiendo ser el factor
clave para destrabar el nudo que nos separa de la democracia.
Juan
Francisco García Escalona
@jufraga12
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